José Carlos Nava, experto en periodismo de guerra, durante la conferencia que impartió en la UDEM. Foto: Juan Pablo Sandoval

México, un país peligroso para ejercer el periodismo


Por: Juan Pablo Sandoval, Macarena Valdés y Marcelo Jorge

Unos 163 periodistas han sido asesinados en México desde el año 2000 a la fecha, lo que convierte al país en uno de los más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo, afirmó José Carlos Nava, Coordinador de la Licenciatura de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Iberoamericana de Torreón, durante su conferencia en el encuentro interuniversitario de la región Noreste del Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación (Coneicc), que se realizó el martes 5 de marzo en la Universidad de Monterrey (UDEM). 

En su charla, titulada Residentes de guerra, categorías emergentes del periodismo de alto riesgo, que dio ante un auditorio de unas 300 personas, entre estudiantes y profesores de comunicación, Nava dijo que aunque en México no se libra un conflicto armado, como en Ucrania o Gaza, el país ha vivido etapas de violencia que han hecho que ejercer el periodismo se convierta en un reto y un desafío

Unas de las épocas más violentas que ha vivido el país, dijo Nava, fue entre los años 2007 y 2013, especialmente en la región noreste de México, en donde los periodistas, fotógrafos o cualquier persona involucrada en el manejo de la información eran amenazados de muerte y obligados a guardar silencio

“Trabajamos en uno de los cinco países más peligrosos del mundo para la práctica periodística. Aquí, no sólo los periodistas podemos ser objeto de agresión, también nuestros hijos y familias, lo mismo que nuestra red de relaciones. La línea defensiva esencial es el anonimato, hay que convertirse en un fantasma, desaparecer. Las coberturas se hacen de forma encubierta, nos tenemos que ocultar”, afirmó el periodista.

El pico de violencia durante esa etapa, detalló Nava, fue a finales de 2012 y Torreón fue la ciudad más violenta del país. La zona noreste fue la quinta más violenta del mundo, pero ninguna de las ciudades de esa área atravesaba un conflicto bélico.

La guerra que vivió México en esa época tuvo como causa el narcotráfico. Durante el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012) se registraron 101 comunicadores asesinados, según cifras del Mecanismo de Protección a Periodistas y Personas Defensoras de Derechos Humanos.

Durante ese sexenio también se tiene un recuento de entre 50 mil y 120 mil muertes relacionadas con el crimen organizado, de acuerdo con estadísticas publicadas por periódicos como Grupo Reforma, Milenio y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Los periodistas en México, señaló Nava, ejercen su labor sin protección ni garantías. Los que trabajan en zonas violentas del país son residentes de guerra y no corresponsales de guerra, lo que los hace más vulnerables ante la ola de violencia.

“Un corresponsal de guerra llega a la zona de conflicto, se sitúa en ella y sale. Está protegido por leyes. Un residente de guerra vive dentro de la zona de conflicto y trabaja en ella. Un residente de guerra es mucho más frágil que un corresponsal, no tiene protección de leyes internacionales, no trabaja con protocolos de seguridad, es más vulnerable”, explicó Nava. 

Debido a que no había protocolos de seguridad formalmente establecidos en aquella época, los periodistas activaron su instinto de supervivencia. Trabajaban de forma preventiva. Antes de cubrir un evento, evaluaban el nivel de riesgo y decidían si acudir al lugar o buscar la información por teléfono, contó el periodista. 

“A finales del 2012 y principios del 2013, periodistas de Coahuila dejaron de ir a cubrir presencialmente eventos a Durango porque estaban amenazados de muerte. Decidieron hacer coberturas a distancia, restringir coberturas sobre temas policiales y políticos, ejercer el anonimato y el reporteo de bajo perfil, reducir movimiento en redes sociales, evaluar previamente el peligro, modificaron rutinas, se volvieron impredecibles y nunca repetían trayectos”, detalló.

José Carlos Nava es el autor del libro La tropa del silencio, en el que relata 18 historias de periodistas de la Comarca Lagunera y los desafíos que vivieron para ejercer su profesión durante esa etapa de violencia.
Ejercer el periodismo en un país en el que se carece de garantías obliga al comunicador a ser más estricto, cuidadoso y ético en el manejo de la información, señaló Nava, quien invitó a los futuros periodistas a ejercer su profesión de manera responsable y siempre buscando alcanzar la excelencia.

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