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Más de 20 lenguas indígenas están en riesgo de desaparecer y otras, como el Náhuatl y el Maya, pierden aceleradamente hablantes. Foto: INPI

Las leyes no han impedido la discriminación y desaparición de las lenguas indígenas en México


Por: Paula Rodríguez y Miguel Gómez

El 13 de marzo del 2003, el Gobierno del entonces presidente Vicente Fox Quesada publicaba la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas, entre otras cosas, para proteger las lenguas originarias de su extinción, promover su uso cotidiano y garantizarle a sus hablantes la no discriminación. Desde entonces, han muerto varias lenguas indígenas, algunas otras están en un alto riesgo de desaparecer y otras han perdido un número considerable de hablantes.

El Lacandón, una lengua maya hablada por la comunidad lacandona en Chiapas, se extinguió en el 2014. Y el Kumiai, una lengua hablada por la comunidad kumiai en Baja California, también desapareció, al igual que el Ayapaneco, hablado por la comunidad ayapaneca en Tabasco.

Con 68 lenguas indígenas y 364 variantes lingüísticas, México se ubica entre los ocho países con mayor diversidad de lenguajes, pero según el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) varios de estos idiomas originarios están en peligro de desaparecer.

“Las más amenazadas son Cakchiquel, Chichimeca Jonaz, Chocho, Chuj, Cochimí, Cucapá, Guarijío, Ixcateco, Ixil, Jacalteco, Kekchí, Kicapú, Kiliwa, Matlatzinca, Mocho, Paipai, Pápago, Pima, Quiché, Seri y Tlahuica”, dijo el INPI, y explicó que esta situación se debe, en gran parte, al reducido número de hablantes que tienen, que no superan los 2 mil por lengua, y que cada vez menos indígenas hablan su propia lengua porque las nuevas generaciones ya no lo están haciendo.

A las anteriores lenguas se suman tres más en idénticas condiciones: Qato’k, Oluteco y Teko, que no están siendo aprendidas por las nuevas generaciones, según informó en febrero pasado la subsecretaria de Ciencias y Humanidades, Violeta Vázquez-Rojas Maldonado.

Incluso, dijo la funcionaria, lenguas indígenas más habladas como el Náhuatl (que en el 2020 tenía un millón 651 mil 958 hablantes), el Maya (con 774 mil 755) o el Otomí (con 300 mil) han registrado tasas de entre el 45 y el 70% de pérdida de hablantes, por lo que su permanencia podría estar en riesgo.

Esa pérdida de hablantes que lleva a una lengua a su desaparición se explica, entre otras cosas, porque los hablantes, especialmente los más jóvenes, son discriminados por hablarlas, por lo que dejan de aprenderlas y las cambian por el español. Según cifras del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), el 28% de la población indígena en el país ha dicho que ha sido discriminada y 31.4% de este grupo dijo que fue discriminado por hablar su lengua originaria.

El Gobierno, en los últimos años, ha creado normativas e implementado estrategias para preservar las lenguas indígenas. Desde leyes que reconocen el derecho a hablar estas lenguas y traductores e intérpretes que facilitan los trámites para las comunidades indígenas y su fácil integración y convivencia con los demás, hasta la traducción de leyes, específicamente del artículo segundo constitucional, para que los indígenas puedan conocer sus derechos y hacerlos valer, y espacios de radiodifusión cultural para ellos, son algunas de las políticas que se han llevado a cabo para fortalecer y salvaguardar sus lenguas y su cultura.

Sin embargo, todo esto ha sido insuficiente para evitar que efectivamente las lenguas indígenas desaparezcan, dijo Zósimo Hernández Ramírez, miembro de la comunidad indígena Mexica que habita en la localidad de El Embocadero, en el municipio de Ilamatlán*, en Veracruz, hablante nativo del Mexcatl, y quien fuera profesor del Programa universitario México Nación Multicultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Hernández citó como ejemplo la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas, la cual, dijo, se quedó corta en su implementación para garantizar que realmente se preservaran las lenguas de las comunidades indígenas.

“De nada sirve que esta Ley diga que tenemos derecho a hablar nuestros propios idiomas porque eso es algo que entre nosotros siempre hemos hecho sin necesidad de tener esta Ley. Lo importante es que el Estado garantice su uso y preservación, y para esto no basta el uso de traductores español-Náhuatl o Mexcatl cuando estos traductores no son nativos indígenas y no conocen la cultura originaria porque no han crecido en ella, o cuando estos traductores siendo nativos han sido previamente castellanizados”, sostuvo Hernández.

“Las lenguas indígenas son una fuente importante de conocimiento. Por esto, las personas no nativas que las están aprendiendo para enseñarnos a los indígenas en la universidad o para realizar nuestros trámites no dejan de ser solamente técnicos de nuestra lengua porque no están empapados de la cultura que envuelve a la lengua, es decir, no tienen el conocimiento que hay detrás de la lengua, simplemente es como aprender cualquier otro idioma. Aprender a hablar inglés no te hace ser un inglés; aprender a hablar francés no te hace ser un francés”, explicó el investigador, quien en el año 2010 participó en la traducción de la Constitución Política del país a la lengua Náhuatl.

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Zósimo Hernández Ramírez, miembro de la comunidad indígena Mexica que habita en la localidad de El Embocadero, en el municipio de Ilamatlán*, en Veracruz, y hablante nativo del Mexcatl. Foto: Kau Sirenio/Pie de Página

La Ley también dice que los indígenas tienen derecho a intérpretes y defensores gratuitos que conozcan su lengua en juicios y que las lenguas indígenas son válidas para trámites, servicios e información pública, pero el investigador afirmó que, en la realidad, estos traductores no tienen la capacidad de interactuar de manera certera con las personas indígenas, muchas de las cuales siguen siendo monolingües que se enfrentan a una persona que no maneja a la perfección la lengua indígena porque no es una persona indígena.

Uno de los principales problemas para la pérdida de lenguas indígenas, según Hernández, es la tendencia por parte del Estado y de la sociedad a castellanizarse, lo cual obliga a aprender y a relacionarse en español, dejando a un lado los lenguajes nativos y, en muchas ocasiones, a discriminarlos.

“Así comienza la pérdida de nuestras lenguas originarias. En muchos lugares, las personas que hablan lenguas indígenas son vistas y tratadas como inferiores frente a quienes hablan el español. Muchos tienen que hablar sus lenguas nativas en lo privado, sólo en el entorno de sus hogares, pero no en la calle ni en las escuelas ni en los trabajos. Es más, hay indígenas que creen que si hablan su lengua nativa no podrán tener éxito en la vida”, afirmó Hernández.

“Desde hace unos 30 o 40 años ha habido una tendencia acelerada al desuso de los idiomas indígenas porque se piensa que no sirven y que no tienen la importancia ni la magnitud ni la dimensión del español. Al forzar esta tendencia a no usarlo, las generaciones nuevas (nuestros hijos, profesionistas e incluso profesores indígenas) ya no hablan el idioma indígena”, agregó.

También es un problema en América Latina

El problema de la pérdida de las lenguas nativas no se presenta solamente en México, también es algo que está sucediendo en América Latina, región en donde viven unos 826 pueblos indígenas que hablan más de 420 lenguas, de las cuales el 40% están en riesgo de desaparecer, según información del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe y el Instituto Iberoamericano de Lenguas Indígenas, debido a la influencia del español y el portugués, idiomas que se han impuesto como lenguas principales de la región.

De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Banco Mundial, en América Latina hay más de 58 millones de personas indígenas, lo cual significa que millones de personas están en peligro de que su lengua nativa desaparezca.

La imposición del castellano como lengua principal en países de habla hispana en la región ha ocasionado que se dejen a un lado las lenguas indígenas, habiendo incluso un rechazo social hacia ellas, dijo Hernández.

“Y es terrible que se hayan perdido varias lenguas indígenas porque ya no hay vuelta atrás. Ya se perdieron y no se puede hacer nada por recuperarlas. Lo que se debe hacer ahora es luchar por preservar las lenguas que quedan vivas estimulando su uso de una manera correcta”, afirmó.

Los errores del Estado y las peticiones indígenas

Para Hernández, el Estado no está haciendo lo suficiente y necesario para evitar que las lenguas indígenas continúen desapareciendo y lo que hace está equivocado.

El investigador refirió una serie de errores que está cometiendo el Estado, como el intento de castellanizar a la población indígena y todo lo que tiene que ver con sus culturas. “Se nos ha impuesto el castellano como un idioma que tenemos que hablar sí o sí. Por ejemplo, nosotros para escribir nuestro idioma tenemos que aprender la grafía del castellano. Muchos de nosotros históricamente sólo hemos hablado nuestras lenguas, pero no las escribimos ni las leemos. Y el Estado, en su intento por salvar nuestras lenguas, dice que para preservarlas hay que escribirlas y se ha empeñado en formar etnolingüístas que quieren estandarizar nuestras lenguas diciendo que hay formas correctas e incorrectas de escribirlas. Y esto es un error”.

“Si el Estado realmente quiere preservar nuestras lenguas tiene que dejar de hacer lo que está haciendo. Para nosotros los hablantes de lenguas originarias resulta absurdo y hasta irrespetuoso que tengamos que ser valorados y certificados por personas no indígenas que trabajan para una institución del Estado que es la que dice si realmente somos hablantes y si podemos escribir y traducir nuestro propio idioma”, explicó Hernández.

El investigador dijo que el Estado no sólo los obliga a escribir su lengua sobre la base del español, sino que además impuso reglas lingüísticas que no concuerdan con su lengua nativa en aspectos como el fonético, además de que muchos de quienes enseñan estas lenguas lo hacen de manera técnica porque no crecieron en estas culturas.

Hernández explicó que parte del problema es que el Estado impone cómo se tienen que hablar, leer y escribir estas lenguas y no se le permite al indígena manifestarse según sus costumbres milenarias y transmitir y reproducir sus pensamientos de manera natural. El que el Estado esté obligado a acompañar a los pueblos indígenas en la preservación de sus idiomas, dijo, no quiere decir que dicte la política lingüística, por lo que pidió que se les permita a los pueblos indígenas el ejercicio libre del derecho al uso y disfrute de sus idiomas.

“Lo que debemos hacer es que los propios pueblos indígenas tenemos que retomar la enseñanza, difusión y uso de nuestras lenguas, dándoles la importancia que realmente tienen y hacerlo desde nuestra propia práctica y experiencia cotidiana y que esto sea una fuente de comunicación y de conocimiento que sea respetada por el Estado, para lo cual éste debe garantizar esta práctica que es la que verdaderamente preservará nuestras lenguas como una expresión de nuestras culturas ancestrales”, dijo el investigador.

Si el Estado y la sociedad no hacen más por realmente preservar las lenguas indígenas, toda esa fuente de conocimiento de los antepasados de todos los pueblos originarios que conforman el México actual se perderá, advirtió Hernández.

*Ilamatlán. La primera letra de este municipio es una i (no una L).

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