Hollywood y la falsa emancipación de las mujeres


Jimena Cuevas
Por: Jimena Cuevas Urrea

En los últimos años, el cine hollywoodense ha mostrado más historias sobre mujeres, algo que, a simple vista, parece un avance positivo en la lucha por la igualdad de género. Sin embargo, muchas de estas representaciones no son tan positivas como parecen. Las mujeres en la pantalla siguen ligadas a estereotipos que limitan la verdadera emancipación femenina del sistema machista. En lugar de mostrar ejemplos en donde las mujeres se liberan de estándares impuestos por la sociedad, estas historias continúan enfocándose en su apariencia física y éxito laboral; apenas ahondan en problemas como la desigualdad de género, el machismo o la presión social.

Un claro ejemplo de esto es La sustancia, película viral en redes sociales como TikTok por sus aterradoras escenas de terror corporal. Aunque el filme aparenta ser una crítica a los estándares de belleza que han sido impuestos a las mujeres y la forma en que afectan su salud física y mental, no deja de sexualizar a sus personajes principales femeninos.

La sustancia se difunde en medios como una película que utiliza el género del terror corporal para retratar la presión social que sienten las mujeres por lograr una imagen inalcanzable e insostenible. El hecho es que incluso en películas como esta, cuyo propósito es construir una crítica, las mujeres son observadas desde una perspectiva que las reduce a su cuerpo.

El cine estadounidense ha jugado un papel importante en la difusión de estos estereotipos. Desde hace décadas, Hollywood ha mostrado a las mujeres como figuras fuertes y exitosas, pero muchas veces con base en criterios superficiales. En su análisis sobre la presencia de las mujeres en las series de ficción y el cine estadounidense, Mancinas y Morejón señalan que estas representaciones perpetúan la idea de que el éxito de una mujer depende de su apariencia, su capacidad para tener relaciones amorosas y su vida profesional, ignorando los obstáculos reales que enfrentan en la vida real. Así, aunque estos personajes aparenten ser libres, en realidad aún los atrapan los estereotipos que han oprimido a las mujeres durante siglos.

Como menciona Méndez en su análisis sobre cine e imperialismo, las producciones de Hollywood han sido utilizadas históricamente para imponer una visión de la mujer que refuerza el poder de la cultura dominante y perpetúa desigualdades. Lejos de quedar fuera del problema, la industria cinematográfica puede contribuir al problema. Y, pese al aumento de la representación femenina en las últimas décadas, a menudo esta representación errónea acaba siendo más dañina, en tanto que refuerzan la idea de que las mujeres solo puedan soñar con una libertad limitada por las mismas reglas patriarcales que desafían.

Es necesario que los creadores de contenido cinematográfico comiencen a mostrar narrativas más auténticas y variadas que abarquen –en la medida de lo posible– la complejidad de las experiencias femeninas. Las representación de las mujeres no debería limitarse a su apariencia o capacidad de éxito en los términos que ha establecido una sociedad patriarcal. El cine tiene el poder de influir en las percepciones sociales, y justamente por eso que hace falta dirigirlo en dirección opuesta: enfocar el séptimo arte en el desafío de los estereotipos existentes y promover una verdadera emancipación que integre diversos aspectos de nuestra vida.

Si los reflectores iluminan la «libertad» de las mujeres bajo el marco de imposiciones patriarcales, aquello que hemos alcanzado no continuará su avance en la dirección correcta. Se convertirá, más bien, en una máscara de la realidad.

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