Antes de empezar a leer, responda para usted: ¿Sabe qué es la Ley 3 de 3
Así rápidito: es una ley que surge de los ciudadanos y que pretende acabar con la cochambre de la corrupción en la gran cocina que es México.
Esta ley obligaría a que los políticos declaran ¿cuánto tienen? ¿Quiénes son sus compadres, amigos o prestamistas? Y su declaración fiscal.
-Cool, right?
Anyway, la Universidad de Monterrey, firmó el pasado 11 de Febrero un acuerdo junto con otras universidades de Nuevo León en la que se compromete a impulsar esta ley y no solo eso, en dicha reunión se establecieron como meta recabar la módica cantidad de 109 mil firmas (de 120 mil 200 requeridas para que pase al congreso) solamente en Nuevo León.
Me parece sumamente importante que la Universidad como Institución apoye a esta causa. Creo y confío en que el proceso de realización de la ley fue auténtico y en efecto es una iniciativa ciudadana, sin embargo me parece que en su proceso posterior, el de colectar firmas, es decir conseguir simpatizantes, es decir tener la firma de quién avala la ley como ciudadana, nos estamos quedando cortos como universidad. Aplaudo a los directivos el formar parte de esta iniciativa pero ¿los directivos representan a los alumnos realmente? O ¿solo se cumplió con un acto protocolario que busca perfilar a la universidad como “parte” de este movimiento?
Los directivos son, en efecto, parte de la universidad pero ¿y los alumnos? A quienes representan los directivos son a nosotros. Según lo que leí sobre el acuerdo de las universidades, será un módulo (externo a la udem) de consejo cívico quien estará en la universidad colectando firmas para enviarlas a la CDMX. (Mismo que no se ha visto hasta la fecha) Creo, en mi opinión que deberían ser los grupos estudiantiles, la FEUDEM, el alumnado en general quienes promuevan la firma de los formatos, inclusive los maestros. El hecho de que la ley esté disponible en internet para su descarga y firma no sustituye el mano con mano que podría generarse si fuéramos nosotros quienes la promoviéramos.
Creo que es necesario abrir más canales de comunicación; somos parte de una Universidad de carácter privado, pero eso no nos priva de participar de este tipo de procesos en donde mediante la colectividad como estudiantes podamos simpatizar con una causa. No somos el norte que describían los intelectuales; holgazanes, haraganes, flojos y apáticos. Somos el norte que vivió también un proceso autentico de elecciones del primer gobernador independiente, lejos de que sea o no lo que esperamos como gobernador, se demostró que hubo un despertar. Somos el norte del país, enriquecido por la interculturalización, inteligente, conectado.
Lo que escribo más que una crítica del deber ser, es una invitación a que esta ley no pierda su sentido original, viene de la ciudadanía. Hay que generar simpatía, que la firma represente un compromiso, de darle un seguimiento, de celebrar si se aprueba, de presionar a los grupos de poder, de pedir que se cumpla, de protestar si no se hace lo que se debería.
Hacer la ley nuestra, una representación real del cuerpo estudiantil, una sinergia entre los directivos y los alumnos.
El 20 de abril del año pasado, el rector de la UDEM, hablaba en su programa de radio sobre la importancia de las pasadas elecciones en Nuevo León y del gran compromiso que teníamos para ejercer no solamente el voto, pero ir más allá, hablaba de participación ciudadana activa. ¿La percepción de nuestro rector será la misma que la del alumnado que representa?
¿Qué nos falta para involucrarnos? Es cierto que estudiamos carreras diferentes, que nos somos de la misma facultad, que no es lo mismo aprender Neuroanatomía que aprender sobre Historia de México, pero al final somos todos, somos nosotros los miembros de la sociedad. “los de política” no son los únicos que pueden/deben saber sobre esto, todos podemos involucrarnos.
Creo que con respecto a este movimiento, en la medida en que incremente nuestra participación, será más ciudadana la ley, será más nuestra y podremos sentirnos parte de un proyecto colectivo. No acarreados, rompiendo este tipo de prácticas, porque confío en que el tema que se toca es tan común y puede generar tanta empatía entre todos los mexicanos, sin distinción de clases sociales, género, religión u orientación sexual.
Esta ley le pone nombre y apellido a las prácticas de corrupción, firmemos todos, creo que a todos nos conviene que dejen de ocurrir estas prácticas en el aparato de gobierno. Somos una Universidad que puede comprometerse y participar si se lo propone, lo vimos con #TodosConDaniel y los correos del CIAA, demostremos que no solo el crimen o la corrupción están organizados, también nosotros.
Gracias por leer.