Como una persona amable, alegre, sonriente y generosa se recordó al profesor William Breen Murray en los múltiples homenajes que recibió por parte de amigos, colegas y alumnos en las redes sociales.
El “trotamundos del arte rupestre” inició su carrera como maestro en la Universidad de Monterrey (UDEM) en 1976 y se convirtió en el jefe del Departamento de Ciencias Sociales en 1978, puesto en el que se desarrolló durante 14 años. En 1987, la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística (SNHGE) le otorgó la “Medalla al Mérito Histórico Capitán Alonso de León. Sin embargo, el premio de mayor satisfacción, de acuerdo con María Antonieta Gutiérrez, compañera y amiga del maestro, fue el Pro Magistro Roberto Garza Sada en 2009, debido al cariño que tenía hacia la UDEM.
“William fue una autoridad mundial, sobre todo por su trabajo y registro del arte rupestre en el noreste del país. Su gusto por el patrimonio, la historia y arqueología se quedará como su gran legado que nosotros, sus amigos, debemos seguir trabajando y difundir”, rememoró Bertrand Lobjois, profesor de Filosofía Política.
El béisbol y el futbol americano fueron dos de las grandes pasiones del catedrático, originario de Chicago, se caracterizó por ser un aficionado optimista entre la adversidad de los White Sox y los Osos de Chicago. Lobjois recuerda que su lazo de amistad se forjó debido al deporte, ya que Breen fue quien lo invitó por primera vez al estadio de los Sultanes, equipo del cual también era aficionado.
“Lo recuerdo como maestro, como mi jefe de departamento, como mi compañero de cubículo, entusiasta, enamorado de la Universidad de Monterrey, enamorado de la vida y de todo lo que hacía, era una persona muy modesta, una eminencia, pero él nunca se jactaba de sus premios y reconocimientos. No conozco a nadie más leal y fiel a esta institución que él”, recordó la maestra de Sociología en Medio Ambiente, María Antonieta Gutiérrez.
Su entusiasmo por las materias que impartía y su disposición por seguir aprendiendo y preparándose, además de su trato cálido, amable y respetuoso, fueron sus principales características como maestro.
Otra de sus pasiones fue la música, era un melómano con una amplia cultura sobre el tema. Fue conductor de un programa de radio llamado Música en mi casa, en el cual un estudiante simulaba llegar a la casa del profesor y platicar mientras escuchaban diferentes piezas.
Recuerdo haber entrevistado al profesor en la pasada Feria Internacional del Libro sobre su última publicación titulada El grito de buda. No tuve oportunidad de conocerlo más a profundidad, pero en esa entrevista, me quedó la impresión de un hombre que con todos sus años de experiencia y trabajo, permanecía en él esa ilusión que se manifestaba en nervios en la víspera de presentar un trabajo más, un trabajo entre todos los demás que hizo que deben ser preservados de la misma forma en la que él quería que se preservara la cultura, la investigación y los sitios arqueológicos.