La transformación digital rompe las fronteras y conecta a las personas en tiempo real, pero se necesita una ética digital para establecer las bases de una nueva convivencia en la que estén asegurados los derechos de los ciudadanos, aseguró Lana Archiptchuk, gerente Senior en diferentes empresas internacionales como el SAT.
Añadió que el mundo real es orientado a personas y el mundo digital a clientes; el mundo real con sus problemáticas y características, es conocido; mientras el mundo digital, con sus recursos y oportunidades, es disruptivo y desconocido.
“La era digital es el avance de nuestra civilización hacia lo desconocido, un mundo sin fronteras, sin leyes, con una cara anónima y con el desafío de manejar tecnologías que retan la propia humanidad y los límites sociales de convivencia”, aseguró Archiptchuk.
También indicó que este nuevo ciclo, al que la humanidad comienza a adentrarse se define como globalización y afecta a todos los sectores de la sociedad, especialmente a la comunicación, el comercio y la libertad en el movimiento de personas, mercancías y servicios.
Por lo tanto, dijo, si no existe una ética digital en la que se hable del respeto al ser humano y a su privacidad dentro de las diferentes tecnologías, es probable que no se llegue a una convivencia que permita asegurar los derechos de los ciudadanos digitales.
Gran parte del problema recae en las leyes y el sistema jurídico.
“Mientras no se reformule el concepto del sistema jurídico y las leyes como sociedad digital, estamos desprotegidos, es por eso, que nace el concepto de privacidad, el cual es un derecho que formula la Declaración Universal de los Derechos Humanos”, señaló Archiptchuk.
Es por eso que hoy en día también se vive una transformación digital en las empresas, las cuales están pasando por cambios en los procesos, recursos y personas, pero a pesar de que se vive un cambio en la cultura, en los valores, en las creencias y en los paradigmas, siempre es importante que las empresas se enfoquen en que el hombre sea el principal objetivo, sin que este salga afectado durante el proceso o la transición a la era digital, explicó.
Concluyó que mientras no se le de la importancia a crear una identidad y desarrollar una cultura para el siglo XIX, que nos represente a todos, será muy complicado dar un nuevo paso a la frontera digital.