La educación está en el imaginario como un arma que puede ser utilizada: Rodrigo Quintero
Por: David Salinas
Las trabajadoras del hogar han sido representadas en distintos productos culturales. Uno de los más trascendentes, quizás, es Roma, la película del cineasta mexicano Alfonso Cuarón, exhibida en 2018. Sin embargo, al ver que la película no hace explícitas las violaciones a los procesos laborales y de derechos, el escritor y maestro en Derechos Humanos Rodrigo Quintero decidió escribir una novela: Imperceptibles. Vida y lucha de Marcelina Bautista Bautista.
Has escrito libros sobre distintas luchas sociales: el movimiento LGBT de Nuevo León en La ruta del arcoíris en la Sultana, y los jóvenes migrantes en Sueños transfronterizos. ¿Qué fue lo que te atrajo al tema de los derechos de las trabajadoras del hogar?
Conocí a Marcelina porque leí un artículo sobre su vida y me pareció extremadamente interesante. Ella rompe con toda la lógica de desigualdad en la que estaba destinada a siempre ser una trabajadora del hogar. Se dio la tarea de conocer su situación y hacer un cambio sistémico. Eso fue lo que me pareció admirable y desde ahí quise vincularme a su trabajo y a su historia.
La literatura nos hace cuestionar la realidad y verla de otra manera, ¿qué temas querías plantear con este libro y a quién?
Le propuse a Marcelina hacer una novela porque me había dado cuenta de que los temas relacionados a derechos humanos se quedan siempre en el mismo círculo de personas. Es la historia de una trabajadora del hogar que cambió la relación de poder que existe entre patrón y trabajador y que puso en el escenario nacional la dignidad de la trabajadoras que ni siquiera están consideradas como tal. Lo relevante era dar a entender que hay un ser humano que tiene los mismos derechos laborales que cualquier otra persona por estar haciendo un trabajo en casa y que ese trabajo tiene condiciones específicas.
¿Cuál es el papel que han jugado las telenovelas y otros productos culturales en la conceptualización del trabajo doméstico y las trabajadoras del hogar?
Venimos de generaciones que fueron educadas de una manera informal por la televisión. La trabajadora del hogar siempre ha estado presente y siempre se les ha estigmatizado. Dentro de estos estigmas está la vinculación a creer que es una persona que está trepando socialmente y que busca el amor en la casa. Es un trato denigrante. Además, jamás se toca un tema de derecho y se vincula con sectores de la población vulnerable socioeconómicamente, a la migración rural y a la etnicidad indígena.
En tu proceso creativo, ¿cómo te enfrentaste al reto de representar a un grupo que ha sido tan estigmatizado en otros productos culturales por tanto tiempo?
Justo fue una fortaleza tener la narrativa de Marcelina. Ella hace un quiebre no solo personal, sino también social. Esto lo complementé, porque dado mi contexto de clase media, yo lograba ver todas estas injusticias desde otro ámbito, y escuchar conversaciones que se desarrollaban en torno a ellas que Marce tal vez no escuchó. Entonces complementamos la historia desde los dos aspectos, haciéndole ver al lector que esto que muchas veces se considera normal, no lo es.
En la novela, la protagonista es criticada en varias ocasiones por hablar mixteco. ¿Qué papel juega la lengua en la opresión de las personas indígenas en el contexto del trabajo doméstico?
Muchas de estas trabajadoras tienen un doble reto. El español es deficiente en sus comunidades, entonces es una barrera para el entendimiento. Siempre hubo esta parte de querer hablar fluidamente y poderse expresar como cualquier hispanohablante, pero había un impedimento. Al mismo tiempo, por parte de sus patrones no había ningún interés para que se educara. Las formas de interacción eran tan acotadas que no les parecía importante el hecho de que ella pudiera aprender más allá de como se podía comunicar. Entonces desde ahí podemos ver cómo hay una diferencia en las concepciones de la gente y de lo que les parece prioritario y no.
Las trabajadoras del hogar reciben mucha violencia simbólica por parte de sus patrones, como tener que usar platos, vasos y baños separados, por ejemplo. ¿Qué consecuencias tienen este tipo de prácticas?
Es una convivencia hipócrita o con un doble sesgo fuerte. Las familias a veces tienen esta idea de que «es que es más allá de una trabajadora» (que para empezar no las llaman trabajadoras), y que dicen «es parte de la familia», pero es una parte de la familia desechable. Esto es algo en lo que Marcelina siempre ha insistido. Todos los espacios están diseñados para señalar que no somos iguales, que tú perteneces al servicio y que el servicio es visto de forma diferenciada.
Tomando en cuenta que existen varias organizaciones que defienden los derechos laborales a nivel internacional, ¿por qué es importante que existan organizaciones como la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar (CONLACTRAHO) que se dedican solamente a los derechos de las trabajadoras del hogar?
Ellas ven la posibilidad de crear una organización a nivel Latinoamérica porque les afectan las mismas cosas y comparten características: son migrantes, en su mayoría son mujeres (es un trabajo feminizado), afrodescendientes o indígenas, de zonas rurales, y además con problemas o dinámicas de violencia que tienen sus diferencias en cada país (contextos de asesinatos, guerrillas, estados represores), entre otros. Al ver que los sistemas políticos no las estaban tomando en consideración, es la vinculación que hacen a nivel internacional –sobre todo con organizaciones europeas hasta llegar con la Organización Internacional del Trabajo (OIT)– que hace el cambio más grande.
¿Cuáles crees que son las barreras culturales más importantes que causan rechazo ante las peticiones de derechos laborales de las trabajadoras del hogar?
Es muy difícil convencer a las personas que no tienen un buen estado de derecho que hagan las cosas bien. Nosotros nos enfrentamos a que hay trabajadoras que no quieren hacer uso de esta ley, de apegarse a tener un contrato, a ser una persona que esté dada de alta en el sistema de seguridad social, que tribute, y al mismo tiempo, el patrón no quiere hacerse responsable, no quiere considerarse a sí mismo un sujeto obligado, que es algo que debería estar tomando en consideración. En varios sentidos, perder un estatus de privilegio.
“En una reunión me pidieron que guardara silencio para que las trabajadoras de la casa en cuestión no escucharan sobre la novela que había escrito”.
La novela hace referencia a varios libros, entre ellos Pedagogía del oprimido y José Trigo. ¿Cuál es la importancia de hacer una referencia literal a estos trabajos?
Quería dejar en claro que la vida del sacerdote que conoció Marcelina estaba vinculada con la teología de la liberación. Esa teología de la liberación fue la que le dio a las herramientas para pensar fuera de la caja. Quería también reflejar ahí que había un desprecio por esas cuestiones. Cuando Marcelina comienza a educarse en diversas áreas del conocimiento social, eso les parecía raro a ciertos empleadores, entonces hago las referencias de revistas populares por las que ellos quieren intercambiar sus lecturas, porque ven un proceso dañino o subversivo en el hecho de que una persona que no consideran su igual tenga herramientas para responder.
¿Cómo entender que productos culturales que generan una conciencia de clase provoquen tanto escándalo?
Creo que por la desventaja en la que pueden poner finalmente a la persona que está en una ventaja económica. Por ejemplo: en una reunión me pidieron que guardara silencio para que las trabajadoras de la casa en cuestión no escucharan sobre la novela que había escrito. Muy en el fondo se sabe que las cosas no se están haciendo de la forma correcta, y existe el temor a que las personas se eduquen. La educación está en el imaginario cultural como un arma que puede ser utilizada.
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