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Ricardo Marcos, locutor del programa Encore (antes La Gruta de Trofonio). Foto: Cortesía

La radio universitaria tiene el potencial de mantener la pluralidad: Ricardo Marcos


Por: Macarena Valdés y Marcelo Jorge

“Las radios universitarias siguen siendo un baluarte fundamental, junto a la radio pública”, afirma Ricardo Marcos, uno de los principales promotores del arte y la cultura en el estado. Fue Presidente del Consejo para la Cultura y las Artes en Nuevo León (CONARTE) por un periodo de 7 años, de 2015 a enero de 2022. Cerca de un año después, regresó a dicha institución como Secretario Técnico. 

Además del servicio público en el ámbito de la cultura, Marcos es autor del libro Historia de la ópera de Nuevo León desde sus orígenes hasta nuestros días, una investigación que nació de sus intereses más profundos.

Gracias a sus padres, el Secretario Técnico de CONARTE desarrolló interés por la música clásica durante su infancia; más tarde, se volvió una pasión que busca difundir a través de la radio. Cuando dicha tarea inició en 1998, Marcos contaba con un conocimiento limitado del medio, pero la ausencia de un locutor en la estación Opus 102 abrió el camino para Armando Barrera y Hernan y Meza le ofrecieran un puesto. Más tarde llegaría a ser jefe de la estación Radio Nuevo León.

Actualmente, Ricardo Marcos suma más de 15 años como locutor en Radio UDEM. Su programa, Encore –antes La Gruta de Trofonio– hoy supera los 700 programas al aire. En esta entrevista elaborada por la Agencia Informativa UDEM, Marcos habla sobre la importancia que conservan las radios universitaria y sus primeros años en el medio. Asimismo, analizó el papel de la radio como alternativa en la era digital y el reto que constituye la efervescencia tecnológica. 

La Gruta de Trifonio –hoy Encore– lleva más de siete años al aire en Radio UDEM, pero tú llevas cerca de 15 colaborando. ¿Cómo fueron tus primeros años en la estación?

Llegué a la UDEM, siendo exalumno, a impartir una cátedra. Fue entonces que me propusieronacercarme a Radio UDEM. Se formaron conexiones con personas del medio, gente que aprecio mucho, incluso amigos que ya no están en la estación, pero que, en su momento, realizaron una gran labor. Sergio Becerra y el entonces director de Radio UDEM me invitaron a hacer el programa, que he mantenio hasta la fecha. Inició como La Gruta de Trifonio, igual que mi programa en Radio Nuevo León. Veía la versión en Radio UDEM como una versión compacta de La Gruta de Trifonio. Era una oportunidad de mantener un tipo de contenido y una imagen. Luego pensé que era necesario refrescar la idea. No quería que fuera un espejo del otro programa. Así que cambió su nombre por Encore, palabra que se refiere a la petición por una canción más. Es un programa de 30 minutos, un tiempo retador porque obliga a compactar el contenido temático y balancearlo con música.

¿Qué ha significado, para ti como exaudem, nuestra radiodifusora institucional y la colaboración que has hecho durante tanto tiempo con el programa?

Es un gran gusto porque, por lo pronto, es lo único que me conecta con mi alma máter. Además, Radio UDEM es una excelente estación, por su componente de desarrollo y aprendizaje, para los estudiantes de comunicación. Así debe ser una radio universitaria. Por otro lado, nos permite a todos los que hemos pasado por la universidad la posibilidad de contribuir, de dejar algo a cambio. Los expertos en algún tema tienen la oportunidad de contribuir con un programa para y así darle una mayor diversidad a la estación, que tiene muy buena difusión en la ciudad. 

¿Qué rol juegan las radios universitarias en el ideal de construir una agenda pública más plural? 

Las radios universitarias son fundamentales porque su fin no es comercial. Y si hay ingresos, son para sostenerse, no su motivación. No tienen que crear contenidos fáciles para ampliar su público objetivo a través de polémica barata. Siguen siendo un baluarte fundamental junto con la radio pública, que afortunadamente tampoco puede comportarse como una radio comercial. Ahí está el gran diferenciador: tejen sus contenidos con seriedad en vez de polémica, lejos de intereses políticos. Aquí puedes mantener una neutralidad en las opiniones. Siendo una universidad, lo deseable es que exista diversidad de opiniones aunque estuvieran, en algunos casos, contrapuestas con la identidad o filosofía universitaria. Es decir, que en una universidad de derecha o centro-derecha puedas escuchar también voces de izquierda. Esa pluralidad tendría que mantenerse en la radio universitaria; un tipo de radio abierta, no discriminatoria, no sancionadora. Es el gran potencial de este formato. 

La radio debe escuchar y responder a la pluralidad, y crear contenidos sin agenda. Siempre hay una filosofía detrás de un locutor, pero no es lo fundamental de una radio donde el diálogo es posible. Eso distingue a estaciones como Radio UDEM, Frecuencia TEC, o la Radio de la Universidad Autónoma de Nuevo León, que pueden mantener una línea no inclusiva en otros temas.

Tu relación con la radio va más allá de Radio UDEM y previamente trabajaste como jefe de radio de Nuevo León. ¿Qué cambios has visto en la radio como medio de comunicación durante estos años? 

La radio, sobre todo la comercial, se fue demeritando mucho en contenidos, en la forma de utilizar la palabra y hacer radio. Se faltó al respeto a este medio, al grado de llegar a programas de bromas mañaneras que si bien apelan a un público de cierta edad, se trata de una radio sin valor alguno. Te deja un momento de diversión y listo. 

Cuando empecé a hacer radio, alrededor de 1998, me tocó convivir con una generación de voces cuya aproximación era más formal. Encontrarlas me ayudó a darme cuenta de lo que significa la profesionalización radiofónica. El problema de la radio en vivo actualmente es que, a pesar de que se sintoniza en cualquier momento, los programas se transmiten en horas específicas. Sin embargo, ha ido evolucionando; surgieron nuevos medios de comunicación. Hoy, gracias a la tecnología, el programa se almacena y es posible escucharlo en otro momento. Su desafío real es mantenerse en la efervescencia tecnológica priorizando su valor, que viene de sus contenidos y la importancia de lo que uno dice en su programa. Si bien la música resulta fundamental para la radio, debe ir de la mano con la divulgación en la radio hablada. Ahí está la ventaja que sigue teniendo hoy frente a los cambios tecnológicos: no solo podemos poner y escuchar música, también aporta algo para complementar la experiencia auditiva.

¿Cuál crees que es la importancia cultural que tiene la radio hoy en día en una era digital? ¿Cómo ves el futuro de la radio como un medio? 

La radio en la era digital es una alternativa, pero no porque sea un medio anticuado. Las personas van en su carro y todavía sintonizan la radio porque quieren escuchar voces. Es cierto que también hay quienes ponemos música o un noticiero para escuchar a personas que brindan su opinión acerca de los problemas actuales. En el caso de programas de divulgación, cultura, artes o música, se cuenta con la ventaja de que un experto ayuda a explorar el tema. Es una experiencia mucho más viva que solo escuchar. 

A pesar del crecimiento tecnológico, la radio mantiene un nicho. Quizá no del mismo tamaño que antes, cuando era realmente poderoso. Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial se escuchaba la radio para saber qué sucedía. Ya no es tan impactante como entonces, pero su importancia continúa cuando se trata de contenidos de trascendencia. La radio se está convirtiendo en un medio de comunicación de buenos contenidos y, para preservar ese efecto, hay que mantenerla.

¿Qué queda pendiente, por parte de los medios de comunicación, para ampliar la democratización de la cultura? 

Un tema principal es cómo hacer que estos programas alcancen un mayor poblacional más alto. Es cierto que muchas veces nuestros público objetivo es de nicho, sobre todo en la radio cultural. Habrá quienes escuchen programas de música clásica, pero habrá otros que escuchen programas literarios o entrevistas culturales. Debemos mantener esa pluralidad de espacios para que tengamos una oferta amplia para el que quiera sintonizarse. 

Otro pendiente es cómo hacer que el público acceda con facilidad a estos contenidos. Una de las soluciones, evidentemente, es a través de las redes digitales. Las estaciones que transmiten por dicho medio abren sus posibilidades y, de pronto; he visto programas o pódcast que son escuchados en otras partes del mundo. En otras plataformas he visto que me saludan desde Colombia y Uruguay. La radio tiene ese potencial de romper ciertas barreras poblacionales y ampliarse, pero la pregunta es hacia dónde estamos enfocando esas estrategias. La democratización consiste en eso: abrir opciones a todo grupo poblacional. La pluralidad no consiste en inundar al medio, sino en que existan programas, por ejemplo, sobre música clásica y jazz para quienes gusten escucharlos. De ahí debemos pensar en cómo interseccionar esa pluralidad con contenidos de calidad. Debe haber un proceso formativo por parte de quienes hacemos programas para darle a la sociedad un servicio con mejores resultados y, de tal modo, lograr la pluralidad. 

¿Qué personajes de la comunidad radiofónica y universitaria han destacado a lo largo de tu carrera?

Amado Barrera, quien fue director de Radio Nuevo León, fue el primero que me abrió las puertas; Claudia Marín, una amiga muy querida; Lacho Pedraza, una voz legendaria de la vieja guardia; don Pedro Tijerina, activo desde las décadas 40 y 50; Teresita de Jesús Soto, una gran divulgadora de la música clásica; Josefina Benavides, de las voces principales de Nuevo León; Javier Castillo, un  profundo conocedor de la guitarra; Antonio Romo, de Radio Nuevo León; Antonio Guerrero Hilton, amplio conocedor de rock y quien trabajó muchos años en Radio UDEM; el Conde de Agualegua, cómico e historiador. En fin, he tenido la fortuna de conocer a grandes personajes, de aprender de su forma de trabajar  incluso –en ciertos casos– de entablar con ellos una amistad.

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