Francisco, el papa entre el humor y las bromas


Rixio G Portillo R
Por: Rixio G. Portillo R.

La noticia de la partida del papa Francisco abrió un abanico de comentarios. Sin embargo creo que vale la pena detenerse a recordarlo y hacerlo presente por medio de su característico y perenne sentido del humor. 

Desde que la Agencia Informativa UDEM me pidió un texto sobre el momento crucial que ahora mismo vive la Iglesia, pensé de inmediato que el humor podría resumir la relación del papa con los jóvenes, puesto que una sonrisa contagia sabiduría, empatía, confianza y entendimiento. El célebre escritor español José Luis Martín Descalzo decía en uno de sus libros que sería una triste renovación de la Iglesia aquella que se construyera sobre la tristeza. En su texto titulado Dios es Alegría, concluía que hace falta un poquito de humor en la experiencia de fe.

El papa Francisco veía en el humor una manera de abrir relaciones dinámicas, que permiten la ruptura con barreras y prejuicios. El humor facilita una convivencia afectiva y efectiva basada en el encuentro interpersonal, un rasgo clave en su estilo de comunicación. 

“El lenguaje del humor es adecuado para comprender y ‘sentir’ la naturaleza humana. El humor no ofende, no humilla, no clava a las personas en sus defectos”, dijo durante un encuentro con artistas del mundo de la comedia.  

El humor también en clave porteña. Francisco, quien no quiso renunciar a su nacionalidad argentina y viajaba a los países con el pasaporte de su país, trasladó esa impronta bonaerense a la enseñanza de la Iglesia. Sus palabras tienen ese sabor a humor que no provocan una risa efímera, sino una sonrisa espiritualmente alegre, que incluye la creación de neologismos como primerear, photoshopear y pavonearse.

En este sentido, la ironía es una huella del humor argentino. De acuerdo con el papa “es una medicina, no sólo para levantar y alegrar a los demás, sino también a nosotros mismos, porque la autoburla es un poderoso instrumento para superar la tentación hacia el narcisismo”, afirmó en un editorial para The New York Times, en el año 2024. 

El humor era algo serio para el papa, aunque suene paradójico. Cada día rezaba una oración para mantener vivo su compromiso con la alegría. No era una oración propia, sino de Santo Tomás Moro, y decía: “Dame, Señor, el sentido del humor. Concédeme la gracia de comprender las bromas, para que conozca en la vida un poco de alegría y pueda comunicársela a los demás”.

Y como esto es un breve comentario sobre la alegría, aquí van algunos chistes del papa Francisco, quien seguro sigue riendo en el cielo y desea ser recordado con ese sano humor que alegra el corazón:

«¿Usted sabe cómo se suicida un argentino? Se sube arriba de su ego y de allí se tira abajo».

Este último chiste fue publicado en su reciente autobiografía: 

“Un jesuita algo vanidoso tiene un problema cardíaco y debe ingresar en el hospital. Antes de entrar en el quirófano, el jesuita le pregunta a Dios: «Señor, ¿ha llegado mi última hora?». «No, vivirás por lo menos otros cuarenta años», le responde Dios. En cuanto se restablece, el jesuita aprovecha para hacerse un trasplante capilar y un lifting facial, una liposucción, arreglarse los párpados, la dentadura… En fin, sale del hospital siendo otro hombre. Pero justo al salir, un coche lo atropella y muere.

Cuando se presenta ante Dios, protesta: «Señor…, ¡me dijiste que viviría otros cuarenta años!». Y Dios le responde: «Uy, perdona…, no te reconocí…».

Sobre el autor:

Rixio G. Portillo R.

Profesor del Departamento de Cine y Comunicación de la Universidad de Monterrey.

Con el objetivo de motivar la participación ciudadana y para garantizar un tratamiento informativo adecuado frente a los contenidos presentados, los invitamos a escribir a [email protected] en caso de dudas, aclaraciones, rectificaciones o comentarios.

Scroll al inicio