
Jorge Bergoglio, amante del fútbol, la literatura, el tango y la cocina
Por: Paula Rodríguez y Miguel Gómez
Jorge Mario Bergoglio, nombre secular del Papa Francisco, contó en diversas entrevistas y en una autobiografía sobre las cosas “humanas” que lo apasionaban: el fútbol, la literatura, el tango y la cocina, todas las cuales amó desde una perspectiva religiosa, como la literatura y la música, o como vías para construir un mundo mejor, como el fútbol y la cocina.
Después de 12 años de Pontificado, Francisco falleció el pasado lunes 21 de abril a sus 88 años y fue sepultado el sábado 26 en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, lugar que él eligió como su última morada. A su entierro acudieron más de 400 mil personas, por lo menos 50 jefes de Estado y varios líderes religiosos de otros credos con quienes el Papa tejió lazos de respeto y empatía.
Francisco no solo fue el primer Papa latinoamericano, el primer jesuita en llegar al liderazgo mundial de la Iglesia Católica, el primero en llamarse Francisco y el primero en un siglo en no ser enterrado en la Basílica de San Pedro, sino que también destacó por su estilo de vida sencillo y su cercanía con la gente.
1. Gran hincha del San Lorenzo
Jorge Mario Bergoglio amaba el fútbol y era un hincha declarado del Club Atlético San Lorenzo de Almagro, mejor conocido como San Lorenzo, de la ciudad de Buenos Aires.
Su amor hacia el club nació desde muy chico. Bergoglio contaba que su padre era hincha del San Lorenzo y que a la edad de 9 años comenzó a llevarlo al estadio Gasómetro, que quedaba ubicado en el barrio Boedo, en donde fue fundado el club en 1908 por un grupo de jóvenes impulsado por el sacerdote salesiano Lorenzo Massa. En 1993 se inauguró el Estadio Pedro Bidegain, conocido como el Nuevo Gasómetro, en la zona del Bajo Flores, muy cerca del barrio de Flores, en donde nació Bergoglio y en donde tiene su casa paterna.
La pasión de Bergoglio por el fútbol y por el San Lorenzo lo llevó a hacerse socio de este club. El Papa Francisco tenía su carnet número 88 mil 235 y era uno de los 90 mil socios de este equipo de la primera división, el cuarto con más hinchas en Argentina, con cerca de 3 millones. El equipo acumula 22 títulos: 15 campeonatos de Primera División, 2 copas nacionales y 5 títulos internacionales.
Sin embargo, más allá de su amor por el San Lorenzo estaba la visión de Francisco por la importancia de este deporte como medio para vivir en paz y en hermandad. De hecho, uno de los programas de Scholas, una organización internacional de Derecho Pontificio, sin fines de lucro, creada por el Papa Francisco en 2013 que busca transformar la educación y fomentar la inclusión social, es el de la Liga Internacional de Fútbol, cuyo objetivo es educar e integrar a los jóvenes alrededor del mundo a través del deporte.

El pasado sábado 26 de abril, San Lorenzo de Almagro se despidió del Pontífice y le rindió una serie de homenajes en la cancha. Durante el partido contra Rosario Central, los jugadores de San Lorenzo vistieron camisetas con un parche que mostraba la imagen del Papa junto a la leyenda Juntos por la Eternidad, además de pancartas con la misma frase que evidenciaban el fuerte vínculo del equipo con el Pontífice.
2. Amigo de Borges y apasionado de Virgilio
Bergoglio fue un gran lector y amante de la literatura. De hecho, enseñó esta materia en un colegio jesuíta de la provincia de Santa Fe, al noroeste de Buenos Aires.
La cadena de medios británica BBC rescató y publicó en el año 2016 la historia de cuando Bergoglio, aún sin haberse ordenado como sacerdote, conoció al escritor argentino Jorge Luis Borges, autor de obras como Ficciones y El Aleph, un encuentro que forjó una amistad entre los dos personajes que quedó plasmada en varios escritos. La historia ha adquirido nuevamente relevancia, luego de la muerte del Papa.

En 1965, cuando Bergoglio era profesor de Literatura en el Colegio Inmaculada Concepción de la provincia argentina de Santa Fe, momento para el cual no sólo tenía leída la obra de Borges, sino que pedía la lectura de ésta a sus alumnos, el religioso, entonces de 29 años, invitó al escritor a su escuela a dictar un seminario sobre Martín Fierro y la literatura gauchesca para sus alumnos de cuarto y quinto año de secundaria. Borges, ciego y de 66 años, aceptó.
Años después, los pormenores de la visita de Borges, uno de los más grandes exponentes de la literatura latinoamericana, al colegio donde trabajaba Bergoglio quedaron plasmados en el libro De la edad feliz, que fue escrito por el periodista Jorge Milia, uno de los alumnos del sacerdote, y cuyo prólogo fue escrito por el Cardenal Bergoglio en el año 2006.
Pero, previo a aquél encuentro de agosto de 1965, Bergoglio le había enviado a Borges una selección de dos cuentos escritos por sus alumnos, luego de lo cual el mismo escritor sugirió la compilación y publicación de esas historias, y de otras futuras. Borges escribiría el prólogo de ese libro, titulado Cuentos originales.
Pasada la semana de actividades protagonizada por Borges en el colegio jesuíta, los dos continuaron frecuentándose. Bergoglio se ordenó sacerdote cuatro años después, el 13 de diciembre de 1969, y durante su vida se refirió varias veces a Borges, no sólo en el prólogo de De la edad feliz, sino también en algunos de sus escritos, como en su último libro Esperanza. La autobiografía, publicado el 14 de enero de 2025.
“Admiré y estimé mucho a Borges, me impresionaba la seriedad y la dignidad con las que vivía la existencia. Era un hombre muy sabio y muy profundo”, cuenta el Papa en su autobiografía, en la que también afirma que, a pesar de que Borges se autodenominaba agnóstico, sabía que rezaba cada noche el Padre Nuestro y que antes de morir recibió los sacramentos.
Borges, por su parte, también compartió con algunos de sus amigos la visión que tenía de Bergoglio. Uno de ellos, el poeta argentino Roberto Alifano, dijo que el escritor le contaba sobre los encuentros y las pláticas que sostenía con el sacerdote, con quien afirmaba que lo unía una gran amistad. “El padre Bergoglio es una persona inteligente y sensata; con él se puede hablar de cualquier tema: de filosofía, de teología, de política”.
Borges falleció en 1986, doce años antes de que el padre Bergoglio se convirtiera en Arzobispo de Buenos Aires.
Pero Borges no era la única debilidad literaria del Papa. Entre sus textos clásicos favoritos se encontraban la Eneida, del poeta romano Virgilio, y Las flores del mal, del poeta francés Charles Pierre Baudelaire. El primero de ellos es una epopeya que alude a la fundación de Roma, otorgándole un origen mítico, mientras que el segundo es una colección de poemas en los que el autor habla de la fe cristiana, de la manera como el hombre vive su vida terrenal y cómo lo ve Dios desde el cielo.
El Papa, en su autobiografía, también habla de escritores como el mexicano Octavio Paz, el ruso Fiodor Dostoievski y los argentinos Martín Fierro, Esther Vázquez y Leopoldo Marechal, entre muchos otros.
3. Le gustaba bailar tango
El tango, el género musical insignia de la cultura argentina, era uno de los favoritos del Papa. De joven lo bailaba y durante toda su vida lo escuchó.
“Me gusta el tango. Lo he bailado en mi juventud. Es una música que toca el alma”, confesó Francisco en una entrevista.
El tango, surgido a finales del siglo XIX, resultó de una fusión de las culturas afroamericana, indígena, gauchesca (criollos mestizos), española e italiana, mezclada con los aportes de la diversidad de inmigrantes que llegaron de Europa. Este baile, hoy conocido mundialmente, nació en la cuenca del Río de la Plata, entre las comunidades populares de las ciudades de Buenos Aires y Montevideo.
Bergoglio no se consideraba un bailarín de tango experto, pero lo disfrutaba, y siempre mostró su gusto por esta música, especialmente por las canciones de Carlos Gardel, conocido como el mayor exponente de este género. La canción favorita de Francisco era La Cumparsita, un tema que habla de la soledad, de los recuerdos y de un amor que ya no está.
Gardel, conocido como “El Rey del Tango” o “El Zorzal Criollo”, tiene varios éxitos, como Por una cabeza, Mi Buenos Aires querido y El día que me quieras, entre muchos otros. Además de tango, Gardel cantaba milongas, otro de los géneros musicales y de baile que también le gustaba al Papa. Aunque el tango y la milonga son parecidos, la milonga es una música mucho más rápida y alegre que el tango.
4. Sabía cocinar
El Papa Francisco cocinaba y comenzó a hacerlo desde muy joven. El Sumo Pontífice contó en diferentes entrevistas que cuando su madre tuvo que guardar reposo luego del nacimiento de su hermano, él se encargó de hacer la comida para su familia, una actividad que siguió practicando durante muchos años más, pues cuando era Arzobispo de Buenos Aires se cocinaba su propia comida. Contaba que preparaba sopa de verduras, milanesas y mate.
El Papa recordaba con algo de humor que, si bien no era un chef profesional, nunca llegó a «envenenar a nadie». Su hermana, María Elena Bergoglio, ha dicho que la cocina era una de sus fortalezas, por la sazón de sus platillos.
Uno de sus platillos favoritos, que no solo disfrutó durante toda su vida, sino que también fue uno que aprendió a preparar desde muy joven, fue la pizza, y la que más le gustaba era precisamente la que preparaba en casa.
Según El libro de cocina del Vaticano (The Vatican Cookbook), escrito por un chef que pertenece a la Guardia Suiza, junto con dos integrantes más de esta institución militar que es la encargada de custodiar al Santo Padre, y publicado en 2014, los platos favoritos del Papa Francisco eran los clásicos alfajores argentinos, el dulce de leche, la colita de cuadril (carne de res), las empanadas de pepperoni y la “pizza a caballo”, una pizza típica de Argentina que se corona con huevo.

Adicionalmente, como demostración de apego a su cultura, el Papa aseguraba que sabía hacer el asado perfecto, ya que aprendió de su abuela habilidades como elegir el corte adecuado de la carne y a marinarla muy bien con hierbas aromáticas. También sabía hacer chimichurri para acompañar el asado.
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