
¿Qué es lo que explica que el mexicano sea una persona feliz?
Por: Daniela Regil y Andrea Zárate
Aunque las circunstancias puedan ser adversas o los mexicanos enfrenten carencias económicas, los lazos familiares y emocionales, aunado a su idiosincrasia y a una fuerte tradición cultural, hacen que el mexicano sea una persona feliz por naturaleza, un estado que ha llevado a todos los ámbitos de su vida, coincidieron especialistas en comportamiento humano y estructuras sociales.
El análisis surgió a raíz de los datos del último Informe Mundial sobre la Felicidad, que se dio a conocer el pasado 20 de marzo y en el que México se ubicó en el lugar número 10 de entre 147 naciones encuestadas.
Es la primera vez que México aparece entre los 10 países más felices del mundo y llama la atención el dato porque muestra un avance de 26 lugares en dos años, pues en el 2023 ocupó el lugar 36 y en el año 2024 se ubicó en el puesto número 25, lo que detonó el análisis de especialistas sobre los factores que explican ese estado de bienestar en el país.
Norma Judith Saeb Torres, psicóloga e investigadora del Centro de Integridad de la Universidad de Monterrey, dijo que los resultados de esta encuesta se pueden relacionar con la cultura de resiliencia que existe en México, donde las personas encuentran el lado bueno a muchas situaciones, aunque sean desafiantes, y crean un sistema cultural que brinda cierta fortaleza como comunidad para salir adelante.
“Nos enseñan a encontrar el bien estar aún con las circunstancias, es algo que aprendemos en nuestras familias y comunidades. Incluso, la tradición religiosa, característica también en nuestra cultura mexicana, nos enseña a ponerle buena cara a todo”, aseguró Saeb Torres.
Pero, según Mauricio Argüelles, investigador en desarrollo social, el exceso de positivismo no es el único factor que fomenta la felicidad mexicana, también la evasión de los problemas y emociones complejas juega un papel importante.
“La felicidad del mexicano es también evadir: alcoholizarse, hacer fiestas por cualquier cosa, estar gastando más de lo que recibe de ingreso; y vivir en el presente, porque el futuro está fuera de nuestro alcance”, dijo Argüelles.
Para la socióloga Marissa Rodríguez-Sánchez, el resultado de la encuesta puede ser engañoso y debe mirarse con ojo crítico, toda vez que estar en las posiciones principales de este ranking no necesariamente es un signo de bienestar estructural, sino una evidencia de la manera en que se ha aprendido a sobrellevar otras carencias.
“En México, el humor sirve para resistir, pero también para encubrir. La celebración, en muchos casos, es una pausa emocional frente al desgaste. Decir que los mexicanos somos felices porque celebramos todo es una lectura superficial”, afirmó Rodríguez-Sánchez, quien también es antropóloga y profesora de la Facultad de Educación y Humanidades de la Universidad de Monterrey.
El Informe Mundial sobre la Felicidad se realiza desde el año 2012 y es publicado por el Centro de Investigación sobre el Bienestar de la Universidad de Oxford, en colaboración con la empresa de análisis Gallup, la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y un consejo editorial independiente. Y mide, entre otras cosas, el PIB per cápita, la esperanza de vida saludable, la libertad para tomar decisiones de vida y, por primera vez en el 2025, el impacto de los lazos familiares en la felicidad.
La encuesta, que históricamente ha tenido dentro de los primeros lugares a los países nórdicos (Finlandia, Suecia y Dinamarca), tuvo este año a dos países latinoamericanos en el top ten: Costa Rica, en el sexto lugar, y México, en el décimo.
El papel de la familia y la comunidad
Saeb Torres explicó que la felicidad es una percepción que se construye a partir de la fuente o el origen que cada persona asocia con sentirse bien. “Es un proceso cognitivo que depende de nuestras experiencias y de la forma en que las interpretamos. Por lo tanto, la felicidad en México naturalmente será distinta a la de otros países”.
Según Saeb, mientras que en algunos países la felicidad tiene una relación con el poder económico, en México se inclina más por la familia y la comunidad, por las personas y los lazos que se forman con ellas, lo que hace que, a pesar de los retos, la persona se mantenga unida a un grupo, al que naturalmente se busca pertenecer. Y, además de contribuir a este estado de felicidad del mexicano, es un hecho que el apoyo social y la cercanía emocional favorecen la salud mental, dijo la especialista.
“La felicidad es una cuestión de percepción, un individuo puede tener una necesidad económica, pero a su vez sentirse feliz por tener seres queridos”, sostuvo.
Argüelles concordó en que México es un país comunitario y que este aspecto ayuda a fomentar la felicidad de sus habitantes.
“La gente comparte, sin esperar nada a cambio, y eso da un sentimiento de certeza, seguridad, de fraternidad, de amor de uno a uno. Y sí, tenemos muchos problemas económicos y de inseguridad, pero hay sentido de pertenencia y gran arraigo, identidad, y lazos de interacción familiares y comunitarios que nos hacen sentir parte de un todo”, afirmó Argüelles.
Sin embargo, Rodríguez-Sánchez cuestionó que sobre esos lazos comunitarios y familiares haya descansado tanta responsabilidad en lo que tiene que ver con el cuidado y el bienestar de las personas.
“Aunque la familia y las redes de apoyo han sido muy importantes, se les ha dado demasiada responsabilidad durante mucho tiempo. Hay cosas que deberían ser garantizadas por el Estado, como la salud, la educación o la seguridad, y que, en realidad, han sido solventadas por la familia y la comunidad, por lo que estas redes de apoyo terminan por cargar con un peso emocional y físico que resulta siendo muy desgastante”, afirmó la socióloga.
“El apoyo social es clave, sí, pero también lo es su fragilidad, su agotamiento, su instrumentalización”, añadió Rodríguez-Sánchez.
¿Es bueno tanto positivismo?
La psicóloga Norma Saeb dijo que el exceso de positivismo puede resultar peligroso porque las personas pueden tomar decisiones con base en una realidad distorsionada, por lo que recomienda regular este tipo de percepciones positivas, buscar un equilibrio en el que se conserven el sentido de humor y el positivismo que caracterizan al mexicano, sin que esto le haga perder las dimensiones de su realidad y contexto.
“La forma más sana de enfrentar las dificultades y desafíos es manteniendo el sentido del humor porque con él podemos encontrar esperanza y ganas para salir adelante, y transitar de la mejor forma por la situación complicada que se esté viviendo, pero es también importante enseñar a las generaciones más jóvenes que la vida es complicada y maravillosa, que las dificultades son parte del crecimiento y que hay formas de salir adelante”, expresó Saeb.
Rodríguez-Sánchez dijo que lo estructural y lo emocional forman parte de la misma moneda, por lo que hizo un llamado para crear más espacios de encuentro, políticas de cuidado y más reconocimiento de los saberes emocionales comunitarios en los que la felicidad no exime del derecho a una vida buena, sino que es compatible con exigir justicia, equidad y paz.
“La capacidad de generar bienestar o de celebrar la potencia festiva de lo humano en medio del caos es admirable, pero no debe convertirse en un argumento para romantizar la miseria o justificar la inacción. Después de todo, si la felicidad puede florecer en el caos, lo justo sería que pueda hacerlo también en la dignidad”, concluyó.
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