Las novelas nacen, mueren y se entierran en Monterrey, esta es la premisa con la que surgió el grupo de escritores regiomontanos El Panteón, creado por los literatos Felipe Montes, David Toscana y Hugo Valdés, señaló Felipe Montes, durante el evento ¿Apoco existe la literatura regiomontana? organizado por el grupo estudiantil Punto y Coma en el marco del Día Internacional del Libro.
De acuerdo a Montes su primer encuentro con Toscana ocurre ante su primera experiencia en un taller literario, impartido por el poeta Jorge Manuel González en la UDEM, donde su interacción con un Toscana inseguro que practicaba discretamente la escritura dado su temor a las burlas, fue el inicio del intercambio, crítica y edición de textos.
Montes afirma que cuenta con una producción literaria de 82000 páginas y alrededor de 72 libros siendo su objeto de inspiración, al igual que otros escritores de El Panteón, la ciudad de Monterrey.
Paulo Alvarado, profesor del departamento de humanidades en la UDEM, brindó una explicación sobre los elementos de la literatura regia, destacando el estilo de las novelas de Montes por su naturalismo fantástico donde el ambiente influye en las transformaciones de personajes con características no convencionales.
“La literatura regia es a sí misma marginal, mientras como regiomontanos no miremos al marginado como otro libre, la literatura regia no será leída, de esta forma la literatura regia es mímesis y expresión de los regios.” manifestó Alvarado.
Las críticas indican que al tomar como tema literario a Monterrey, el escritor corre el riesgo de tener una obra demasiado regional y por lo tanto ser poco leído o comprendido, frente a esto hay que abandonar la baja autoestima literaria ya que otras grandes obras maestras de escritores como Cortázar, Balzac, Dickens, Dostoyevski, y Tólstoi son de carácter regional, dijo Montes.
Irma Martínez, editorialista por más de 25 años en el periódico El Norte, quien se encontraba en el público, expresó que en la obra de Montes hacía más falta la investigación puesto que hallaba inconsistencias históricas en su obra; a lo que Montes respondió que sus obras no son de un carácter histórico sino literario.