“Dudar mantiene viva la curiosidad”: Alberto Ruy Sánchez
Por: Samuel Sierra
El exilio, el poder y la duda son los temas que laten a lo largo de esta conversación con Alberto Ruy Sánchez, sobre todo porque son los temas que aborda en su más reciente publicación El expediente Anna Ajmátova, una biografía novelada de la mujer que fue castigada y silenciada por el régimen autoritario de Moscú, en la que se reivindica el poder subversivo de la literatura.
¿Cómo repercute el exilio en la identidad de una persona exiliada?
Es un tema que me ha interesado siempre. Sobre todo desde la época en que viví fuera de México. Fui a estudiar a Francia en los 70. Todos los latinoamericanos a mi alrededor eran exiliados. Pero no solamente los latinoamericanos: había una efervescencia del exilio. Me daba cuenta de cómo no es lo mismo para todos: cada quién lo vive de una manera distinta. Y de cómo crea, al mismo tiempo, una necesidad de crecer tus posibilidades como persona, pero también destruye.
Es un tema que en realidad está en todos mis libros. Aquí por partida doble. Primero, me interesó porque Anna Ajmátova pertenece a un grupo de creadores que son todos exiliados menos ella. Ella decide no irse. Me interesó que en este collage que es la novela se permite justificar casi cincuenta voces, principalmente recopiladas por Vera Tamara y por una editora que dice en la última frase del libro: “Nadiejda Livanova, ucraniana en el exilio”. Ella es de Crimea, territorio que Putin se apropió en 2014. Ella es el paso entre el exilio de una persona que ya murió (Vera) y una visión cercana a nosotros. Ella se esfuerza para hacer más legibles muchas de las cosas de la novela.
Un filósofo polaco que me interesa mucho, Leszek Kolakowski, dice que la gran invención, la única transformación, de la unión soviética es una realidad paralela. Quiere hacer como si fuera científicamente comprobable pero es una invención. Hanna Arendt describe cómo el gobernante populista necesita mentir, porque cuando la gente escucha mentiras de un poderoso, no solamente es que se las crea, sino que deja de importarle si es verdad o mentira. Y lo mismo pasa con la ciencia dictada por el poder. Deja de establecer el método científico, deja de tener la duda, para convertirse en solo constatación del poder.
Deja de relacionarse con la realidad
Para convertirse en una complacencia ideológica del poderoso. Porque ni siquiera es que digas: “es que cree que va a cambiar el mundo”. Lo dice, pero en realidad está complaciendo a su patrón, al líder carismático.
Cuando pierde el poder, o cuando fallece, ¿qué legado científico dejó?
Imagínate, simplemente, esa patología expandida con los remanentes de un virus social. Que puede volver a germinar en gente ignorante. Yo tengo la impresión de que los militantes políticos que se convierten en fieles de un líder o de una doctrina, son gente que tuvo una relación problemática con sus padres. Están buscando que les digan qué pensar, buscan la aprobación de una figura paterna.
¿De qué forma se relacionan el santo y la hiena en una sola persona?
Hay una observación muy antigua, del mejor amigo de Montaigne, Étienne de La Boétie (estamos hablando de 1500 y tantos, en Francia; trata de reyes, no de líderes socialistas). Tiene un ensayo: Sobre la servidumbre voluntaria. Aquí se pregunta: ¿por qué hay hombres libres que les gusta ser esclavos? ¡Si son libres! Examina muchas causas, pero a final de cuentas, dice, lo más poderoso y lo que es constante en todos los casos es que el líder carismático que fascina a la gente es un hombre cruel. Despierta en sus seguidores la parte de crueldad humana. Ahí está la hiena. Todo mundo puede ser cruel y el líder carismático que habla de utopías y de cambiar el mundo le permite a cada uno crecer su hiena. En todos estos fenómenos los seguidores son linchadores. Les gusta acechar al ser distinto. Como hienas.
Y el linchamiento es el proceso jurídico más cruel.
Y popular incluso. Las hienas siempre atacan en grupo; una nunca ataca sola al león. El linchamiento es las brujas de Salem.
Te quería preguntar si Veridze logra contar historias cerradas o quedan algunos misterios sin resolver, ¿cómo, de dónde surge la obsesión de Stalin?
Lo más sano es la duda. Dudar mantiene viva la curiosidad, pero también lo que te hace no cerrarte. Tiene que haber muchas cosas que no sepamos. Los humanos somos en gran parte impredecibles. Siempre habrá más misterios. En la realidad, por supuesto muchísimos, pero también en la ficción. Es como si fuera teatro y estuvieran actuando. Lo importante es que la trama esté tan viva que no puedas saberlo todo. Lo dice Hanna Arendt cuando habla de la banalidad del mal. En una circunstancia extrema, de pronto hay gente que decide no pensar, sino obedecer.
Hay otra cosa que tiene que ver con tu pregunta y con la escritura. A diferencia de otros textos que he hecho, esta novela es aproximación a la verdad por la concentración. Cada página concentra factores, personajes, información y trama. Cada una puede ser una micronovela. No es cuento, ni poema o ensayo, tiene de los tres: es una micronovela. Esa concentración permite dudar, crear posibilidades, causas…
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