René Castillo, animador mexicano, cuenta cómo alcanzó el éxito
Por: Jimena Iribe, Raquel Hernández y Claudia Carolina Loya
El animador mexicano René Castillo Rivera, ganador de más de 100 premios internacionales por varios de sus cortometrajes, reveló ante un auditorio de unos 250 estudiantes cómo encontró la ruta que lo llevó a realizar cintas animadas reconocidas en distintos países y los invitó a buscar el camino del éxito para su futuro.
Castillo Rivera, realizador de los reconocidos cortometrajes Sin Sostén y Hasta los Huesos, contó que un accidente que casi le quita la vida, le permitió encontrar su verdadera pasión por la animación stop-motion, una técnica que genera movimiento a partir de la sucesión de imágenes, fotos u objetos estáticos, utilizada actualmente en películas animadas.
Ese accidente lo impulsó a cambiarse de la carrera de Administración de Empresas a Comunicación, en donde aprendió la técnica de animación cuadro por cuadro, explicó Castillo Rivera durante su conferencia Memorias y experiencias de la animación de Pinocchio en el Taller del Chucho que impartió en el Teatro de la Universidad de Monterrey (UDEM), en el marco del encuentro interuniversitario de la región Noreste del Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación (Coneicc) que se realizó el lunes 4 de marzo.
“Después de mi accidente estaba convencido de que iba a morir pronto y tenía que encontrar algo que valiera la pena en la vida“, señaló el animador.
Ese evento cambió sus metas y lo impulsó a perseguir el éxito. “Las ganas de hacer algo antes de morir me llevó a encontrar mi verdadera pasión”, dijo.
Castillo Rivera contó su historia para invitar a los alumnos a disfrutar de cada momento de sus vidas como si fuera el último. “Si les gusta mucho algo, no lo pueden hacer mal. Hacerlo bien y con pasión les dará más oportunidades de tener éxito y ser felices”.
Cortometrajes que marcan su trayectoria
Después de su primer cortometraje Guitamorfosis, que realizó en 1992 cuando aún estudiaba su carrera universitaria, trabajó en 1998 la cinta de animación Sin Sostén, en la que utilizó 150 kilogramos de plastilina, lo que le dio a la historia una capa adicional de profundidad, permitiéndole al espectador sumergirse completamente en un mundo visualmente impactante, en el que cada detalle, desde los movimientos sutiles de los personajes hasta los escenarios meticulosamente diseñados, contribuye a la atmósfera única de la obra.
Con este trabajo ganó el premio Ariel al mejor Cortometraje de Animación, además de otros reconocimientos internacionales y de hacerse merecedor a participar en el Festival de Cannes.
Su siguiente éxito fue el cortometraje Hasta los Huesos, realizado en el año 2001 y con el cual ganó más de 60 premios en distintos festivales internacionales, como el de Annecy, en Francia.
Pinocchio, su último éxito
Esta película, dirigida por el mexicano Guillermo del Toro y estrenada en octubre de 2022, contiene dos escenas realizadas por Castillo Rivera.
Esta película es una adaptación oscura y fantástica del clásico cuento de hadas del mismo nombre. La historia es sobre un niño de madera llamado Pinocchio, quien desea ser un niño de verdad y se embarca en un viaje lleno de peligros y aventuras para encontrar su lugar en el mundo. A lo largo de su viaje, Pinocchio se encuentra con personajes extravagantes y descubre lecciones importantes sobre la vida, la amistad y la redención. Del Toro utiliza su estilo distintivo para crear un mundo visualmente impresionante que cautiva al espectador mientras explora temas profundos y oscuros.
Aunque la mayoría de la producción de la película se hizo en Estados Unidos, Castillo Rivera residió y trabajó durante ese tiempo en el Taller del Chucho, en Guadalajara, un estudio de animación creado por Del Toro. Desde allí realizó las dos escenas para la película.
Hacer la primera escena, en la que los conejos cargan el ataúd, fue un proceso muy extenso, con una duración de aproximadamente dos meses, contó el animador. Durante ese tiempo, se dedicó a realizar diversos estudios, incluyendo el análisis de los movimientos de los pies y del ataúd.
La segunda escena, el baile del grillo, la realizó con la ayuda de la coreógrafa de La La Land, la estadounidense Mandy Moore, quien aportó dos coreografías para el baile del insecto.
El reto, dijo, además de la creación de las escenas, estuvo en hacer un trabajo contra el tiempo, que se redujo de dos meses a uno, pero que debía ser de gran calidad. Para lograrlo, se apoyó con una colega chilena que ya había animado partes del grillo para concretar la finalización del trabajo.
El resultado fue una película que cautivó a audiencias y críticos por igual, obteniendo numerosos premios y dejando en evidencia que el camino del éxito se lo marca cada persona, de acuerdo a sus metas y esfuerzo.
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