El deporte mexicano, una tarea pendiente
“Una de las políticas que vamos a tener son las puertas abiertas, puertas abiertas con los deportistas”, afirmó Rommel Pacheco, nuevo titular de la CONADE. El exclavadista asumió su puesto hace menos de un mes y, desde entonces, un rayo de esperanza ha iluminado los deportistas mexicanos. Un sentimiento que, durante seis años, Ana Gabriela Guevara les arrebató; esa es, al menos, la percepción general que se tiene de su gestión.
El caso de Alejandra Valencia, que ocurrió de modo posterior a los últimos Juegos Olímpicos, causó revuelo en los interesados por el deporte y dividió opiniones en redes sociales. El centro del debate: la beca de la arquera mexicana sufrió una reducción. De poco o nada le sirvió a Valencia la medalla de bronce que trajo de París, junto al equipo que integró con las atletas Ana Paula Vázquez y Ángela Ruiz.
Por su parte, Ana Guevara declaró que no se trató de un tema personal. «Se le notifica su baja del monto de beca, está estipulado en el tabulador, no es un invento. Está separado lo que tiene que ver con medallas compartidas y de carácter individual. Ella no ganó medalla en su prueba individual, quedó sexta, y logró el bronce por equipos», explicó en una entrevista para ESPN. Además, afirmó que el monto de Alejandra Valencia se vio afectado porque –hasta entonces– la arquera contaba con el más alto, concedido luego de alcanzar la medalla individual en el campeonato del mundo de 2023.
Durante años, la gestión de Guevara recibió numerosas críticas, a menudo relacionadas con sospechas acerca de presuntos actos de corrupción y al bajo apoyo que dirigido a los deportistas. Y, desde luego, lo que aconteció a la olímpica mexicana causó un enorme revuelo. Pero, ¿y si el deporte mexicano lucha contra algo más grande que una sola persona? Es lógico que, como sociedad, se señale, cuestione y critique a la directora, puesto que ella tiene la obligación de salir y dar la cara. Sin embargo, es posible que la raíz del problema sea distinta.
Alejandra Valencia asegura que las reglas están mal hechas y que, si bien la CONADE se encuentra de su lado, en la práctica no puede hacer nada. “Ya se habló con CONADE; dijeron que van a revisarlo porque también están atados de manos en está situación. Ellos también saben que está mal” fue su declaración. Palabras semejantes llevan, sin duda, a reflexionar si un cambio en la dirección –hoy ocupada por Rommel Pacheco– cuenta con las herramientas para revertir la precaria situación que vive el deporte mexicano o, por otra parte, si las cosas seguirán igual.
Es verdad que, por lo menos hasta la fecha en que se redactó esta columna, Rommel Pacheco ha dejado un buen sabor de boca. Dejó claro que hará lo posible para frenar la reducción de becas. Sin embargo, persiste una pregunta: ¿cuenta con las facultades de facto para lograrlo, o su plan será detenido y/o afectado por grupo que las supera?
¿Fue la exdirectora de la CONADE una participante más en la corrupción descarada de nuestro país o simplemente sometió su gestión a las órdenes recibidas desde otro grupo de poder? Es difícil saberlo, pero la respuesta a esa pregunta –sin importar cuál sea– sugiero que no ignoremos el asunto más importante: es Rommel quien ahora cuenta con seis años para llevar a cabo un plan que cambie un sistema en el cual no funcionan ni la máquina ni sus engranajes. ¿Conseguirá hacerlo o dicho sistema será, como de costumbre, la roca que obstaculiza el crecimiento de nuestro deporte?
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