De Selección a decepción mexicana; ¿por qué no avanzamos?


Cesar Aguilar
Por: César Aguilar

Luego de echar una mirada hacia atrás, debo decir que una de las relaciones de amor-odio más largas de mi vida es la que mantengo con la Selección mexicana. Me han hecho llorar de alegría junto a mi padre; aún recuerdo como ayer aquel gol de Hirving Lozano en la victoria 1-0 contra Alemania durante el Mundial de Rusia 2018. Tan solo cuatro años antes, el conjunto azteca me llevó a experimentar mi primer corazón roto, con apenas  11 años, en Brasil 2014: sucedió cuando el neerlandés Van Hunteelar metió el penal que el árbitro señaló tras una polémica infracción de Rafa Márquez. Cómo dolió ese trágico 29 de junio de 2014, día del inolvidable #NoEraPenal.

Sin embargo, la ambivalencia que me produce la Selección en tiempos recientes ya no sustituye alegría por tristeza –ni viceversa–; más bien transita entre decepción y coraje. El cuadro nacional atraviesa, desde hace un buen rato, una decadencia cuyo final no se vislumbra. En la Copa del Mundo de Qatar 2022 fue eliminado en fase de grupos y, aunque es cierto que su participación en la justa mundialista rara vez se destaca, también es verdad que una eliminación así de temprana no sucedió en las seis ediciones previas. Semejante humillación no se vivía desde 1978.

Fue un Mundial de futbol pobre por parte de México, sin táctica, con pelotazos divididos. Se esperaba el gol luego de un empate a cero frente a Polonia y una derrota contra a Argentina. Cuando al fin se presentó un triunfo, un 2-1 contra Arabia Saudita, la suerte de la Selección nacional estaba echada.

Si hubo aspectos a subrayar de México durante Qatar 2022, ninguno fue positivo: el mal parado táctico del “Tata” Martino es un ejemplo. Asimismo, que a Santiago Gimenez, Diego Lainez y Sebastian Córdova los expulsaran de la convocatoria, así como el hecho de que el Tricolor haya registrado la menor cantidad de jugadores sub-23 de toda la justa (solo Kevin Álvarez entró en esa categoría), son hechos que demuestran la mala formación de la cual adolece el talento joven en nuestro país.

Por si lo anterior fuera poco, recordemos que la decepción más reciente la vivimos en la Copa América, donde a la Selección le tocó un grupo “fácil” y solo consiguió convertir en una ocasión –contra Jamaica– sentenciando su eliminación del torneo, tras un empate con  Ecuador y Venezuela. Cabe destacar que, en esta edición de la Copa América, los canadieneses lograron avanzar a la semifinal con un equipo joven y de gran proyección.

Uno de los grandes problemas de México lo constituye la “materia prima” –el jugador–, pues, a comparación de otros años o décadas, no contamos con grandes estrellas. Dentro de las cinco grandes ligas europeas, hoy en día solo hay seis futbolistas mexicanos, mientras que unos cuantos juegan en ligas menores de dicho continente. El problema viene desde la raíz: en la liga local se apoya poco el proceso de los jugadores jóvenes; la prioridad son los extranjeros, o bien jugadores veteranos de la Liga MX. Es por ese motivo, a mi parecer, al futbol mexicano no le depara nada bueno el destino.

Ejemplos claros de lo insuficiente que resulta el apoyo al talento juvenil son Carlos  Fierro, Julio “La Momia” Gomez y Jonathan Espiricueta, jugadores que fueron parte fundamental del  plantel que ganó e el Mundial sub-17 de 2011. En ese entonces, duchos nombres eran sinónimo de promesa para la Selección mayor. Luego de observar su talento, casi los imaginamos explotando todo su potencial en una Copa del Mundo, ayudando a México a superar el cuarto partido. Mas no aconteció dicho escenario. Hoy en día, Carlos Fierro juega en segunda división, “La Momia” Gómez es albañil en Estados Unidos y Jonathan Espericueta se extravió en el futbol de llano tras el rechazo de tantos directores técnicos.

El futuro de la Liga MX tampoco pinta bien. No hay competitividad, no existe el ascenso ni el descenso, no se apoya el desarrollo de menores, no se ven técnicos ni planteles que definan una idea de juego. Y ya ni hablemos de jugadores top, cuya ausencia causa amargura entre los aficionados. En vez de solucionar este asunto, la Federación Mexicana de Futbol (FMF) se dedica a organizar  partidos “moleros», como el que pactó con Valencia, club que ahora mismo se encuentra en puestos de descenso de LaLiga; o bien contra Estados Unidos –el mismo partido de siempre–, acaso por falta de agallas para contender frente a frente con potencias mundiales, como lo hacen otras selecciones.

Aceptémoslo del futbol mexicano pende de un hilo. Como mexicano que soy, tengo la esperanza de que los directivos tomarán las decisiones con el corazón y dejarán de lado su cartera. Solo así es posible devolver al pueblo mexicano el futbol que merece.

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