Washington Post, propaganda como línea editorial

¿Hasta qué punto se beneficia la audiencia de un medio de comunicación que promueve exclusivamente las “libertades personales” y el “libre mercado”? Responder a esta pregunta es un asunto complejo, pero Jeff Bezos, fundador de Amazon y propietario del Washington Post desde el año 2013, impuso dichos principios como línea editorial obligatoria para quienes participan en la sección de opinión de su medio. A raíz de esto, David Shipley, quien solía ocupar el puesto de jefe de opinión para esta editorial, renunció al medio de prensa. Queda en quienes constituimos la audiencia, lectores de medios como este, preguntarnos si limitar las opiniones a un solo panorama es conveniente para nosotros.
A través de X (antes Twitter), millones de usuarios de la plataforma vieron el siguiente mensaje publicado por Bezos: “Escribiremos todos los días en apoyo y defensa de los dos pilares: libertades personales y libre mercado. Por supuesto, también cubriremos otros temas, pero los puntos de vista en oposición a esos pilares serán publicados por otros. Hubo un tiempo donde el periódico, especialmente el que era un monopolio local, pudo ser visto como un servicio que brindaba todas las mañanas una amplia sección de opinión que cubría todas las perspectivas a la puerta del lector. Hoy, el internet cumple ese trabajo.”
Aunque es cierto que las redes sociales y el Internet han facilitado la inmediatez de la información que consumimos, esto no necesariamente implica que todos podamos acceder a la misma calidad de contenido. “Los algoritmos pueden atrapar a los usuarios en grupos homogéneos o ‘burbujas de filtros’. Esto se debe a un proceso de retroalimentación entre el sesgo de confirmación, inherente a la psicología humana, y la exposición selectiva a la información que induce la tecnología. Al sobreexponer a los usuarios a contenidos que confirman ideas, actitudes y creencias preexistentes, se limita la diversidad de información a la que están expuestos”, señala Andrés Abeliuk en su investigación titulada Sesgos algorítmicos en redes sociales.
La suma de estos factores vuelve al Internet un espacio difícilmente alineado con todo lo que implica la labor periodística. De ahí la falta de criterio a la que ha llegado el dueño del Washington Post al censurar ciertas opiniones que, a su criterio, no merecen ser publicadas dentro de su medio de prensa. Al parecer, para el multimillonario es válida esta clase de “periodismo”.
La decisión tomada por Jeff Bezos establece una modalidad donde las cabezas de los medios de comunicación sólo dirigen su análisis a la expresión de opiniones afines a su ideología, pero ¿qué impacto tiene el hecho sobre la libertad de expresión? ¿Acaso la libertad de expresión es selectiva? ¿Sólo se respeta cuando se trata de asuntos e ideas que creemos dignas de ser difundidas?
Cuando inicié la Licenciatura en Comunicación tenía una idea completamente distinta sobre mis responsabilidades al fungir como medio de información. Hoy, tras más de dos años de poder explorar las áreas relacionadas, reconozco la responsabilidad que tenemos, como plataforma, para fomentar espacios de discusión. Más allá de proveer la información, debemos incentivar a quien nos lee y escucha, a formar su propio criterio, de modo que logre percibir lo que ocurre en su entorno y reconocer los sesgos en el contenido que consume. Porque no hay nada más peligroso que una sociedad pobre en alfabetización mediática, indefensa ante una agenda premeditada, incapaz de cuestionar y reducida a ser un títere de quienes controlan la información.
Edmund Burke consideraba a la prensa como el cuarto poder, afirmación con la que el filósofo y político irlandés destacó su peso en la sociedad moderna. ¿Qué relación tiene el poder ejercido sobre la información con la reciente decisión del Washington Post? ¿A qué estamos dándole poder al limitarnos a consumir una sola línea editorial?
Ojalá la decisión del emblemático periódico estadounidense sirva para reflexionar cuál es la verdadera labor periodística y cuál es su papel respecto a la libertad de expresión, derecho humano universal que los medios de comunicación deberían preservar. Todos tenemos algo que decir, pero no todos tienen la oportunidad de ser escuchados.
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