Es el colmo que en pleno 2015 México aún no tenga la capacidad de gozar de una libertad de expresión sin que algunas personas incurran a la censura y la represión para evitar el incomodo de ciertos estratos de la sociedad. Es verdad que entre un ambiente de elecciones y de escándalos políticos a nadie se nos deja de hacer sospechoso el oportuno y controversial despido de Carmen Aristegui, una de las periodistas más reconocidas de nuestro país, por la supuesta orden de la empresa donde ella por poco más de seis años comunicó noticias fuertes contra la política, el clero y sectores privilegiados de la sociedad. Esto se ha convertido en un hecho que causa una fuerte indignación a millones de mexicanos quienes ya no somos ajenos ante las descaradas prácticas para intimidar, reprimir y acallar a las únicas voces que sacan a la luz las noticias que provienen de un periodismo de investigación.
Con lo poco que aún queda de gozo para ejercer este derecho puedo calificar estos hechos como una transgresión a la libertad de expresión. El pueblo mexicano tiene derecho ha poder estar informado, y también de opinar, pero podemos observar que no sólo los criminales de nuestro país les interesa que no digamos nada, ni mucho menos que critiquemos en las redes sociales, puesto que al gobierno también le interesa que seamos mudos y sordos pero más que nada inconscientes, que dejemos pasar y que olvidemos. No sabemos si éste sea sólo el principio y que pronto nuestras propias cuentas en las redes sociales estén comprometidas y vetadas. ¿Será cuando a todos nos callen a la fuerza que nos decidamos poner un alto?
Especulemos que la razón para censurar a una periodista del calibre de Aristegui venga de una procedencia un tanto turbia, como altos poderes de nuestro. ¿Qué nos dice eso? Que cuando al gobierno no le parecezca lo que hagamos ellos pueden hacer que nos despidan y quedar impunes. México no sea ha podido quitar el estigma de ser un país en donde los periodistas son despedidos por realizar su trabajo profesionalmente, demostrándonos una realidad cruda en donde a los honorables y a los valientes se les despide, a los corruptos y los farsantes se les premia subiéndolos de puesto. MVS sustenta que fue por la soberbia de la periodista, un argumento que fue sacado de la manga oportunamente para silenciar a una de las pocas voces que poseía el público mexicano.
Me preocupa que como sociedad sigamos cometiendo los mismos errores, que jamás alcancemos una conciencia social ni democrática, y que no ejerzamos nuestro derecho de usar la libertad expresión. Con facilidad podemos pasar de ser Je Suis Libertad de Expresión a ser Je Suis Parte del Problema. Los comunicadores y los periodistas tenemos la tarea de presentar las noticias tal y como son, sin tener miedo a la censura por parte del poder, dándonos una responsabilidad enorme que muchos han decidido abandonar. Sin embargo la ciudadanía también está en su derecho de usar su libertad de expresión para no quedarse callados. Las críticas de un periodista ni de un ciudadano jamás deberán de ser consideradas como ilegales, mucho menos si éstas vienen de un trabajo profesional ético. Al menos fue un poco reconfortante ver que el mundo criticó y desaprobó lo sucedido, y no solamente fueron mexicanos radicados en otros países sino también tuvimos una respuesta de la prensa conmocionada. Sin embargo tampoco nosotros no debemos exentarnos de reconocer la labor y el valor del equipo de periodistas e investigadores encabezados por Aristegui. Así que no me queda más hacer un llamado al gobierno, pues si tanto le incomoda que salgan a la luz sus constantes fallas, pues incorporen la ética a sus vidas y dejen de cometer tantos actos cuestionables.
Antonio Batres
LCIC
Cuarto semestre