Con unos rizos rebeldes y grandes anteojos que cubren la mayoría de su delicado y pequeño rostro dándole un aire misterioso, Isabel Ortiz afirma no recordar con exactitud el momento en el que decidió tomar el camino del arte, aunque siempre tuvo por parte de su familia una fuerte influencia artística. Con una sonrisa que se esconde un poco detrás de su rizada melena pelirroja recuerda los momentos en los que su padre le enseñaba pinturas de Salvador Dalí y música de The Beatles y Led Zeppelin, así como su madre también le enseñaba cine de arte a ella y sus hermanos.
Reconoce que desde pequeña siempre ha tenido un gusto peculiar por lo visual y lo manual. En su época de bachillerato técnico, cuando ya había tomado la dirección hacia el diseño, el gusto por el dibujo se convirtió en pasión, y así decidió inscribirse en la carrera de artes de la UDEM.
“Soy afortunada al tener padres que me apoyaron en esta decisión. Ellos siempre quisieron que viera el aspecto realista. Me decían, ‘está bien, estudias arte, pero cómo lo comercializarás, tienes que pensar en una forma de hacer que este te genere un sustento’. Entonces por ellos siempre trate de tener en cuenta el crear algo que pudiera generarme un ingreso sin romper con el amor, la pasión y emoción que se le tiene al mismo arte”.
Ortiz lleva cinco años guardando y recolectando flores y plantas, para su colección. Comparte que al principio lo hacía con un sentimiento emotivo, ya que las obtenía como obsequios, pero pronto descubrió que había algo más en ellas que captaba su atención.
“Muchas de las flores que terminaron en mi colección y por ende, representadas en mi arte, las empecé a recuperar de las que noté que se quedaban en iglesias, esas que estaba destinadas a perderse en desechos. Llamó mi atención como estas empezaban a cambiar, se empezaban a ver desordenadas, algo muy diferente a su principal forma en un arreglo floral con un propósito específico y decidí tomarlas para demostrar que aún tenían una gran belleza”.
“Cuando empecé con mi proyecto yo no me encontraba en un lugar muy estable. Pensé: si todo lo demás no está funcionando, por lo menos que lo que produzca funcione y sea constante y congruente. Un maestro una vez confirmo mi pensamiento, me dijo, ‘estas plantas son como tú, parecen tranquilas por fuera, pero tienen algo más detrás de ellas’. Me representan a mi.
Esta serie trata de encontrar lo valioso y sagrado en lo pequeño; de darle a estas flores y plantas su lugar y momento y revelar sus cualidades ocultas.
“Si acaso, quisiera que quienes vayan a ver la exposición traten de ver un poco más allá. No busco que las vean como una pieza hiperrealista, pero que sí aprecien el juego de luz y sombra, el peso que traté de darles con su dimensión y que traten de ver la intención detrás de ellas, sus mensajes”.
Olvido y afecto es la primera exposición de arte que la egresada de la Licenciatura de Artes, Isabel Ortiz, inaugurará este jueves 17 de octubre, en la Casa de la Cultura San Pedro a las 20:00 horas.