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Isabella Cota, autora del libro Suerte o Desastre: El azar como modelo económico de AMLO. Foto: Lexie Harrison-Cripps

“La inteligencia social de este gobierno cambió la manera de hacer política”: Isabella Cota


Por: Ahimé Sánchez

El debate público en México durante el último sexenio ha presentado puntos de vista muy críticos hacia el proyecto económico del actual gobierno y el rumbo del país, pero también se han expuesto argumentos a favor del mismo, lo que ha dejado un escenario polarizado a puertas de una elección presidencial.

Isabella Cota, periodista de investigación especializada en economía, negocios y finanzas, y corresponsal económica en América Latina para el diario El País, analiza la herencia económica, financiera y política que le dejará este gobierno a México en su libro Suerte o Desastre: El azar como modelo económico de AMLO.

En entrevista con la Agencia Informativa UDEM, Cota expone su visión sobre la política económica de este gobierno, la cual plasma en su libro y que toca temas como la austeridad, las nacionalizaciones, la entrega de empresas y obras a los militares, sus programas sociales y el impacto de estos en el futuro político del país, entre otros puntos.

¿Qué representó escribir Suerte o desastre: El azar como modelo económico de AMLO?

El libro fue muy difícil de hacer porque es un tema de coyuntura. Yo tenía, por ejemplo, un capítulo completo sobre el Tratado de Libre Comercio y al final tuve que borrar una parte de este porque la situación cambió muy rápido con el tema de las consultas y eso es solo un ejemplo de cómo las ideas para este libro fueron cambiando en tiempo real.

Hay una premisa que está muy presente en el debate público y lo mencionas en tu libro. ¿Cómo podemos entender la palabra austeridad y cómo dimensionar sus implicaciones en las políticas públicas del gobierno actual?

La austeridad en el contexto de la Cuarta Transformación (4T) se refiere a un adelgazamiento del aparato de gobierno, a un despido masivo de funcionarios que ocurrió en los primeros meses de esta administración y al recorte severo en los presupuestos de salud, educación y de otros rubros que no son prioritarios para el Presidente.

Y se refiere también a lo que se pretende de México en un contexto global. Me refiero a que en esta administración una de las cosas que primero se erradicaron fueron las agencias de promoción de inversión en el extranjero, se disminuyeron los presupuestos de la Secretaría de Relaciones Exteriores y se redujo el gasto en viajes de funcionarios que tienen que salir a representar a México en el extranjero.

Sin embargo, es un concepto bastante engañoso porque no es que se haya dejado de gastar en el gobierno, simplemente lo que se hizo fue canalizar cada peso que la administración pudo a las obras emblemáticas (Tren Maya, Refinería Dos Bocas, Corredor Transístmico, etc.), en las que ahí sí no hubo austeridad.

Hay una contraposición constante en el análisis que haces en tu libro. ¿Qué tipo de balance se puede obtener de un gobierno antitecnócrata, pero con alta inteligencia social y qué nos deja para los próximos años en la manera de entender qué es la política y las funciones del Estado?

Este Presidente ha sido el primero que habló de la pobreza desde la pobreza. Esto se debe a su altísima inteligencia social y esto va a cambiar la manera en que se hace política en este país durante mucho tiempo y ya lo estamos viendo en las campañas electorales.

Hace poco estaba analizando los datos de un estudio donde se midió cómo México, en comparación con otros países, tiene fe o confía en ciertos tipos de gobierno: uno era la democracia, otro el autoritario y, por último, la tecnocracia. México perdió mucho terreno en materia de tecnocracia, que es un gobierno donde los expertos toman las decisiones. La democracia también perdió y es alarmante ver la cantidad de gente en México que apoya un gobierno autoritario.

Yo creo que esto está relacionado: los tecnócratas, durante los gobiernos de Vicente Fox o Felipe Calderón, nos decepcionaron muchísimo. En sus manos estaba que el manejo de los recursos públicos fuera honesto, transparente, correcto, honrado. Y no lo hicieron. Entonces, ahora ya nadie los quiere. Cuando AMLO critica a los tecnócratas y los equipara con el clasismo, la gente lo cree porque los tecnócratas nos desilusionaron. Estas dos cosas van a perdurar en el tiempo y va a ser mucho más difícil hacer política pública en México a partir de la 4T.

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Isabella Cota es exalumna del Programa de Comunicación de la UDEM. Foto: Lexie Harrison-Cripps

¿Cómo consideras que se renovó el debate en torno a lo público y lo privado?

Eso es quizá más importante para AMLO que para la población. A mí me ha llamado mucho la atención cómo en Nuevo León, por ejemplo, la refinería de Cadereyta, que es de Pemex, se ha convertido en un símbolo negativo, obsoleto, retrógrado, contaminante, sucio. Y esto no ocurrió en la administración pasada, cuando la reforma energética propuso modernizar a Pemex a través de las asociaciones con otras empresas. Es interesante porque si estamos ante un Gobierno que lo único que ha hecho ha sido nacionalizaciones simbólicas, como las plantas que le compró a Iberdrola o como las plantas de carbón que compró en Coahuila, no veo que haya tenido un impacto tan fuerte como quizá él esperaba. Considero que la gente sigue pensando que es necesario un modelo donde haya actores públicos y privados. No creo que la gente esté convencida de que todo lo privado debe ser público.

Otro tema de interés público que forma parte de la agenda mediática es el de los procesos de militarización. ¿Cuáles son los riesgos que se vislumbran en torno a este tipo de acciones y cambios?

En mi libro recupero una entrevista que tuve con una experta europea que ha escrito mucho sobre los procesos de militarización en Medio Oriente y en otros países y fue muy desagradable ver como AMLO siguió los mismos pasos de países como Egipto, que poco a poco le fue dando tareas civiles y empresas a los militares. Y lo que esta experta señala es que se crean muchísimas más oportunidades de corrupción, intercambio de favores, clientelismo y colusión entre estos actores que deben trabajar de manera completamente separada. En el libro hago referencia a que algunos funcionarios en el Gobierno me dijeron de manera anónima que, de todas las acciones del Presidente, esto es lo que más les incomodaba, que el Presidente les diera tanto en recursos y oportunidades de rendimientos de réditos.

Desde su campaña, AMLO dio a entender que su Gobierno se enfocaría en políticas internas, pero la economía, en medio de un mundo globalizado, siempre se ve afectada por factores externos. ¿Cómo nos acercamos a entender el giro del país en estos cinco años con lo que ha pasado a nivel internacional?

El título del libro es Suerte o desastre porque esta administración tuvo mucha suerte, pues le tocó ejecutar lo que se había negociado, antes de que tomara el poder, como parte del Tratado de Libre Comercio, como por ejemplo el mecanismo de resolución de conflictos en sindicatos y los incrementos en el salario mínimo, factores que han sido muy beneficiosos para la economía formal y, sobre todo, para la manufactura en México. Es verdad que esta ha sido una administración con una visión más integral del país, pero le faltó tener la habilidad de considerar el contexto global y el lugar de México en el mundo. Si lo hubiera hecho, hubiéramos podido aprovechar muchísimo más este interés por la inversión extranjera.

El libro está contado para que todos puedan entender cuestiones de finanzas y economía del país. ¿Qué tan importante es trabajar con un lenguaje accesible para todo tipo de audiencias?

Es quizá lo más importante porque yo no escribo para un público especializado. A mí lo que me gusta es el reto de simplificar las cosas de manera que las entienda un público general, eso me parece lo más valioso del periodismo. No necesitas ser una persona súper especializada para tener ese deseo de contar con una economía basada en un modelo más limpio, más sano, más atractivo, más justo y, por eso, me parecía importante escribir un libro que todos entendieran. Porque ese deseo de tener una mejor economía no debe estar en manos de pocos que solo entienden las cosas técnicas.

Para terminar, el libro se cruza también con tu historia personal como reportera. ¿Qué representa esto dentro de tu trayectoria?

Representa un hito para mí, es como escalar a un nivel más alto porque escribir un libro es muy diferente a hacer el reporteo del día a día. Haberlo hecho, haberlo terminado y haber estado tan satisfecha con el resultado es tan importante porque sacrifiqué todos los fines de semana y mis vacaciones durante casi dos años. Entonces, haberlo terminado es una gran satisfacción. Al mismo tiempo, siento que se ha abierto como una puerta nueva de exposición porque ya no estoy hablando a través de un diario. Esta es mi voz, son mis ideas, esto me expone muchísimo más a la crítica y me vuelve mucho más vulnerable. Esto me pone nerviosa, pero, insisto, es un hito, una gran satisfacción y representa también una nueva manera de interactuar con mis lectores.

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