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Enrique Francisco Soto Astorga, matemático de la UNAM.

Las máquinas no podrán superar nunca al ser humano: Enrique Soto Astorga


Por: Elisa Cardona, Lucía Rodríguez y Carolina Garza

Nunca habrá una máquina más inteligente que la mente humana porque la diferencia entre las máquinas, incluidas las computadoras más avanzadas, y los humanos es que estos no solo crean significados, sino que están hechos de ellos, mientras que las máquinas son solo algoritmos o mecanismos sencillos carentes de significado, aseguró el matemático de la UNAM, Enrique Francisco Soto Astorga.

Así, contrario a lo que han afirmado grandes empresarios que han invertido millones en el desarrollo de grandes sistemas de inteligencia artificial, como Elon Musk, dueño de Tesla, Bill Gates, cofundador de Microsoft, y Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, entre otros, Soto Astorga está convencido de que por más avances que logre la tecnología, esta solo podrá aproximarse al sistema humano en algunos aspectos, pero jamás podrá reemplazar ni replicar enteramente al ser humano.

«Yo sí creo que la tecnología continuará alcanzando un desarrollo interesante y que las personas podrán beneficiarse de ella en muchos aspectos, como por ejemplo que pueda reemplazar órganos particulares como el corazón, los riñones o los pulmones, pero no la totalidad del cuerpo humano y mucho menos la mente. No creo que ese sea el futuro que nos espera y tampoco creo que lo alcancemos», dijo el matemático durante su conferencia «Lo incomputable: membrana entre el mundo que es y el que podría (no) ser», que ofreció como cierre del VII Coloquio de Investigación en Comunicación realizado por la Facultad de Educación y Humanidades de la Universidad de Monterrey (UDEM).

Soto Astorga, quien es profesor del Departamento de Matemáticas de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y creó un curso llamado Filosofía General de la Computación, explicó que todas las computadoras que pueda crear el hombre, incluidas aquellas que sean el centro de control o la «mente» de los robots humanoides, tendrán siempre una memoria limitada y creada a partir de procesos de aprendizaje repetitivos, lo cual las clasificará siempre como máquinas.

«Las computadoras, las aplicaciones de inteligencia artificial como ChatGPT y todas las interfaces no son más que cuartos de pericos que repiten y repiten cosas de manera probabilística y que tratan de aproximarse a lo que un humano quiere escuchar, aunque lo que digan no necesariamente sean hechos verdaderos porque no tienen conciencia, no piensan y no pueden razonar. ChatGPT afirma que dos más dos es cuatro porque se espera que la suma de dos más dos sea cuatro y no porque ChatGPT sepa sumar», ejemplificó el investigador.

Las máquinas, dijo, aún las más complejas, son alimentadas constantemente de datos que son almacenados y que sirven para el aprendizaje continuo de las computadoras, pero ellas no pueden, ni podrán, resolver problemas lógicos por su cuenta porque no existe un significado detrás de ellas.

En un mundo en el que las computadoras, dentro de un contexto real, tienen una capacidad limitada y su memoria llega hasta donde estén programadas por los humanos, pero que dentro de un concepto de post-realidad, tema del VII Coloquio de Investigación en Comunicación, estas máquinas son vistas como sistemas sin los cuales las personas ya no pueden vivir ni interactuar y han establecido con ellas una dependencia cada vez mayor, la preocupación de Soto Astorga también ha crecido.

«Hoy, las computadoras están en todos los rincones de nuestra existencia y toman decisiones por nosotros. Estamos dejando en manos de mecanismos sencillos y sin significado nuestras decisiones. Interactuamos diariamente con algoritmos de las redes sociales que nos aconsejan cómo llevar nuestra vida, qué cosas ver y qué no, qué música escuchar. Y confiamos en las máquinas sin tener en cuenta que la inteligencia artificial se equivoca y que la tecnología a veces se utiliza para dañar a otros», dijo el académico.

Ningún mecanismo, ninguna máquina, ninguna interfaz, nada que sea creado por el hombre podrá ser autosustentante, regenerador de vida y creador de significado. Solo la vida puede serlo, afirmó el experto.

«Lo único que pude superar a las máquinas es la vida misma. Solamente las células pueden realizar mucho más que una simple máquina porque tienen significado, se regeneran, interactúan con el medio y tienen el poder de hacer que los cuerpos funcionen. La inteligencia artificial puede hacer que las cosas parezcan estar vivas, pero, de hecho, no son vida, son simulaciones de vida, pero no vida per sé», afirmó Soto Astorga.

«La vida es importante e incomputable, es decir, no puede ser expresable como una máquina de cómputo. Y las máquinas no son todopoderosas. Pero cuando el hombre intenta desarrollar tecnología súper poderosa que luego no sabe controlar o usar o cuando las personas no logran diferenciar entre lo orgánico y lo artificial se corre el riesgo de que la línea o membrana que los separa comience a romperse», advirtió el matemático.

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