El periodismo sería más interesante y mágico con el estilo que le heredó García Márquez: José Garza
Por: Gloria Pérez
“El periodismo es el mejor oficio del mundo”, afirmaba y repetía en sus discursos el escritor colombiano y Premio Nobel de Literatura en 1982, Gabriel García Márquez, quien transformó la profesión con su manera de escribir. Le quitó lo convencional y le imprimió creatividad en el uso del lenguaje para narrar hechos reales, verificables, producto de investigaciones rigurosas plasmadas en obras magistrales.
El periodista y escritor regiomontano, Celso José Garza, quien hace pública su admiración por Gabo en su libro “Devotos del Deicida. Elogio a Gabriel García Márquez”, el cual publicó en octubre del año 2014, seis meses después de la muerte del escritor, y quien tomó en 1998 un taller de periodismo impartido por el Nobel en la ciudad de Monterrey, analizó el aporte de Gabo al periodismo y qué es lo que le falta a esta profesión para aproximarse más al estilo del escritor y al gusto del lector.
En entrevista con la Agencia Informativa UDEM y con el programa “Otras historias”, de Radio UDEM, con motivo del décimo aniversario luctuoso del escritor colombiano, quien falleció el 17 de abril del 2014, Celso Garza, quien impartirá el seminario “Gabriel García Márquez: Periodista”, de forma presencial y online, contó su experiencia con el Nobel y habló de la manera como se ejerce el periodismo actualmente y las líneas que habría que atreverse a cruzar para hacer un periodismo más exhaustivo, menos mediático, más analítico y con formas más bellas en su lenguaje.
En tu libro “Devotos del Deicida. Elogio a Gabriel García Márquez”comienzas afirmando: “Para nosotros, para muchos de nuestra generación, Gabriel García Márquez es como un dios”, ¿por qué?
Como periodista, yo siempre he querido ejercer el periodismo que leo y cuando me encontré con la obra de García Márquez, el periodista, a finales de los años 80, descubrí una tendencia muy renovadora de ejercer el oficio. Gabo desarrolló en paralelo sus trabajos creativos y periodísticos. Sus obras de ficción tienen un estilo único, genuino, y su estilo como periodista es distinto, pero tampoco se aleja del García Márquez escritor de obras de ficción. Los de nuestra generación lo hemos leído con muchísimo entusiasmo, con mucha pasión y como un autor referencial que ha iluminado el camino por el que hemos transitado como reporteros y periodistas, ejerciendo el periodismo con rigor en todo lo referente a la elaboración y recopilación de información, pero con un profundo decoro literario al momento de transcribir y de escribir las noticias, las crónicas y los reportajes. Es decir, escribir una crónica como un cuento o un reportaje como una novela.
Según tu libro, tu primer contacto con García Márquez fue en tu adolescencia con la lectura de su novela “Cien años de soledad”. Luego, hacia los 18 años de edad, cuando empezabas tu carrera de Comunicación, descubriste un libro de crónicas y reportajes del Nobel que marcó tu carrera en el periodismo. ¿Cómo se fue desarrollando la relación con la obra literaria y periodística de García Márquez?
Conocía a García Márquez porque había ganado el Premio Nobel de Literatura en 1982 y mi formación en el periodismo comenzó a finales de los años 80. Descubrí que Gabo había tenido sus inicios como reportero en Colombia y luego en Venezuela y después en sus estancias en Estados Unidos y Europa. Encontrar sus crónicas fue un evento que comenzó a iluminarnos, a mí y a mi generación, en cuanto a las técnicas de escritura que él empleaba. Leí entonces “Relato de un náufrago”, que es una crónica escrita como un cuento, y luego “Crónica de una muerte anunciada”, que es una obra de ficción escrita como una crónica. García Márquez desarrolló en simultáneo su oficio de escritor y el de periodista. Dos ríos en paralelo que se van complementando: el escritor de ficción se alimenta del periodista y el periodista se alimenta de los atributos de un escritor de ficción en una sola entidad, en este caso Gabo.
Afirmas en tu libro que la obra periodística de García Márquez te ha revelado que habría que mirar el periodismo de una manera abierta. ¿Tú crees que al periodismo actual le hace falta magia o un estilo un poco diferente, como el que García Márquez usaba para hacerlo un poco más atractivo y lograr que le llegue a más personas?
Sí, sí lo creo. Yo creo en el gran poder de la subjetividad sin perder el rigor. Es decir, yo creo en las grandes posibilidades del ejercicio personal del periodismo, pero sin perder el rigor ni las reglas del juego de la profesión que son: no mentir, no tergiversar y no manipular. Defiendo la búsqueda de un estilo personal, genuino, como lo consiguió García Márquez y como nos lo enseñó él mismo a través de su Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, llamada tras su muerte Fundación Gabo. Esta ha sido realmente una escuela para muchos periodistas de América Latina y España a través de talleres en los que grandes maestros del oficio, como el propio Gabo, Alma Guillermoprieto, Terry Anderson, Tomás Eloy Martínez, Phil Bennet, Horacio Bervitsky, Tim Golden y Miguel Ángel Bastenier, entre otros, han compartido las técnicas de la profesión, de cómo ellos ejercen y se desempeñan en el oficio periodístico, al tiempo que alimentan y estimulan los atributos en cada periodista para poder sacar lo mejor de cada uno. Entonces, yo creo que sí hace falta seguir estimulando esa magia, pero sin perder nunca la perspectiva del rigor que requiere esta profesión.
¿Te refieres a escribir de una manera menos fría, menos seca, como se usa en la noticia, el género periodístico más directo que hay?
Sí, la información de la noticia es pura y dura. Así nos han enseñado y creo que es importante aprender esa tradición de cómo elaborar información, cómo redactar las noticias con la pirámide invertida, pero también se debe estimular el ejercicio narrativo. Convertirse en escultores de palabras, como lo hizo García Márquez, de tal manera que se puedan explotar las posibilidades narrativas que tiene una crónica, un reportaje y hacer de la entrevista no solo una transcripción de diálogos, sino también de descripciones, de atmósferas, de escenarios, de temperamentos de los personajes. Esto lo hizo García Márquez con mucha maestría y también lo han hecho otros periodistas.Gabo decía que si veíamos en “Cien años de soledad” a un cura levitando porque tomaba chocolate o a una pareja copulando y de la que brotaban mariposas amarillas era porque, aunque eran historias fantásticas enmarcadas dentro del realismo mágico, realmente existían en la cultura popular y que él recuperó de la tradición oral de su natal Colombia, de sus abuelas, de sus tías que le contaban esas historias y que luego él las fue incorporando a su literatura. En ese sentido, Gabo no mintió. Toda su literatura, incluso la de ficción, está basada en la realidad.
¿Cómo abogar por un periodismo más lento, riguroso, de largo aliento, en un tiempo en el que las redes sociales han exacerbado la rapidez del flujo de información?
Yo creo que todo pasa por la idea, la concepción que se tenga del periodismo. Si pensamos en asumir la profesión periodística como un compromiso social y cultural y no miramos la información como mercancía, eso nos va a permitir estar convencidos y poner en práctica la premisa de García Márquez de que la mejor noticia no siempre es la que se da primero, sino la que se da mejor. Muchas veces la exigencia por la exclusiva nos obliga a lanzar informaciones sin verificar, sin comprobar, sin corroborar y eso es lo que da pie a los fenómenos que vivimos ahora de las fake news, de caer en la tentativa de mentir, de manipular, con tal de ganar una exclusiva y eso se da porque se trabaja la información como mercancía. El escritor mexicano Juan Villoro denomina al periodismo como “literatura bajo presión” porque en los medios se pide la información a la voz de ya, entonces el periodista requiere estar en un ejercicio de elaborar información y de escritura muy inmediata, bajo presión.
¿Qué tan trabajado o desarrollado está el reportaje en México? ¿Sería prudente afirmar que se ha llegado a privilegiar la noticia por encima del reportaje, un género que podría contribuir un poco más a la lectura, una lectura más amable, o al fortalecimiento del humanismo en el país o incluso a una mayor profesionalización o especialización del periodismo al invertirle más tiempo a la investigación y al conocimiento de los hechos?
En México hay realmente una gran tradición periodística y literaria, muy rica a nivel de crónica y relato. Y también creo que hay un gran desarrollo político y técnico de la profesión periodística en cuanto al manejo de la información, lo cual ha permitido denunciar los abusos del poder, de la autoridad y de los gobiernos. En este sentido, creo que se ha avanzado muchísimo. Tenemos ejemplos muy notables como “La estafa maestra”, que es nuestro Watergate, un gran periodismo de investigación que ha revelado un nivel de corrupción inadmisible en nuestra sociedad. Y, por otro lado, se han ido abriendo espacios para cultivar un periodismo con un decoro literario. En Monterrey, por ejemplo, yo celebro muchísimo que el periódico El Norte mantenga la página de “Perfiles” los domingos, en donde se publican entrevistas de largo aliento, que le permite a los periodistas poder desarrollar un estilo narrativo. Pero es solamente una página a la semana de un periódico tan grande y tan importante. Entonces, son pocos los espacios para el desarrollo literario de la profesión, la práctica narrativa de los géneros periodísticos se cultiva poco.
¿Los medios en general estarían listos para hacer lo que, por ejemplo, hizo en su tiempo el periódico El Espectador, en Colombia, que publicó los primeros escritos de García Márquez sabiendo que rompían con las reglas convencionales del periodismo y se aproximaban más hacia la narrativa?
Yo creo que son casos excepcionales y estoy convencido de que en todos los medios vamos a encontrar personajes con talento. En el caso de Gabo, en los años 40 y 50, cuando él comenzaba su labor periodística y de escritor, le permitían cosas, pero también tuvo que enfrentar dificultades. Yo tuve la oportunidad de tomar en 1998 un taller con él, junto con otros 15 periodistas, y él nos contaba cómo también en la redacción tenía que hablar y discutir con sus editores para poder publicar sus crónicas y reportajes como él los escribía, como si fueran cuentos o novelas breves, y eso genera cierta dificultad. Y los periodistas que estábamos con él coincidimos en haber tenido experiencias de discusión con nuestros editores para poder publicar historias con ingredientes literarios porque sí siguen predominando las publicaciones periodísticas como lo dicta la convención, de cómo se debe redactar una noticia o una crónica periodística, despojándola de cualquier artificio literario porque al hacerlo parecería que se está mintiendo.
¿Hay que reivindicar, entonces, que el periodismo es un género literario y de que así habría que asumirlo?
Estoy convencido de que el periodismo es un propio sistema de aproximación a la realidad como lo es la literatura y que, efectivamente, podemos ejercerlo utilizando técnicas literarias en su escritura, pero insisto y remarco en que lo que se escribe debe ser verificable. La naturaleza de la literatura es la ambigüedad. Si yo escribo periodismo y te entrego una crónica diciendo que vi 18 elefantes volar es porque puedo verificar que estaban volando 18 elefantes. En la literatura, si hago un cuento en el que escribo que había 18 elefantes volando, da igual si es verdad o no, pero debo hacerlo de una manera creíble. En periodismo es necesaria la verificación, la comprobación de la información con la realidad. Somos notarios de la realidad, tenemos que ceñirnos a la realidad, pero podemos aproximarnos a ella, transcribirla, mencionarla, con técnicas de la literatura.
Tú conoces muy bien la obra periodística de García Márquez. ¿Vas a dar un semanario sobre esto?
Sí, con motivo de este décimo aniversario luctuoso del escritor, impartiré el seminario “Gabriel García Márquez: Periodista”. Será un curso presencial y online y tendremos dos invitados especiales: el escritor mexicano Jorge F. Hernández, quien fue muy cercano al Nobel, es un novelista y periodista que vive entre México y Madrid, y Jaime Abello Banfi, presidente de la Fundación Gabo en Colombia, para que nos cuente cómo está funcionando la Fundación y sobre los talleres que están realizando.
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