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Collage por María Belén Cane

Las trad wives de TikTok: una fantasía con implicaciones políticas


Por: María Belén Cane

“Hoy Pablo se va a jugar al fútbol por la tarde y sé que después de jugar siempre le entra mucha hambre”, introduce la TikToker RoRo con una dulce voz acompañada de una amena música de fondo, justo antes de desarrollar el extensivo paso a paso de una receta focaccia

En su cuenta, que tiene a la fecha más de cinco millones de seguidores, se dedica principalmente a hacer videos de cocina. Lo que la diferencia de otras cuentas o influencers, no obstante, es la proyección que hace de la mujer que posee tiempo y energías ilimitadas para servir a su novio, de insaciable apetito.

A la joven española Rocío López –su nombre real detrás del pseudónimo– le apasiona la cocina desde los 11 años. Hasta hace poco, subía contenido sobre hacer ejercicio e ir al gimnasio, pero fue su novio Pablo –de acuerdo con su propio testimonio– quien la impulsó a subir los videos culinarios que acabaron por lanzarla a la fama. 

Hannah Neeleman, conocida en redes sociales como Ballerina Farm, vive con su esposo y sus ocho hijos en una granja de Kamas, Utah. En sus cuentas de Tik Tok e Instagram, que en total suman más de quince millones de seguidores, publica videos en los que se le ve atendiendo los animales, cuidando su granja junto a sus hijos y cocinando complicadas recetas desde cero. Usa largos vestidos florales y nos presenta una vida ideal de campo, libre de las preocupaciones y ajetreos del mundo contemporáneo. 

El curioso nombre Ballerina Farm hace referencia a la vida que dejó atrás: solía estudiar ballet en la prestigiosa escuela neoyorquina de música Juilliard. Sin embargo, mientras visitaba a su familia por Acción de Gracias, conoció a su actual esposo Daniel Neeleman, un empresario mormón – al igual que ella – e hijo del multimillonario dueño de la aerolínea JetBlue. Se comprometieron a las tres semanas y desde 2018 residen en este pequeño pueblo rural. 

Ballerina Farm es un gran negocio que, además del contenido en redes sociales, produce carne de res y de cerdo, productos de panadería y repostería, artículos para el hogar y hasta flores ecuatorianas importadas. Según ha declarado la influencer, en la granja hay trabajadores, asistentes personales, niñeras y hasta un tutor personal contratado para los niños. Ninguno de estos, no obstante, se mencionan o aparecen en los videos protagonizados por su familia. 

¿Qué tienen en común estas dos influencers? Recientemente, ambas han despertado tanto admiradores como críticos al ser señaladas por usuarios de redes sociales de distintos estratos ideológicos como íconos del movimiento trad wife, protagonizado por jóvenes mujeres que defienden o exhiben la idea de una “esposa tradicional” que se apega estrictamente a los roles de género. Se trata de un arquetipo presente no solo en los mensajes de las creadoras de contenido, sino también en memes e imágenes compartidas por grupos conservadores en foros como 4chan y Reddit que comparan de manera despectiva a las mujeres modernas con el ideal tradicional de la mujer. 

La adscripción a esta subcultura de internet no es explícita para ninguna de las dos influencers, quienes, de hecho, han negado cualquier relación con este movimiento conservador. RoRo, inclusive, se ha declarado como feminista, pero — en sus palabras – no sigue el feminismo “de las personas que me están gritando ahora por la calle esclava, no te queremos aquí. Yo apoyo la libertad de las mujeres para hacer lo que ellas quieran”.

A pesar del rechazo a la etiqueta por parte de las influencers, el debate persiste. Para algunos críticos del movimiento trad wife, como la doctora Ana Luisa González Rosas y el maestro Javier Ulloa, no se trata de apuntar directamente a las mujeres que participan en esta tendencia –quienes ejercen la libertad de escoger la vida que desean– sino de examinar las implicaciones más profundas que tiene este tipo de contenido.

Una reivindicación pública de los roles de género

Para González Rosas, quien es psicóloga con formación en ciencias sociales y psicoterapeuta con perspectiva de género que se desempeña como coordinadora regional del Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana del Tecnológico de Monterrey, la estética trad wife reivindica los roles tradicionales de género a través de una fantasía irrealizable. 

“Tenemos que hablar, no de si lo desean o no, sino qué implica mostrar una vida estéticamente insostenible” y advierte que el contenido de estas influencers, a fin de cuentas, funciona como propaganda política en promoción de ciertos estilos de vida e ideologías políticas, y es esta su principal preocupación. 

En primer lugar, señala que ese nivel de perfección presentado por las influencers, en realidad, solo puede ser el resultado del trabajo de muchas personas, y de “labores de cuidado que consumen, cansan y desgastan”. Lo que no se discute explícitamente en los videos, según González Rosas, son las desigualdades de género inmiscuidas en las labores de cuidado, que han sido impuestas, históricamente y en la actualidad, al género femenino. 

Al menos en México, los datos más recientes respaldan su punto: el trabajo doméstico no remunerado equivale, según el INEGI, al 24.3% del PIB Nacional y de este monto, las mujeres contribuyen con 72%. Al considerar solamente a las mujeres casadas y con hijos, la proporción aumenta. 

Por su parte, Ulloa García, profesor y psicólogo clínico que ha realizado estudios en psicoterapia y salud mental en diversidad sexual, de género y de relaciones, coincide en que el análisis debería virar sobre la misma línea, pues aunque es relevante conocer la intención de las mujeres detrás de la pantalla “no es esta la que marca el efecto de las acciones”. 

El psicólogo critica, de manera más directa, a los medios de comunicación que pretenden desviar la atención sobre las implicaciones políticas del fenómeno trad wife apelando meramente a la perspectiva de las creadoras de contenido “Parece que todo el mundo está atacando a una influencer en particular, entonces la invitamos a un programa de entrevistas y la respuesta siempre es –estoy viviendo mi vida –”.

Para ambos, este contenido, sea de manera consciente o no, refuerza una visión idealizada del rol tradicional de la mujer dirigida, específicamente, a una mirada masculina. “Hay hombres que esperan una mujer que voluntariamente les entregue su vida y su tiempo, solamente porque les ama”, describe González Rosas.

Por otro lado, señala que la justificación ideológica de este arquetipo de la “esposa ideal” es la atribución de los trabajos de cuidado a “un instinto, a algo natural y además algo que debemos abrazar mediante la mentira del amor”. Estas visiones naturalistas, asegura ella, reproducen la desigualdad y opresión inherente a las tradicionales relaciones maritales entre hombres y mujeres. Lo peligroso, advierte, es que “al haber situaciones de desigualdad va a haber entonces violencia”.

Ulloa García, por su parte, cuestiona que al buscar reivindicar públicamente estas tradiciones, se omite el hecho de que históricamente han estado atadas a la normalización de la violencia doméstica. 

Sobre este tema, cabe subrayar que, al igual que con el trabajo no remunerado, las cifras indican la violencia contra las mujeres en el ámbito doméstico permanece siendo un problema generalizado. Los resultados de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021 indican que cerca del 40% de las mujeres en México han sufrido algún incidente de violencia por su pareja actual o a lo largo de su última relación y según la ONU, el patrón se repite a nivel mundial con una de cada tres mujeres. 

Con estas reflexiones, Ulloa García y González Rosas enfatizan que la idea de una esposa tradicional que se plasma en el contenido de las influencers conlleva un complicado bagaje político, cultural e histórico que debe evidenciarse en la discusión pública. El planteamiento que debe guiarnos al hablar del movimiento trad wife es claro para la psicóloga: “No hay una profundidad en 20 segundos, solo ves lo que esa persona quiere mostrarte. Entonces, ¿qué hay detrás de esto?”

“Trad wife” como movimiento reaccionario

Aunque se ha enmarcado el contenido de influencers RoRo y Ballerina Farm bajo la etiqueta de trad wives – sea por su estética o por las tareas que realizan videos – ellas no son las únicas ni las más radicales representantes del movimiento. Según el Global Network on Extremism and Technology, aunque el contenido de todas trad wives pueden situarse bajo una ideología religiosa y/o política conservadora, los mensajes que se promueven pueden ir de lo sutil –como en el caso de RoRo y Ballerina Farm– a los extremos, con asociaciones y lazos directos a la ultraderecha y el nacionalismo blanco. 

Este es el caso de las influencers que, a diferencia de las mencionadas, sí se autodenominan explícitamente como trad wives, y que, además de breves vlogs mostrando fragmentos de sus vidas, sus vestidos y sus casas, pretenden enseñar a otras mujeres cómo convertirse en una esposa tradicional, promoviendo los valores que esto implica.

La tiktoker estadounidense Estee Williams, por ejemplo, se hizo viral hace más de un año gracias a un video donde expresaba su predilección por el estilo de vida de una esposa tradicional a través de una serie de imágenes y pósters de los años 50, cuya estética replica en todos sus videos. Para ella, “estos anuncios representan una vida más simple” a la que aspira, admitiendo, sin embargo, que estos no son fieles a la realidad. Recientemente, la tiktoker ha declarado abiertamente su apoyo por el actual candidato republicano Donald Trump que, al igual que Williams, apela a un pasado utópico con su lema “Make America Great Again”

En su cuenta, comparte su disgusto por los contratos prenupciales, incita a las mujeres a que busquen hombres proveedores –en vez de perder el tiempo con quienes no pueden mantenerlas económicamente– y enlista el paso a paso para convertirse en una auténtica trad wife. Entre otras cosas, esta lista incluye someterse a sus maridos, ser leales a ellos ante todo – en vez de considerar el divorcio–, arreglarse para cuándo su pareja llegue del trabajo y disfrutar su rol como amas de casa. 

González Rosas considera que estos discursos reaccionarios como el de Williams no deberían sorprender a nadie, pues se trata de un patrón que se ha repetido perpetuamente a lo largo de la historia. En esencia, lo que se observa es “un conflicto, un choque compulsivo, porque el poder se está defendiendo para seguir existiendo”

En el contexto del siglo XXI, agrega, en el que muchas de las demandas feministas que vienen desde siglos anteriores se han transformado en realidades jurídicas en muchos países de occidente, surge esta fricción por parte de grupos reaccionarios. La psicóloga encuentra, asimismo, el elemento transversal a estos movimientos: “la estética siempre ha sido importante para regresar”.

Así, enfatiza la necesidad de contextualizar los anuncios que inspiran a las trad wives como Williams, que originalmente surgieron en el periodo posguerra en respuesta a la integración de las mujeres a la esfera pública. El arquetipo plasmado en las imágenes, explica la psicóloga, funcionaba como una propaganda muy similar a la que nos encontramos hoy en día en nuestros feeds de Tik Tok. “Eran mujeres hiper-feminizadas, con vestidos de marcas de lujo, que exhiben una garantía de paz y tranquilidad si cumples con tu rol”. 

González Rosas enfatiza que esta regresión no se ha quedado meramente en el discurso, en memes o en las imágenes. Para ella, un caso ejemplar de como estos movimientos han ido ganando terreno recientemente es la anulación de Roe contra Wade en junio de 2022 por parte de la Corte Suprema de Estados Unidos, que logró revocar el derecho al aborto a nivel federal. Con esta decisión, explica, se revirtió un precedente que había estado vigente por más de cincuenta años y, para muchas personas, se cimentó la noción de que –cuando se habla de derechos— nada es definitivo. 

Ulloa García, percibe que, en el caso de Estados Unidos, la idea de las trad wives siempre ha ido de la mano con las nociones más ortodoxas de las religiones fundamentalistas. Sin embargo, su reaparición en los medios de comunicación y la emergencia de las trad wives como un movimiento, se debe a la necesidad de ciertos grupos de remarcar que “aquellos tiempos eran mejores, y que retroceder en materia de derechos tiene sentido”

Al mismo tiempo, observa que la imagen de lo tradicional a la que apelan estas influencers es muy concreta: son mujeres blancas urbanas de Estados Unidos y de algunos países en Europa. Para él, el objetivo del movimiento es otorgar una solución fácil y retornar a tiempos más simples sin detenerse a preguntar ¿simples para quién? 

La retórica de la nostalgia

Ulloa García considera que no es justo pintar a todo quien consuma este contenido con la misma brocha. A fin de cuentas, añade, la fantasía que presenta apela a una necesidad humana, la de “simplificar la explicación sobre el mal del mundo” como mecanismo para afrontar el caos político, económico y social que nos rodea. 

De acuerdo con el psicólogo, este tipo contenido se vuelve atractivo para muchas mujeres que, ante la complejidad de la vida en la contemporaneidad, el trabajo y la violencia a la que se ven expuestas en la esfera pública, “buscan vanagloriar esa seguridad o esa estabilidad” con un tinte nostálgico. Sin embargo, advierte que estos movimientos ignoran que “lo más fácil no es siempre lo mejor” y que, aunque simplificar de más nos ayuda a mantener la sensación de control, no contribuye a solucionar los problemas del mundo. 

Especialmente, insiste, debe recalcarse que la fantasía escapista de las trad wives no es siquiera alcanzable para la gran mayoría de las parejas en el mundo. Según él, este estilo de vida, que quizás era más viable en algunos países del norte global hace varias décadas, actualmente es accesible solo para quienes poseen un importante ingreso económico. Por lo tanto, apunta el profesor, una auténtica esposa tradicional, tal y como se plasma en los videos, denota una serie de privilegios de raza, de clase y geopolítica. 

Estos privilegios, añade González Rosas, limitan la posibilidad de muchas mujeres de fantasear de la misma manera con estas imágenes. “Pregúntale a una mujer que trabaja limpiando casas ajenas si ella es una trad wife. O pregúntale a una mujer afrodescendiente o de ascendencia indígena, donde le trabajo domésticos ha tenido una carga de esclavitud. ¿Qué va a opinar de esta romanización de los trabajos de cuidado?”

“El movimiento de las trad wives no es solo gente que quiere regresar a esos tiempos, sino también todas las personas que instrumentalizan el discurso”, resume Ulloa García, enfatizando como nostalgia de un estilo de vida se sostenía –y se sostiene, aún– bajo jerarquías de clase, de raza y de género. 

“Estamos en un momento donde salvaje se queda corto, es un capitalismo caníbal”, describe González Rosas, donde, “el extractivismo que antes se hablaba de la tierra, se extiende a un extractivismo humano”. Las imágenes producidas por las trad wives representan una fuga de esta realidad, asegura. 

Ante esta respuesta colectiva de escapismo, advierte que “vienen momentos muy complejos donde forzosamente nos vamos a encarar la realidad y vamos a tener que hacer uso de nuestro raciocinio para empezar a pensar”. Así, para ella, la explicación y la solución al mundo debe hallarse en otra parte: “La realidad no está en las pantallas, la gente se está dando cuenta de eso.”

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