Ya lo decía Jorge Drexler:
“Somos una especie en viaje, no tenemos pertenencias, sino equipaje. Vamos con el polen en el viento, estamos vivos por que estamos en movimiento”.
Amigas y amigos, no es un secreto que la historia de la humanidad es también la historia de las migraciones. La diversidad que existe hoy es fruto de viajes, caminares, guerras, conquistas territoriales, políticas públicas, hambruna y un montón de procesos sociales que cualquiera que conozca un poco de Historia Universal no puede ignorar.
Resulta mucho más atractivo intercambiar experiencias con algún extranjero de un país europeo que con refugiados o con migrantes centroamericanos. Nos invade la xenofobia, la irracionalidad, la negación inconsciente de la otredad de la que no queremos llegar a ser, con la que decidimos no empatizar.
Y no quisiera mandar un mensaje divisionista, no es nosotros contra ustedes, no es los incluyentes vs los xenófobos. Somos todos. La xenofobia, el racismo, el clasismo, la discriminación nos atraviesa como cuerpo social (a todas, todos y todes).
En una sociedad meritocrática regida bajo los principios del rational choice, está normalizado competir, obsesionarse con ganar al menor costo posible. Es válido vivir en una burbuja y está bien declarar que “Aquí no son bien recibidos aquellos que no son ciudadanos” (¿El Bronco o Trump?).
¿Cuándo lo aprendimos? — Morenos y güeritos, prietos, indios, gringos, (Escuela de la vida), las líneas imaginarias que dividen la tierra, trópico de cáncer, de capricornio (Geografía, 4to grado de Primaria), los límites territoriales, las guerras por territorio (Historia, 5to grado de Primaria), la división taxonómica de las especies, (Ciencias Naturales, 5to grado de Primaria).
Aprendemos a clasificar y a segregar, ¿y se supone que de forma natural o por arte de magia aprenderemos a amar, a integrar, a colaborar, a cuidarnos? Como señala Chimamanda Ngozi, The danger of a single story – Como mexicanas y mexicanos, nos molestamos cuando Trump nos llama violadores y asesinos, pero nosotros hacemos exactamente lo mismo con nuestros hermanos centroamericanos. Nos creímos la historia de los medios, escuchamos lo que queremos escuchar en esta holgazanería que supone la posmodernidad y el manejo de las informaciones.
Es urgente dejar de pensar a los gobiernos en términos de la teoría clásica de lo “económico”, urge vislumbrar nuevos horizontes, nuevas posibilidades de construcción, urge pensar desde el humanismo, desde la solidaridad. Pensar desde el desarrollo y no desde la caridad. No es dar lo que nos sobra, es compartir lo que tenemos. Urge una renuncia a la obsesión con la verdad absoluta. Una renuncia a toda forma de discriminación hacia nuestro prójimo, una renuncia a mi visión única del mundo. Una renuncia a la caridad y a la necesidad patológica de sentirme mejor persona desde la filantropía por conveniencia.
Siempre es por favor y gracias, no es señalar al culpable, no somos víctimas ni victimarios, somos posibilidades de construcción, como dice mi amiga Liliana López. Lo que le pasa a uno nos pasa a todos, y lo que le pasa al mundo lo sufro yo. Lo sufro y lo acepto, lo trabajo y me encargo de ello, soy responsable de mí mismo.
Las líneas imaginarias: Trópicos, fronteras, sociedad, cultura; somos todo, todo el tiempo.
Néstor García Canclini le llama “hibridación cultural” a los procesos de encuentro de culturas en donde se gestan dinámicas de enriquecimiento mutuo, derivando en nuevas significancias. Tenemos por ejemplo, la cultura de lo chicano, resultado de la relación y migraciones de México con Estados Unidos, produciendo canciones, poemas, estaciones de radio, programas de televisión, nuevos íconos, definiendo problemas sociales complejos, participando en política, etc. En ese sentido, cuestionémonos la identidad con respecto a la ciudadanía y a las fronteras nacionales, porque, la globalización económica y cultural, han gestado un sistema más diverso que los Estados Nación y las fronteras territoriales. Los ritos y la espiritualidad también están en otra dimensión que el concepto de ciudadanía, un ejemplo es Halloween, el día de muertos y sus orígenes. La gastronomía de las naciones se diversifica, aprendemos a cocinar tailandesa, agregamos el sushi a nuestro repertorio, etc. Integramos a nuestras lenguas, extranjerismos que a su vez reproducimos en nuestra producción literaria, de conocimiento, artística.
Padres, hijos, nietos y bisnietos de inmigrantes. Como dije, la migración, en efecto, enriquece nuestras culturas.