“El feminismo empieza con cada una”: Ana Vásquez Colmenares
Por: Katia Berlanga Torres
A lo largo de la historia, el feminismo ha convocado diferentes puntos de vista que han impulsado a que ahora nos refiramos a su causa en plural: los feminismos. Para acercarnos a la diversidad de corrientes y para socializar conceptos filosóficos y sociológicos, Ana Vásquez Colmenares publicó el libro: ¿Feminista, yo?
K: ¿Cuál es la relevancia del formato de divulgación en torno al feminismo?
A: Hacerlo accesible y que llegue a más públicos. No sólo está escrito para mujeres, hay un capítulo dedicado al tema de las masculinidades porque la igualdad no la vamos a construir sólo las mujeres. Si somos nosotras las que vamos a los talleres, a las capacitaciones, y los hombres se quedan igual, lo que avanza es la brecha y el desencanto. Necesitamos que todos hagan trabajo de concientización (en torno al sistema patriarcal), deconstrucción y de formar otras cajas de la masculinidad que no sea machista, que no sea tóxica.
K: ¿Pueden ser aliados?
A: Es como si tú piensas en el movimiento obrero: el sujeto político son las personas que trabajan en las fábricas; si piensas en el movimiento indígena, los indígenas. Si no eres de ese grupo, puedes empatizar, pero no eres el cuerpo político. Los hombres pueden ser por supuesto aliados del feminismo, pero no feministas; no hay que olvidar que el movimiento feminista tiene como sujeto político a las mujeres.
K: ¿Así como hay programas para víctimas de violencia doméstica, deberían impulsar programas para los victimarios?
A: Hay de dos sopas: o los encierras en una cárcel y los pones con cuatro candados para que nunca salgan (no creo que esa sea la solución, a no ser que tengan un nivel de agresividad que sea inmanejable para la sociedad) o buscas reeducarlos, que tomen conciencia de que han sido generadores de violencia. Aquí es donde puede entrar el violentómetro, que te permite visibilizar y medir la violencia: la psicológica, la humillación, el hacerle la ley del hielo, el gaslighting, hay muchas formas y hay que desnormalizarlas y desnaturalizarlas.
K: He ahí la premisa de que el patriarcado no sólo afecta a las mujeres.
A: El mundo patriarcal es violento contra las mujeres y las niñas y las personas de la diversidad sexual, pero es violento también contra los hombres heterosexuales que es, digamos, el modelo de la masculinidad hegemónica de un hombre heterosexual, porque le exige que sea fuerte, que no manifieste sus emociones de miedo, por ejemplo, y en cambio sí que exprese la ira y el coraje, pero el miedo y la tristeza no la saben expresar. Entonces, muchas veces lo expresan: “Estoy triste, pero ahora la agarro contra mi esposa porque no sé expresar la tristeza. O estoy ansioso, estoy angustiado porque no tengo trabajo, ¿y cómo lo expreso?”.
K: ¿Qué retos implicó delimitar algo tan grande como el movimiento feminista?
A: No pude delimitarlo tanto, es un libro grande. Tuve que sacar cosas y le agradezco también a mi editora, Fernanda Álvarez. Con su guía pude limpiar el texto para que quedara mejor, es un texto que es accesible, no necesitas leerlo de principio a fin, puedes ir a los capítulos que más te interesen. No es filosofía de alto nivel, es un texto para que comiences a entender el movimiento y a sacar de la cabeza estereotipos que tengamos de él.
K: ¿Cómo fue el proceso de investigación para realizar este libro y cuánto tardó?
A: Casi tres años. En pandemia pude dedicarle muchas horas. Fue un proceso muy íntimo porque también cuento una parte de mi historia personal; era importante para mí enunciar desde dónde escribía. Cada una tiene batallas que le son más importantes y es necesario saber situar tu feminismo en congruencia con lo que harás.
K: ¿Por qué es importante contar la historia del feminismo?
A: Me parece importante conocerla no de forma aburrida, sino como una miniserie, como una novela. Si no sabemos de dónde venimos es difícil apreciar el trabajo que ha costado. Antes de que se inventara la palabra “feminista”, las mujeres ya decían que no estaba bien lo que estaban viviendo.
K: ¿Cuál es el rol de los medios de comunicación en la construcción de un debate sustancial en torno al feminismo y las cuestiones de género?
A: Tienen una importancia fundamental. No sólo para promover el espacio de un debate crítico, sino para exponer la realidad, presentar los hechos. Pueden contribuir a formar una sociedad más violenta o una más igualitaria. Los medios todavía reproducen, a través de la publicidad, roles y estereotipos de género sexistas, los cuales también se difunden en películas y en pauta publicitaria en los noticiarios.
K: ¿Cuál es la invitación final del libro?
A: Para mí no hay “feministómetro”, yo no puedo decirle a nadie si su feminismo está bien o mal; sin embargo, el feminismo empieza con cada una: con el amor propio; con el decir “soy suficiente”; el no aceptar imposiciones, etiquetas, roles o estereotipos sexistas. En la medida en que tienes un amor propio, tienes más herramientas para tomar decisiones autónomamente. Tenemos que dejar los mitos del amor romántico, dejar de creer que las mujeres sólo podemos estar en pareja. No somos la media naranja de alguien, somos completas. Es un mito que nos hace mucho daño: creer que vendrá un príncipe azul, que nos va a mantener, nos va a asegurar, a proteger… y no, nosotras somos nuestras propias princesas, aunque me choque el término. Estoy a favor de una corriente del feminismo que busca el “desprincesamiento” y creo que es importante saber que para amar, no necesitamos perder nuestra autonomía.
Con el objetivo de motivar la participación ciudadana y para garantizar un tratamiento informativo adecuado frente a los contenidos presentados, los invitamos a escribir a [email protected] en caso de dudas, aclaraciones, rectificaciones o comentarios.