La radio es una manera esencial de vivir y entender el mundo: Héctor Ramírez
Por: Isabella Chávez y Lucia Castillo
A pesar de los escenarios fatalistas que auguran el fin de la radio ante la digitalidad, hay quienes destacan su excepcional papel en la difusión y comunicación de la cultura y en posibilitar conexiones más humanas. El panorama que Héctor Ramírez, conductor del programa de Radio UDEM La cabaña del blues, le depara a este medio de comunicación es más optimista: “Mientras haya manera de emitir una señal, la radio va a estar sirviendo a la humanidad siempre”.
Su programa – que lleva más de 20 años al aire – hace referencia a la cabaña en Stovall, Mississippi, en la que vivió Muddy Waters, ícono del Blues Moderno. A través de la frecuencia de esta radio universitaria, todos los jueves a las 9:30 pm desde el 2004, se abren las puertas de la cabaña para compartir con el público piezas de blues moderno desde los años 60 y de algunas de sus variantes como el zydeco, soul music, soul psicodélico y rhythm and blues, entre otros.
A Ramírez lo ha acompañado la radio desde la juventud. Recuerda con gran cariño que solía escucharla en su barrio mientras esperaba El Show del Monstruo de Enrique González, programa que – debido a la variedad de géneros y los efectos de sonido – llegó a convertirse en su principal fuente de descubrimiento musical.
Posteriormente, otros programas como Lenguaje Rock y Rock Psicodélico lo llevaron a descubrir otros géneros musicales similares al blues, y fue tanto su gusto por la música, que se volvió un lector voraz de revistas como México Canta o Hit Parade.
En esta entrevista con la Agencia Informativa UDEM, Ramírez cuenta sus inicios y trayectoria radiofónica, subraya la importancia de la radio en la difusión de la cultura y la conexión con las audiencias y comenta sobre su experiencia trabajando en Radio UDEM.
¿Cómo definirías tu relación con la radio como medio de comunicación?
Mi relación con la radio ha ido cambiando positivamente a lo largo de estos 29 años difundiendo el blues en Monterrey. En 2006, fui a trabajar al fondo de una sierra en Sinaloa, donde Sergio Becerra me propuso continuar el programa desde ahí. Sin embargo, esto fue imposible al no haber señal por esas zonas. Regresando a Monterrey, me encontré nuevamente a Sergio en la Feria del Libro y me dijo: “¿Y por qué no has vuelto a radio? La cabaña del blues te está esperando, ese es tu programa”. Así, reanudamos el proyecto con Toño Guerrero Hilton, quien resultó ser un gran maestro para mí. Con un monstruo como Toño, la verdad es que sí reduces tu tamaño, pero desde la primera sesión me dijo: “Héctor, vamos a darle. Tú y yo estamos donde mismo”.
Han sido muchos los cambios. Antes me sentía como cuando no quieres ir al doctor porque no quieres que te diga que estás enfermo, pues yo deseaba seguir con La cabaña del blues, pero no me atrevía. Después, en cambio, me sentí muy agradecido con Radio UDEM y con la misma Universidad por siempre tener sus puertas abiertas.
¿Qué te motivó a proponer un programa enfocado en el blues moderno?
Llegué por invitación del maestro Álvaro Guadiana, quien fue mi maestro en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UANL. La cabaña del blues comenzó en el comedor de la estación, cuando el maestro Álvaro me dijo: “Pues ven y platicamos”. Yo llegué con un proyecto firmado y escrito. “No es necesario tanta formalidad, Ramírez”, me dijo. Pasé a presentarle la idea, le gustó y me dijo que sí.
¿Qué significa para ti ser parte de Radio UDEM?
Significa pertenecer a una de las instituciones más importantes del país. Recientemente, hablaba con mi nieto sobre cómo esta labor es análoga al trabajo de un albañil: muchos lo demeritarán, pero ignoran que está construyendo un edificio que permanecerá durante mucho tiempo y le será de utilidad a las personas. Es algo que va más allá, eso significa para mí ser parte de Radio UDEM.
¿Cuál es el rol de la radio en la difusión de la cultura?
La radio es un vehículo fundamental para la comunicación y divulgación de la cultura, pues permite que alguien esté detrás de un micrófono tocando un tema con un motivo o fin. En mi caso, La cabaña del blues no se dedica solo a la música, sino que desvela la historia de cada personaje y cada disco: cómo y dónde fue creado, situándonos en su contexto. Son historias como la de Harrison conectando con Ravi Shankar para dar un concierto, por ejemplo, las que pueden interesar al público.
¿Qué nos ofrece la radio a diferencia de las plataformas de streaming?
La radio te permite conectar con el público. Me viene a la mente el recuerdo de un radioescucha que marcó para solicitar: «¿Pudieran poner algo más rítmico? Cuando mi hijo escucha el blues rítmico, se emociona y aplaude, mi hijo tiene un síndrome». Me hizo llorar. En otra ocasión, un hombre que nos seguía y nos hablaba con regularidad nos contó que estaba ciego y que la radio era su mejor compañía. También, me acuerdo de una pareja que nos habló para contarnos que estaban celebrando su aniversario de bodas en medio de la Presa de la Boca y estaban escuchando el programa. Ese contacto es muy enriquecedor.
¿Cuál cree que va a ser el rol de la radio en un futuro como medio de comunicación?
Depende. La radio comercial seguirá siendo de apoyo para la venta de artículos y divertimento de la población. La radio cultural, en cambio, tiene una gran labor en la difusión de la cultura. Es una manera esencial de vivir y entender el mundo, responsabilidad social que la UDEM está llevando a cabo.
La radio no va a terminar y seguirá ahí hasta el último instante en que alguien necesite comunicar algo; puede ser una señal de auxilio, pero mientras haya manera de emitir una señal, la radio va a estar sirviendo a la humanidad siempre.
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