Vicente Leñero, a 10 años de su partida
Atrapado durante algunos años en una ingeniería civil, pero irremediablemente seducido por la literatura, Vicente Leñero –nacido el 9 de junio de 1933– fue un lector voraz desde su infancia, cuando lo marcó la obra de escritores como Mark Twain y Julio Verne. Admitió, sin embargo, ser un lector desordenado, y el mismo caos se manifestó en su etapa universitaria: durante su formación en la ingeniería, ingresó a la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Sin embargo, Vicente Leñero atribuyó el oficio de escritor al pulso de la práctica, acompañada de un ocio reflexivo e intelectual.
Leñero fue versátil para la escritura. Su obra abarca, además de diversos géneros periodísticos, guiones de cine y programas televisivos, dramas y narrativa. Confieso que, gracias a este autor, hallé fascinación por las novelas policíacas.
A mediados de 2022, recién terminaba la lectura de El Complot Mongol (1969), de Rafael Bernal, que no me disgustó, pero es muy gringa para mi gusto. No importa que Filiberto Garcia, detective y personaje principal de la novela, tijereteara de “pinches” a toda persona a su alrededor. En una pequeña investigación por encontrar algo más mexicano –más realista– me topé con Los Albañiles (1963), de Vicente Leñero: “Un thriller que va más allá del crimen. Una reflexión profunda de la naturaleza humana y el sistema corrupto en México”. Frase llamativa, sin duda. Aun así, no sabía lo que me esperaba.
Leñero me golpeó con su excepcional pluma realista y fuera de la tendencia mexicana de los 60. Disruptor de todas las modas del Boom, y marginado por “La Mafia”, el grupo de escritores y otros artistas que lideraba Carlos Fuentes. Su inasistencia a las reuniones que éste organizaba tuvo un alto costo para Leñero.
La literatura leñeriana está marcada por la experimentación estructural, empleada por un hombre que es testigo y crítico de la sociedad mexicana. Estudio Q (1965), –novela compleja, pesada y fría– es quizá la mejor muestra de sus dotes técnicos; En ella se advierte, desde la primera página, la misma confusión que sufre el protagonista, Alex, quien ve su vida entrelazada con la novela que está filmando. No obstante, en Los Albañiles (Premio Biblioteca Breve, 1963) brota un dinamismo narrativo que adentra al lector a uno de los sufragios constantes de su literatura: juegos inconclusos de las acciones que se hicieron y las que no, porque –al fin y al cabo– estas últimas pudieron hacerse.
Su segunda etapa en la literatura, ya alejado de la nouveau roman y sus variables, está marcada por el periodismo. Desde la revista Claudia hasta la revista Proceso que fundó en 1976, con su compadre y amigo Julio Scherer –tras el golpe contra la libertad de expresión del entonces presidente Luis Echeverría–, lo caracterizó un periodismo de calidad. Destaca su entrevista-crónica con el comandante Marcos, el reportaje experimental sobre la revolución cubana, y su reportaje publicado en 1976: “Atentado contra Excélsior: relación de los hechos”, que detonó en lo que se convirtió en su primera y magnífica novela testimonial dos años después: Los Periodistas (1978).
Este 3 de diciembre, en el décimo aniversario luctuoso del escritor tapatío, recordemos a Leñero por su legado: a sus 81 años, dejó para nosotros 10 novelas, nueve libros de cuentos y 11 obras de teatro y una autobiografía. Por si fuera poco, su herencia se extiende a numerosos guiones cinematográficos, entre los cuales destacan La ley de Herodes (1999) y El crimen del padre Amaro (2002), galardonados con el Premio Ariel a Mejor Guión Original y Mejor Guión Adaptado.
Fue –y sigue siendo– el escritor mexicano más infravalorado de su generación. Exploró las relaciones de poder que surgen de las jerarquías en el orden social, con generosidad, introspección y una profundidad que nos conduce a los pasillos más oscuros de la marginalidad mexicana. De su propia marginación contra el Boom y sus deseos olvidados en los rincones polvorientos de la biblioteca de mi universidad. Vicente Leñero Otero, en su vida y obra, es el insaciable camino hacia la verdad.
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