El reto de Claudia Sheinbaum, primera presidenta de México, frente a los estereotipos de género
Por: Ángeles Salas y Karla Muñiz
Ser mujer representará para Claudia Sheinbaum el más importante desafío durante su periodo presidencial que comienza este primero de octubre porque cualquier decisión que ella tome será vista bajo el lente del género y con los sesgos que siguen predominando en una sociedad que continúa siendo mayoritariamente machista, afirmó la politóloga Ana Gabriela Sáenz Barrera.
Sheinbaum, del partido oficialista Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y quien ganó las elecciones presidenciales del pasado 2 de junio como candidata de la coalición “Sigamos Haciendo Historia” (que agrupó a Morena con el Partido del Trabajo y el Partido Verde), es la candidata más votada en la historia de México con un total de 35 millones 923 mil 984 votos, según los datos del Instituto Nacional Electoral (INE).
Pero, y a pesar de ese respaldo en las urnas, Sheinbaum se enfrentará durante su gobierno a comentarios, críticas y cuestionamientos por ser mujer, lo que hará que su papel en el cargo público (o de cualquier mujer en la política) sea más difícil comparado con el mandato de un hombre, indicó Sáenz.
“Una campaña de una mujer para un puesto de elección popular siempre es más retadora que la de un hombre porque a las mujeres se les ata a una serie de estereotipos, arquetipos y sesgos que no se les ponen a los hombres”, dijo Sáenz, quien es directora de Ciencia Política y Gobernanza en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Monterrey (UDEM).
“Por ejemplo, en México tenemos muy arraigada la idea de que ‘los políticos mienten’. Sin embargo, si el que miente es un hombre, incluso en temas como la infidelidad, que también es un tipo de mentira y que socialmente no está castigada cuando el hombre es quien la comete, la sociedad lo deja pasar, pero si es una mujer la que miente en campaña, ya perdió. La sociedad no tolera que, siendo una mujer, le mienta. Y es muy difícil salir de ese tipo de narrativas”, explicó la experta.
A esa clase de sesgos, dijo, a una mujer en campaña se le suman etiquetas y líneas discursivas como «es la madre», “es la esposa», “es la cuidadora», lo que marca una diferencia importante con respecto a los hombres porque, “para la sociedad, ella también es un político, pero es una mujer».
Para la politóloga, en la misma línea aplican visiones y cargas machistas en situaciones como: “Si el candidato es un mal padre; bueno, ni modo, pero si es una mala madre, ¡es lo peor! ¡No va a ser una buena gobernante!”, y si la candidata o funcionaria pública se divorcia, se escucharán comentarios como: “A ver si tiene el mismo compromiso con el municipio que con el divorcio, por ejemplo”.
Sáenz sostuvo que en la carrera política de una mujer aparecen muchas cargas emocionales extra que a los hombres se les perdonan en la vida social, pero a las mujeres no, por lo que, para poder competir en la esfera política, deben estar preparadas en la parte psicológica y emocional, y esto es lo que explica en parte porqué las mujeres no quieren participar en política porque hay un reto importante en cómo exponen su vida, aunque cada vez se intenta que haya un lugar más seguro para que ellas puedan competir por un puesto público.
La experta cree que Sheinbaum enfrentará una mayor presión política que los hombres porque socialmente México sigue siendo un país machista.
“Muchas de las decisiones que tome, si ella es muy tajante, dirán: ‘Ah, lo está haciendo para validarse como mujer’. Y si en otras decisiones algún hombre le pisa los talones, dirán: ‘Ah, quiere pisar a los hombres por ser mujer’. El tema de ser mujer va a ser un sesgo en todas sus decisiones”, afirmó Sáenz.
Además, dijo, Sheinbaum llega con una narrativa detrás según la cual fue puesta en el poder por el presidente Andrés Manuel López Obrador, por lo que, afirman, será él quien realmente tome las decisiones durante el sexenio que comienza.
“Ya llega con una carga de machismo muy fuerte porque la gente imagina que ‘el que manda es Andrés Manuel’. Al final, es un juego para utilizar el género como excusa para invalidar a la mujer. Ella va a tener que sortear todo esto”, aseguró.
“Aunque en ocasiones habrá decisiones positivas que se aplaudan ‘porque es mujer’, creo que serán más las críticas que digan: ‘Lo hizo porque es mujer’”, agregó la experta.
Para Sáenz, en el momento en que Sheinbaum tome decisiones que puedan enfrentar oposición, es probable que algunos intenten descalificarlas diciendo que son producto de su género o de un intento de imponerse a los hombres. Este sesgo, cree, puede ser más prominente en el entorno privado, donde la mentalidad tradicional de sus colegas podría generar resistencia.
“En el ámbito público podría ser interesante observar cómo maneja estas situaciones, pero el verdadero reto puede estar en cómo enfrenta y supera estas barreras internas y percepciones de género”, sostuvo la experta en política.
¿Habrá agenda feminista?
Aunque la llegada a la Presidencia del país de la primera mujer en la historia marca un avance en materia de igualdad y abre un mayor panorama para el trabajo de las mujeres en los puestos de poder, Sáenz no cree que esto necesariamente signifique el avance de la agenda a favor de la mujer ni del feminismo.
“Ella no viene de una larga lucha feminista y parece ser un tipo de líder que valora más la experiencia que el género. Su liderazgo podría estar más centrado en seleccionar personas basadas en su currículum y habilidades, independientemente de su género”, precisó Sáenz.
La experta animó a las jóvenes a prepararse y participar activamente en la política, un área en la que históricamente los hombres han tenido más exposición.
“La llegada de una mujer a la Presidencia del país representa una nueva etapa para las mujeres en el ámbito político y ofrece más respaldo y motivación para que más mujeres se integren y prosperen en este campo”, señaló.
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