Lucha libre, arte del espectáculo
“Una de las cosas más hermosas de la lucha libre profesional es que, dependiendo del lugar y la audiencia, puede ser una u otra cosa”, fue lo que declaró Kenny Omega, una de las figuras más influyentes de la lucha libre contemporánea. Como gran seguidor de este deporte-espectáculo, he tenido la oportunidad de sumergirme a su subcultura, un sitio en donde realidad y fantasía colisionan y se funden, dando como resultado la pasión de atletas y fanáticos por igual. La lucha libre es más que violencia y coreografías; es algo especial, una serie interminable de narrativas y experimentos nuevos.
En México, la lucha libre se estableció como patrimonio cultural intangible por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México (2018). La imagen del luchador, especialmente el enmascarado, es un ícono nacional y un héroe al mismo nivel que los héroes del cine y del cómic. Personajes como El Santo y Blue Demon son representaciones de valentía y justicia en la sociedad mexicana. Margarita de Orellana, editora de la revista Artes de México (2016), afirmó que la lucha libre va más allá de un deporte convencional, pues a la duna expresión artística, en donde explica cómo la máscara conecta con antiguas danzas indígenas y otras manifestaciones de las artes mexicanas.
A nivel internacional, este deporte-espectáculo ha influido en diversos estilos. En Japón, se ha mantenido en un enfoque más serio y técnico, mientras que en Estados Unidos se ha centrado un poco más en priorizar el espectáculo. La Lucha Libre ha llegado a expandirse aún más gracias a la incorporación de distintas plataformas digitales y por las redes sociales, las cuales permiten que el contenido llegue a nuevas audiencias. En Australia y partes de Sudamérica, han reflejado un interés creciente, en donde han incorporado parte de su cultura con el fin de diferenciarse pero al mismo tiempo apoyando la idea de crear nuevas alternativas a la industria.
A pesar de que hoy en día se cuenta con una Lucha Libre más diversa es usualmente criticada. El punto más obvio es por su producto coreografiado, el cual causa que un gran sector de la población no la considere como un deporte legítimo. La Lucha Libre no es falsa, es predeterminada. Los involucrados arriesgan su físico semanalmente con el fin de entretener al público mientras elaboran una narrativa, dentro o fuera del cuadrilátero, como si se tratase de una serie o una película.
En la docuserie de Netflix, Vince McMahon: El titán de la WWE, el actual director de contenidos y jefe creativo de WWE, Paul Levesque, mejor conocido como Triple H, afirmó que las personas que disfrutan de este producto son bastante listas, en tanto que pueden aceptarlo como espectáculo y, al mismo tiempo, adentrarse en los personajes y en las historias con el fin de divertirse. En otras palabras, deciden –y logran– creer en una ficción que, en el fondo, identifican como tal.
Blue Demon Jr. opinó sobre las dos dimensiones de esta disciplina, que es simbólica y artística, al señalar que en cada evento se representa la vida diaria –con sus injusticias y desafíos–, y en dicha representación se otorga a los asistentes el permiso de gritar, insultar y de reír. Como toda expresión artística, y como dijo el enmascarado “la lucha libre termina siendo la terapia psicológica más barata y los luchadores nos volvemos psicólogos».
En definitiva, la lucha libre es un arte en movimiento, una forma de expresión creativa que trasciende el simple entretenimiento deportivo. Por lo tanto, no puede reducirse a una mera competencia, ni siquiera es el objetivo principal de esta, sino que se trata de la capacidad de los luchadores para transmitir emociones, crear narrativas y conectar con el público. Esta combinación de elementos convierte a este medio en una forma de arte en toda regla. Así como el arte es subjetivo, la lucha libre también lo es, cada quien tendrá su motivo de apoyar o despreciar a cierto personaje, cada quien disfruta su manera de ver el espectáculo, así como también cada uno interpreta a su manera lo que es este deporte, eso hace las posibilidades infinitas.
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