España amanece en una nube de desmoralización y euforia colectiva tras los resultados de las últimas elecciones del 10 de noviembre; plasmados así en un sinfín de publicaciones en las redes sociales, llagando como es de costumbre a un sin número de provocaciones y conflictos entre los ciudadanos a los que los resultados les parecen acertados y a los que aún les causa indignación o sorpresa.
La cuestión es ¿cómo ha sido esto posible? Algo que no se puede negar es que el partido ha recibido más de tres millones de votos que representan a una parte de la población del país, una fuerza política que tiene el mismo derecho a manifestarse y que no es más que una supuesta voz de los ciudadanos. ¿O no?
Ahí se abre otro debate de opinión que podría tener sus bases en la paradoja de Karl Popper (también conocida como la de la tolerancia), pero la cuestión que se expone es cómo un partido político con ideas consideradas extremas haya obtenido tanta representación en el país.
Situando un marco teórico de lo que ocurrió en las últimas décadas en el estado, se observa que aproximadamente en el año 2000 la pirámide de población pasaba por un momento complicado, los niños de entre cero y 14 años (población aún no activa) se reducía, mientras que los habitantes de más de 64 años aumentaban (población no activa). Esto no es problema si la población activa y productora va en aumento y puede mantener a la parte que no permanece activa, sin embargo también se analiza que la población envejecía cada vez más, la tasa de natalidad no era suficiente y la esperanza de vida era cada vez más alta, por lo que se tuvo cierto miedo de que esto no pudiera mantenerse en el futuro y más cuando se asomaba lo que iba a ser una crisis a nivel mundial.
Parte de la solución a esto fue la apertura de las puertas del país a los inmigrantes (esto tiene buenas connotaciones, pues enriquece a una población en cuanto a diversidad, enriquecimiento cultural y aprendizaje colectivo).
El problema es que no se logró administrar bien y tras varios años de intentar equilibrar la balanza y después de varias crisis económicas y sociales, la población natal del país quedó con una sensación favorable en cuanto al migrante. Algo que, a la población desempleada, o a la que no pudo acceder a ciertos trabajos especializados medios, no le sentó bien (pues obtenían mayores ayudas económicas, sociales y familiares). Y la nueva población obtuvo empleos que, a fuerza de trabajo duro, generaron cierta confianza que permanencia en sus lugares de trabajo.
Esto trajo consigo oleadas de población española descontenta con las decisiones de los gobiernos anteriores, y que además ya no se sentían representados por las dos fuerzas políticas que siempre estuvieron en el poder. Lo que hizo posible que otros partidos políticos emergieran y que, si estudiaban sus discursos, podrían obtener mucha más fuerza y representación en el Congreso del país. Y no es casualidad que fuera en la provincia de Andalucía, donde la tasa de paro e inmigración es alta, empezara a tener más voz partidos como el de VOX y de ahí se fuera promoviendo con cierta inteligencia a otras comunidades, pueblos y ciudades hasta obtener resultados en la mayoría de las comunidades y a todos los niveles en cuanto a escalas sociales.