El antropólogo, filósofo y escritor de El Secreto de Turín, novela sobre la Sábana Santa, Gustavo Aguilera Jiménez informó datos que en la actualidad han aportado los científicos para acercar a los historiadores la verdad sobre la reliquia arqueológica más estudiada de todos los tiempos en su conferencia en línea La Sábana Santa y la Pasión de Cristo.
Según la tradición, la Sábana Santa, es reconocida por ser la tela que probablemente envolvió el cuerpo de Jesús en el sepulcro y mantiene en ella su sangre, aportando información valiosa sobre la Pasión de Cristo; incluso es referida como el quinto Evangelio por el obispo italiano Giulio Ricci, mientras que para el filósofo es como una ventana hacia el Calvario y por los Evangelistas como testimonio y testigo de la Pasión de Cristo, es decir, se toma como evidencia de la existencia de Jesús y de la exactitud de los Evangelios.
A lo largo de la conferencia en línea, el maestro de Pensamiento Social de la Iglesia dio a conocer los estudios científicos que dan paso a la devoción de que esta reliquia, que actualmente se encuentra en Turín, fue dejada por Dios junto con los sacramentos como signo sensible de una gracia invisible: la muerte de Cristo por los seres humanos.
Impulsado por la ciencia y la fe, el profesor explicó que uno de los primeros puntos por los que mundialmente se reconoce esta manta como la Sábana Santa son las características que tiene: está hecha de lino, mide 4.5 metros x 1.10 metros x 11 centímetros y contiene la imagen de un hombre crucificado de cabello largo, con manchas notorias de quemaduras de incendios y de sangre, producto de heridas en la espalda por flagelación y por la mayor parte del cuerpo.
Publicaciones científicas de las revistas Analítica Química Acta, Play Optics, Termoquímica Acta apuntan a la autenticidad de la Sábana Santa, gracias a diferentes puntos por los que se le reconoce, uno de ellos son las quemaduras adheridas a la tela que son registro de un incendio de 1532 en el que se derritió la orilla de la caja en la que ésta estaba guardada en Chambery, Francia, lo que causó un efecto caleidoscopio; así como también cuenta con más manchas de quemaduras anteriores.
Otro indicador de legitimidad es la existencia de glóbulos rojos de varón que encontraron por separado el equipo de médicos italianos liderados por Pierluigi Baima Bollone y el grupo de doctores americanos dirigido por John Heller y Alan D. Adler, que además tenía presencia de bilirrubina que indica sufrimiento y albúmina humana de tipo AB, que actualmente representa menos del 5 por ciento de la población concentrada mayormente en la Palestina actual, asimismo coincidente a la de los Milagros Eucarísticos.
Por otra parte, está el polen que ya no se ha visto desde hace más de dos mil años y confirma temas como la ruta de la Sábana Santa y las fechas de la crucifixión, pues contiene dos pólenes de dos flores que sólo brotan en abril y mayo, tiempo de Pascua judía en la que Jesús cumplió su camino al Calvario.
Esta reliquia está simultáneamente conectada a distintos objetos con los que Jesucristo tuvo contacto, entre ellos las dos túnicas con las que vestía, la que se encuentra en Argenteuil, Fr. y la de Tréveris, Al., que cargan el polen como el de la Sábana Santa y el mismo tipo de sangre, así como el Sudario de Oviedo, el cual dice la tradición que cubrió el rostro de Jesús cuando fue bajado de la cruz.
Los argumentos anteriores son suficientes para creer en la veracidad de esta reliquia, sin embargo, el escritor habló también de los Milagros Eucarísticos Católicos, que se han suscitado a lo largo de toda la historia del cristianismo; el primero registrado en el siglo XVIII cuando un monje dudó y pidió a Cristo una transformación del pan y vino a sangre y carne, teniendo como resultado el tipo de sangre AB y el más reciente en el año 2009, que tuvo como veredicto este mismo tipo de sangre, que mostraba tejido de corazón humano de un hombre torturado.
Finalmente, los científicos descubrieron que la tela tiene proporciones anatómicas reales de un joven atlético de facciones judías, sangre de tortura y una herida de cinco centímetros hecha por un arma blanca, sumándose al resto de las heridas por todo el cuerpo; además Agostino Sferrazza, realizó una investigación a los ojos, que estaban cubiertos de leptones romanos, acuñados en la época de Poncio Pilato, y a pesar de que hay estudios como el del Carbono 14 que buscan desprestigiar esta creencia, existen más pruebas que tienen más argumentos para defenderla.