Desde que se detectó el primer caso positivo de SARS-CoV-2 en México, en el mes de febrero, el contagio no ha cesado. Para Nuevo León el año inicia con los jóvenes entre 25 y 44 años encabezando las estadísticas de contagio, lo que representa el 45 por ciento del total de casos, aunque quienes más fallecen son adultos mayores de 60 años. En lo que ha sido denominado como un segundo repunte de la pandemia, el Estado ha registrado niveles récord alcanzando casi los 900 contagios al día, según reportan las autoridades de salud.
El 80 por ciento de los casos positivos de la COVID-19 en adultos jóvenes, población comprendida entre los 25 y 44 años, se considera de riesgo leve a moderado, y aunque no suelen presentar complicaciones, sí se han registrado fallecimientos en este sector joven sin comorbilidades.
“Aún siendo joven deberías cuidarte porque realmente no sabes en qué va a derivar, si bien es cierto que un porcentaje alto de los jóvenes infectados no se va a morir ni va a tener complicaciones de gravedad, sí puede pasar y no creo que te interese averiguar si te va a tocar a ti o no”, expresó el doctor Luis Antonio Sánchez López, infectólogo y profesor investigador de la Universidad de Monterrey.
La diferencia entre adultos de la tercera edad y adultos jóvenes infectados radica en la complicación de la enfermedad, pues en jóvenes no más del 5 por ciento de los casos requieren hospitalización y soporte ventilatorio; el peligro está en que todavía no se termina de conocer el comportamiento del virus y por ende la situación de cada enfermo puede ser muy variable aunque tengan perfiles similares
Es importante dimensionar qué implicaciones tiene que los adultos jóvenes sean quienes representan la mayor cantidad de casos positivos, pensar qué consecuencias puede tener no sólo en ellos sino en quienes los rodean, principalmente si hay personas con factores de riesgo en su núcleo familiar que pueda adquirir el virus y ponerse en un estado crítico que termine en fallecimiento.
Debido a la facilidad con la que el virus se contagia, los hospitales se han convertido en un riesgo constante tanto para los pacientes como para el personal, por lo que muchos médicos, técnicos, camilleros y personal de limpieza, por mencionar algunos, que pertenecen al grupo de la población vulnerable por edad o comorbilidades, fueron enviados a casa sin que su sueldo se viera afectado, y por ende quienes continúan trabajando en los hospitales son los médicos jóvenes.
“La atención que brindamos no la sentimos, o no la percibimos de vida o muerte para nosotros y creo que eso es el principal problema de los jóvenes en general, que te sientes invencible o piensas que esto es como una gripe para ti y no le das la importancia que le daría una persona que sí está en un grupo vulnerable o de riesgo”, aseguró la doctora Edna Velázquez Ávila, miembro del equipo de infectología a cargo del área COVID del Hospital San José, quien también fue residente de medicina interna en el Hospital General de Zona #33 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) durante los primeros cuatro meses de pandemia.
El virus tiene un período de incubación promedio de 7 días y el adulto joven no suele presentar síntomas al estar contagiado; es usual que estos casos no se compliquen, sin embargo hay pacientes jóvenes que han fallecido sin tener ninguna enfermedad o comorbilidad que represente un riesgo para el paciente, lo que se traduce en que el virus sigue siendo incomprendido.
“Desafortunadamente vemos en redes sociales reuniones de jóvenes, siguen yendo a fiestas, y siguen teniendo mucha interacción social y como se ha hecho público que el paciente joven tiene pocas probabilidades de complicarse, se relajan y no toman la enfermedad en serio, por ende son los que están contagiando a las personas mayores de 60 años que son quienes están en mayor riesgo y que más precauciones están tomando”, aseguró el doctor Jesús Daniel López Tapia, director de la Escuela de Medicina de la Universidad de Monterrey.
Aunque es cierto que los jóvenes son quienes no han dejado de salir a trabajar porque las estadísticas muestran el bajo índice de complicaciones al contraer el virus, también se ha confirmado que el riesgo de ser asintomático y transmitir el virus a familiares puede propiciar una situación de salud crítica, aún cuando estos no padezcan comorbilidades.
“Los jóvenes solamente se sienten abrumados cuando pueden ser muy empáticos y en verdad están pensando en las personas que los rodean; un joven no tiene mucho de qué preocuparse a menos que viva con sus papás o con algún enfermo, pero no todos lo ven así y ahí es donde donde está el riesgo. Vemos como historia repetitiva desde marzo que ingresa un paciente de unos 60 años y preguntamos dónde cree que adquirió el virus y resulta que él y su esposa trabajan desde casa pero su hijo vive como si no estuviera pasando nada”, agregó la doctora Velázquez.
Y EL CORONAVIRUS, ¿QUÉ ES?
Conocer qué es, cómo se transmite y cuáles son las consecuencias de infectarse, nos ayuda a dimensionar el impacto que nuestras decisiones tienen en el entorno y cómo ponemos en riesgo a nuestros allegados con quienes compartimos espacios físicos diariamente.
La COVID-19 es un virus emergente que viene de una adaptación de un coronavirus que se encuentra generalmente en los mamíferos y su hábitat natural no es la especie humana sino algunas aves, serpientes y también ciertos reptiles; estas mutaciones cambian la configuración del virus logrando así infectar las células humanas, por lo que todos somos susceptibles al contagio.
La enfermedad se manifiesta diferente en cada persona pero si alguien se infecta puede pasar aproximadamente 4 días sin síntomas y continuar transmitiendo la enfermedad; alrededor del 5 por ciento de la población que se ha detectado como positiva ha sido asintomático, aunque eso no significa que no hayan contribuido a la diseminación del virus.
Los síntomas más comunes son fiebre, dolor de cabeza, dolor muscular, debilidad, sensación de falta de aire o tos seca, y se recomienda que quien presente cualquiera de estos acuda a hacerse la prueba un centro médico con el fin de tomar medidas pertinentes en caso de dar positivo y evitar la propagación del virus.
Al día de hoy se sabe que se transmite principalmente de tres maneras: por las vías respiratorias a través de las gotas de flujo, que son las que se expulsan al hablar, toser o estornudar, y que no viajan más allá de un metro de distancia; por los aerosoles, que son pequeñas gotas que se expelen al hablar y pueden permanecer hasta 30 minutos flotando en el aire; y a través del contacto con superficies contaminadas, donde el virus sobrevive varios días dependiendo de las condiciones de temperatura y el Ph, al llevarse las manos hacia las conjuntivas de los ojos o la mucosa de la nariz sucede la infección y el virus crece en la faringe o en la garganta, informó el doctor Sánchez López.
Entre las secuelas importantes que deja la COVID-19 se encuentra un deterioro en el sistema respiratorio conocido como restricción pulmonar, una condición permanente que causa la sensación de falta de aire; también se han visto problemas neurológicos, debilidad en extremidades y por otro lado las consecuencias del confinamiento en la salud mental: ansiedad, estrés y depresión. La recomendación es forzosamente tomar terapia para tratar de disminuir el impacto que la experiencia puede tener en la vida de quien se vio afectado, añadió el doctor López Tapia.
El Director de la Escuela de Medicina de la UDEM recalcó también la importancia de que la terapia se enfoque en rehabilitación pulmonar, ya que los pacientes que se recuperan de la infección no tienen la misma capacidad aeróbica que solían. El Gobierno de México y el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias tienen disponible en su página web guías de rehabilitación. La eficacia de la terapia dependerá del daño que el paciente haya tenido en los pulmones pues va desde pequeños daños hasta el pulmón entero afectado, razón por la cual los resultados son muy variables de un caso a otro.
“Al principio estaba el mito que el virus surgió por una sopa de murciélago en China y los estudios filogenéticos muestran que sí proviene de un murciélago y que posteriormente se adaptó a un mamífero que se llama pangolín cuya carne se come, pero el problema no es el consumo sino el contacto con los animales vivos en los mercados que es muy común en países de Asia”, indicó el doctor Luis Antonio Sánchez López, infectólogo y profesor investigador de la Universidad de Monterrey.
Las mutaciones y cambios adaptativos del virus ocurren cada 10 años aproximadamente, en el continente oriental ya se han experimentado brotes de otros coronavirus en los años 2002 y 2012, hubo pocos casos y no fueron tan infecciosos por su baja patogenicidad a diferencia del actual donde el virus ya se adaptó al ser humano a causa de una convivencia estrecha con los animales que es donde naturalmente vive.
Se tiene registro que desde agosto de 2019 se movía el virus en China y existieron casos positivos que no fueron reportados y cuando se detectó el brote epidemiológico en septiembre se procedió a aislar los casos para estudiarlos y tratar de contener el virus, sin embargo cuando se dio aviso de la infección ésta ya se había diseminado por la movilización de la población, lo que representó una oportunidad de escape y propagación del coronavirus.
“El virus todavía está y la pandemia aún no termina, los casos siguen aumentando y muchos contagiados no se dan cuenta porque son asintomáticos. Desafortunadamente hasta que lo ven de cerca, hasta que ven que un familiar se complica o fallece ahí es donde comienza a poner atención pero todavía hay gente que no cree que exista y hasta que les toca lo creen”, expresó el doctor López.
NO ES MOMENTO DE BAJAR LA GUARDIA
El mes de diciembre inició con un 40 por ciento de ocupación hospitalaria y Nuevo León se encuentra dentro de las siete entidades federativas que registran una ocupación superior al 50 por ciento, según datos de la Secretaría de Salud.
“En México no ha habido rebrotes, pues en el país los casos no han disminuido lo suficiente como en España o Italia donde han llegado a cero y vuelven a surgir infectados, aquí han habido repuntes porque las medidas preventivas no han sido lo suficientemente estrictas y sólo lentifica la transmisión, es el mismo brote que tiene ciertos picos de aumento de infectados”, aseguró Sánchez López.
Los casos positivos confirmados dentro del grupo de jóvenes adultos entre 24 y 44 años han aumentado drásticamente mes con mes desde marzo, mientras que la influenza también se conjunta creando un escenario de enfermedades respiratorias que amenazan con incrementar la demanda en hospitales.
“Cada familia tiene sus propias prioridades, necesidades económicas y de cariño entre ellos, hay quienes sí han preferido distanciarse de su familia y otros que necesitan el contacto físico con ellos. Los jóvenes tenemos mucha responsabilidad en esta pandemia y creo que más que nunca la vida de nuestros padres depende de nosotros, tanto en lo económico como en otros aspectos. La repercusión en la salud mental va a ser un tema en los jóvenes que saben que causaron enfermedad en sus familiares”, expresó Velázquez.
Los principales factores que influyen en que sean los adultos jóvenes quienes lideran las estadísticas de casos positivos son la socialización y el trabajo fuera de casa.
Por otro lado, se han presentado pocos casos descritos de reinfecciones donde el virus ya es otra variante, generalmente son pacientes que tienen bajas defensas y cuyo organismo no ha logrado desarrollar los anticuerpos y defensas ante la enfermedad.
Los gobiernos han jugado un papel muy importante en la contención del virus al establecer protocolos de prevención eficaces y desarrollar estrategias en temas de salud pública para que las medidas no se perciban como opcionales sino como obligatorias y así evitar la propagación de la enfermedad en corresponsabilidad con la población.
El mensaje que se ha transmitido en México no ha sido el de contener la enfermedad sino ralentizar la transmisión para evitar la saturación de hospitales, y mientras no haya una vacuna o tratamiento efectivo la transmisión seguirá siendo elevada y por cada paciente detectado positivo se sabe que hay al menos 3 o 4 personas más que estén contagiadas con el virus en período de incubación.
“Las medidas preventivas de inicio no fueron las adecuadas, la mayoría de los países no han hecho una estrategia epidemiológica eficaz, otros por el contrario tomaron medidas estrictas de prevención como el cierre de aeropuertos, restricción de viajes y movilidad y que quedarse en casa fuera una obligación y no una opción”, expresó el infectólogo.
El sistema de salud, tanto en el sector público como privado, se ha visto en la necesidad de trabajar con los recursos con los que cuentan y a medida que ha avanzado la pandemia han sido expuestas las deficiencias del servicio médico, lo que los ha obligado a desarrollar y establecer protocolos que minimicen el riesgo de contagio, no solo para los pacientes con COVID, sino para todo aquel que se ve en la necesidad de acudir al hospital.
“Desde una perspectiva de hospitales públicos y privados es similar en cuanto a que se ha ido evolucionando para hacer la atención lo más segura que podamos, muchos de nuestros procesos que teníamos bien establecidos y que hemos estado trabajando duro los últimos 10 a 20 años de forma internacional, llámese lavado de manos, cuidado de accesos venosos, todas estas pequeñas intervenciones a las que uno se presta al ingresar en un hospital son potencialmente mortales: por más pequeña que sea, introducir una aguja en tu cuerpo ahora ya es un riesgo”, aseguró la doctora Velázquez.
A diferencia de Latinoamérica, los países asiáticos son muy rigurosos con sus protocolos de contención, al nivel que cuando detectan brotes de virus en aves o mamíferos lo que hacen es militarizar la zona y proceden a quemar a los animales; en México la población carece de cultura de prevención en temas de salud y las medidas ante el coronavirus han levantado reacciones de descontento al asegurar que se lesionan sus derechos humanos.
Otro aspecto doloroso es que la convivencia con los pacientes está prohibida, no existe la oportunidad de brindar acompañamiento presencial a los enfermos, por lo que quien fallece lo hace en soledad y muchas veces sin despedirse de sus familias, para que posteriormente el cuerpo sea depositado en una bolsa para trasladarlo al proceso de cremación.
“No hay nadie, nadie que les agarre la mano, ni siquiera el personal de salud porque estás tupido de trabajo, la gente se muere no importa el hospital, si es público o privado, no importa si es México o Nueva York, ahorita la gente se está muriendo sola. No puedo pensar en el que está afuera y que no logró despedirse, todas las familias están pasando por estos lutos vacíos al no poder ver ni siquiera el cuerpo, yo creo que para mí, dentro de todo lo feo eso es lo peor, ver a la gente morirse sola”, expresó Velázquez.
LA VACUNA, ¿UNA ESPERANZA EN EL HORIZONTE?
Los investigadores que no tuvieron como fin lucrar sino colaborar en el proceso de creación de vacunas; las diferentes farmacéuticas que han desarrollado propuestas y la suma de esfuerzos internacionales, han sido factores cruciales para hacer realidad las diferentes opciones de vacunas para el SARS-CoV-2.
El subsecretario de promoción y prevención de la salud, Hugo López Gatell, presentó en la mañanera del 8 de diciembre la Política Nacional de Vacunación contra el COVID-19, que tiene como prioridad vacunar primero a los trabajadores del área de salud, seguido de la población mayor a 80 años, dejando al final a los adultos menores de 40 años y excluyendo a personas menores a 16 años de edad. Se pronostica que se completarán las cinco fases de cobertura nacional de vacunación hasta marzo del año 2022.
“Ya casi tener la vacuna, o ya tenerla pero no tenerla en mi cuerpo es lo mismo que no existiera la vacuna, porque la vacuna es una prevención, por ahorita es como si estuviéramos en el día uno y de hecho inclusive peor porque una gran parte de la población ya fue infectada, y hemos visto que las reinfecciones son reales y que algunas son mucho peores que la primera vez, entonces no es momento de bajar la guardia”, compartió la doctora Velázquez.
¿QUE SIGUE?
Las repercusiones de la pandemia por coronavirus han afectado, más allá de los contagiados y fallecidos, al sistema de salud en general provocando que el simple hecho de acudir a un hospital sea peligroso para todos aquellos pacientes que tienen algún padecimiento crónico o enfermedad autoinmune que requiera vigilancia periódica, interrumpiendo tratamientos o limitando la disponibilidad de citas, y como consecuencia aumentando la mortalidad por situaciones distintas a la COVID-19.
El virus llegó para quedarse y se esperaría que los hábitos del lavado constante de manos, uso de gel antibacterial y de cubrebocas continúen aún después de la aplicación de la vacuna, aunque tomando como referencia el brote de Influenza y cómo poco a poco se fueron dejando a un lado las medidas de prevención, se pronostica que en México y resto de países latinoamericanos no perduren estas prácticas.
“Lo que yo visualizo desde el punto de vista epidemiológico es que muy seguramente sí nos vamos a quedar con los cubrebocas por un tiempo, con estas medidas como el lavado de manos, el uso de gel, probablemente de distanciamiento, el no saludar de beso, el no abrazarse, pero en algún momento dado esto se va a perder, mientras no nos digan que algo es obligatorio, lo vamos a perder”, aseguró Sánchez.
Los medios de comunicación pasaron de un mensaje que inició con una caricatura que restaba seriedad a la importancia de promover la sana distancia, a otros más drásticos y contundentes a partir de la campaña Quédate en Casa, donde el exhorto a no salir de casa tenía argumentos tan trágicos como la muerte, por lo tanto el manejo de la información no ha sido el más adecuado para dar a conocer a la población lo contagioso que es el virus, la posibilidad de ser asintomático y que al contribuir a la transmisión puede culminar en una tragedia.
“Quédate en casa todo lo que puedas, pero yo sí he dicho desde que inició la pandemia que esto iba para muy largo como para pedirle a cualquier país que se detenga por completo, lo que quiero decir es que es muy posible hacer actividades esenciales con todas las precauciones pero hay cosas que por más que te cuides no se pueden hacer, hay cosas que tenemos que poner en pausa y está bien, por ejemplo, estas fiestas como una boda, o cumpleaños no son de vida o muerte”, señaló Velázquez.
Tomando como referencia el caso de la pandemia por influenza del año 2009 y cómo las medidas de prevención fueron perdiendo fuerza al punto de ser ignoradas y sólo crear el hábito de vacunarse, el posible escenario para postcovid se vislumbra similar, pues incluso cuando los esfuerzos gubernamentales por dejar claro que la pandemia no ha acabado, gran parte de la población ya ignora las medidas preventivas y se han relajado los esfuerzos por evitar la propagación del virus.
En México y en algunos países de América latina no está tan arraigada la cultura de la prevención, pero es muy importante seguir las indicaciones y las medidas de las autoridades sanitarias para no ponernos en peligro a nosotros y a nuestros familiares.