
La FM ha sido un actor social y político en América Latina: Lenin Martell Gámez
Por: Miguel Ángel Lapuente
Lejos de ser una simple frecuencia, la radio FM ha desempeñado un papel clave en la construcción de identidades y culturas en América Latina y el Caribe. En un contexto en el que el consumo de información y productos culturales está cada vez más digitalizado, la Frecuencia Modulada se mantiene como un espacio de resistencia y oposición contra el algoritmo.
En su más reciente libro, Así suena la FM, historia de la radio en América Latina y el Caribe (2024), Lenin Martell Gámez y Tito Ballesteros López exploran cómo la radio FM no solo ha sido una herramienta de difusión cultural, sino también un motor de articulación social y política, a la vez que invitan a repensar la relevancia de la radio en la era digital.
El libro contempla una investigación en torno al desarrollo histórico de este sistema de transmisión y 19 colaboraciones realizadas por periodistas y académicos de diferentes países de la región. Por lo tanto, se presentan paralelismos y contradicciones, lo cual sirve para hacer nuevas preguntas y mantener actualizada la conversación sobre el presente y el futuro de la radio.
¿Cómo nació este proyecto y cómo lograron coordinar un trabajo que abarca un territorio tan amplio?
Este libro surge a raíz de otro que publiqué en 2021: El imaginario de lo público en la radio. Tito Ballesteros, profesor colombiano y productor de radio, conoció ese trabajo, me contactó y me propuso hacer un libro juntos sobre la historia de la FM. En un inicio, pensamos que sería un proceso más sencillo, pero tuvimos que desarrollar una metodología para recopilar información, ya que el tema es vasto, la información estaba dispersa, sin clasificar, y no había libros previos en los cuales basarnos. Como no había ningún antecedente, lo primero que hicimos fue diseñar un cuestionario que nos permitiera obtener los datos que necesitábamos, lo probamos, lo perfeccionamos y después invitamos a varios profesores-productores para que escribieran acerca de la FM en cada uno de sus países. Decidimos trabajar con 19 naciones, incluyendo Brasil, que, aunque es de habla portuguesa, comparte muchas características con el resto de Latinoamérica. Del Caribe, solo consideramos países de habla hispana. A los colaboradores los acompañamos en el proceso, revisamos sus ensayos y los orientamos. Paralelamente, realizamos entrevistas con expertos en FM de países como Uruguay, Brasil y Argentina para tener más contexto del tema y datos más sólidos, y la mirada de estos expertos fue fundamental.
¿Se podría afirmar que la radio ha tenido un rol en la construcción de una cultura y una identidad compartida en la región?
Esa es la tesis del libro. Nos dimos cuenta de que la FM no es solo una tecnología o una frecuencia, la FM ha sido un motor, un actor social y político, una institución que ha contribuido a la formación de identidades locales, nacionales y regionales en América Latina. ¿Qué hubiera sido de la industria musical sin la FM? ¿Del fútbol? ¿De las radionovelas? Nuestra región tiene una articulación discursiva que se expresa en tres grandes fenómenos: la cumbia, las telenovelas y el fútbol.
Más allá de la cuestión cultural y la construcción de identidad, ¿identificaron algún paralelismo entre la historia de la FM y el desarrollo social en la región?
Totalmente. Tito y yo no solo recopilamos y clasificamos los ensayos, sino que también escribimos dos capítulos adicionales. Uno presenta una cronología histórica que analiza estos paralelismos y el otro explora los rasgos comunes en la conformación de la FM en distintos países. La FM es una institución que ha estado ligada a los procesos históricos, económicos y políticos de cada nación. En Argentina y Nicaragua estuvo influenciada por la dictadura, mientras que en El Salvador por las guerras civiles. También hay una relación clara con el desarrollo económico: los países con mayor capacidad económica (México, Colombia, Chile y Argentina) pudieron invertir en tecnología y consolidar una industria radiofónica fuerte. En otros casos, la FM estuvo vinculada a la propaganda gubernamental o al auge de las iglesias protestantes, como en Brasil y Guatemala.
¿Qué puntos en común encontraron sobre los contenidos y formatos que manejan las estaciones de FM en América Latina y el Caribe?
Lo primero es que, aunque no sabemos con certeza dónde comenzó la FM en la región porque la industria de la radio se desarrolló sin registros formales ni actas constitutivas ni marcos regulatorios claros, sí sabemos que su desarrollo se dio principalmente en los años setenta, consolidándose en los ochenta y noventa. Luego, en este siglo, ha experimentado un declive. Otro aspecto relevante es que, en los 19 países que estudiamos, la FM se estableció como un modelo comercial basado en la publicidad, tanto de empresas privadas como de los gobiernos a través de anuncios oficiales. Esto hizo que muchas familias vieran la FM como un negocio rentable y una fuente de entretenimiento. En la mayoría de los países no existió un marco jurídico sólido hasta el siglo XXI, cuando la FM ya comenzaba a debilitarse. En los años ochenta experimentó una gran expansión con la entrada de la radio hablada y en los noventa se mantuvo estable. En cuanto a los contenidos, en los años setenta y hasta principios de los ochenta predominó el formato de radio «rocola», pero la FM fue evolucionando hacia un modelo más hablado. Esto se debió, en parte, a la explosión demográfica en ciudades como Bogotá, Santiago y Ciudad de México, lo que generó la necesidad de ampliar la señal para llegar a más zonas urbanas. Además, los gobiernos no lograban responder a las necesidades de una sociedad en cambio constante, especialmente de los jóvenes. Fue entonces cuando comenzaron a surgir programas sobre salud, sexualidad y otros temas de interés social. De hecho, la FM fue un espacio fundamental para los movimientos feministas y para que las mujeres hablaran en primera persona sobre sus problemáticas. A pesar del autoritarismo en algunos países, incluido México, la FM logró convertirse en un medio de denuncia. En el caso de Monitor Radio, por ejemplo, desde la década de 1970 se discutían casos de corrupción, aunque generalmente limitados a funcionarios de mediano rango y no a los de alto nivel. Conforme crecían las ciudades, la FM empezó a cumplir una función similar a la de un GPS, brindando información útil sobre el tráfico y la movilidad urbana. Curiosamente, Paraguay es una excepción en la región, ya que allí la AM ha tenido más peso como radio hablada que la FM.
Además de la radio comercial, también existen las radios universitarias y comunitarias y aquellas que operan fuera del marco legal. En su estudio, ¿qué hallaron sobre estos nichos?
Desde finales del siglo XX y a lo largo del XXI, hemos visto una expansión significativa de la radio universitaria, comunitaria y pública, así como de la radio religiosa, especialmente la protestante. Las radios universitarias han crecido con la FM. Un ejemplo es Radio UDEM, que ya tiene más de 30 años al aire. Estas emisoras han permitido diversificar las audiencias, acercándose más a los jóvenes. Sin embargo, una de las grandes deudas de la FM es con la infancia. Al haber sido un modelo comercial, no ha considerado a los niños como un público relevante, simplemente porque no representan una fuente de ingresos. Este fenómeno no es exclusivo de América Latina; en Estados Unidos ocurre algo similar. Aquí es donde las radios universitarias, comunitarias y públicas han marcado la diferencia al conectar con otras audiencias y al abordar temas de interés para grupos minoritarios y vulnerables. Esto ha fortalecido su papel dentro de la sociedad. Es importante ver a la FM no solo como una tecnología, sino como una institución con un marco jurídico y relaciones de poder con distintos sectores de la sociedad. En el ámbito comercial, la FM ha experimentado un declive, pero en el sector universitario, público, estatal y comunitario ha tenido un auge notable. Son contradicciones interesantes.
Noruega apagó la FM hace unos cinco o seis años, pero al mismo tiempo no podemos ignorar el desarrollo digital y las nuevas tecnologías, que han transformado la manera en que consumimos productos musicales y hablados. Después de todo el trabajo que implicó este libro, ¿qué pronosticas para el futuro de la FM?
Por razones económicas y de desarrollo tecnológico, la relación entre la sociedad y la radio FM en esta parte del mundo aún tiene un largo camino por recorrer. A medida que profundizo en su estudio, junto con expertos como Tito, quien ha investigado la radio por más de 30 años, confirmamos que sigue siendo un medio altamente adaptable. Su facilidad de producción es clave: basta con una voz, un micrófono y herramientas de edición cada vez más accesibles. Hoy, es posible editar desde un restaurante, una escuela o incluso un teléfono móvil sin necesidad de una consola profesional. Además, la radio se ha integrado con los podcasts, un recurso narrativo que ha demostrado ser muy atractivo. También es interesante cómo la globalización ha transformado el acceso a la música. Hace 30 años, cuando estudiaba en la universidad, teníamos un programa en Radio UNAM que se llamaba Música Perdida. Para nosotros era la gran novedad porque era música de todo el mundo, era nuestra manera de conectarnos. Esto refuerza la idea de que la FM sigue siendo relevante, especialmente en países donde la tecnología digital no está al alcance de todos. Un ejemplo es el Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, donde soy defensor de las audiencias. En los próximos años, habrá una expansión de estaciones FM en varias regiones del país y los gobiernos y las universidades seguirán apostando por esta frecuencia.
¿La permanencia de la FM, entonces, puede representar una resistencia contra el algoritmo y la homogeneización cultural e identitaria?
He aprendido que la historia está llena de momentos clave: ¿por qué un gobierno decidió apoyar la radio y otro no? ¿Por qué ciertas decisiones marcaron su evolución? En ese sentido, lo que tú planteas con esta pregunta es que la FM podría convertirse en un espacio de resistencia frente a la imposición de contenidos por parte de los algoritmos. Habrá quienes digan: «No quiero que me digan qué leer, ver o escuchar. Prefiero la FM». Y eso es fundamental. También hay que considerar el factor económico: acceder a internet y consumir datos móviles tiene un costo, mientras que la FM es gratuita. Aunque se diga que «todo el mundo está conectado», la realidad es diferente en países como El Salvador, Cuba, República Dominicana e incluso México. En ese contexto, la radio puede convertirse en un símbolo de resistencia. La FM va a continuar con un diálogo muy importante en contenidos y formatos mientras se adapta a las tecnologías. Para ello, es clave la capacitación. Actualmente, la radio FM en América Latina sigue siendo un ámbito con mucho empirismo y pocos profesionales. Sin embargo, los jóvenes recién graduados de las universidades llegan siendo productores, editores y locutores al mismo tiempo. Esto les va a permitir dar un paso hacia adelante y garantiza la supervivencia y la adaptación del medio.
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