De izquierda a derecha: Lucinda Garza, Jacobo Molina y Alejandro Andonie. Foto: UDEM.

Jacobo Molina: “Para mí la poesía es retar al lector”


Por: Pilar Gacioppo

La (des)ubicación de las cosas, un compendio de poemas de estilo experimental, en el cual se juega con el uso de espacios, imágenes y el ritmo musical de las palabras, fue presentado en la Universidad de Monterrey por su autor: Jacobo Molina, exaUDEM y excolaborador de la Agencia Informativa, así como por Lucinda Garza y Alejandro Andonie, quienes moderaron el evento

Julio Mejía III, profesor de Letras, escribió en la contraportada del libro que la primera reacción al leerlo –la más natural y espontánea– es el desconcierto, y resalta la capacidad del poeta de convertir escenas ordinarias en sucesos extraordinarios. 

Una hora antes de su presentación nos encontramos en la Biblioteca del Campus, el mismo lugar donde se realizará la presentación. Jacobo llega poco antes del tiempo acordado. Aunque en muchos aspectos, la UDEM sigue siendo lo que había dejado atrás, nota cambios en todos los edificios. Algunos de ellos tienen que ver con él mismo. Ya no es un estudiante yendo a una presentación, ahora viene a presentar  su libro. 

¿Cómo fue el proceso de planeación y creación de los poemas?

La mitad del libro es un poema de largo aliento que surgió como resultado de la creación de mi tesis de licenciatura. Tenía la idea de que debía hacer un poema circular, fragmentario y, al mismo tiempo, que pareciera contradictorio. Posteriormente, ya que ese poema estaba concluido me percaté que estos mismos temas del movimiento, de la desubicación, de la circularidad, estaban presentes en otros textos. A veces no nos damos cuenta pero tenemos obsesiones y tendemos a escribir sobre ellas. Esas obsesiones, finalmente, se reúnen en este libro. 

En los poemas juegas con la estructura. ¿El estilo se relaciona con la temática? 

Hay una ejemplificación del movimiento, lo que es ya no es. Un hecho lleva al otro, sin embargo, lo hace hasta cierto punto de una manera azarosa. A veces los hechos no tienen conexión porque haya motivos o porque haya razones, sino simplemente porque, si uno lanza mil monedas al aire, algunas de esas van a caer en la misma cara, inevitablemente. A pesar de que podría parecer arbitraria esa separación en los textos, considero que, al menos, no es del todo arbitraria, porque sí hay un sentido rítmico y musical, los cortes no son completamente arbitrarios. Dentro de esa fragmentariedad de los textos, está claro que hay algo de unidad.

¿De dónde viene el interés por la circularidad en tu libro?

Esto viene porque la circularidad, en realidad, es una concepción de las cosas y de la historia misma de Occidente que a veces se olvida porque tenemos una tradición judeocristiana. Esta nos lleva a pensar que la historia es lineal, progresiva. Pero si uno voltea a ver otras partes del mundo y a otro tipo de culturas, vamos a encontrar concepciones circulares de la historia: las cosas vuelven hacia el mismo punto, las cosas regresan. Romper con la concepción lineal era importante para mí. Piedra de sol, de Octavio Paz también influyó mucho, un poema que habla, precisamente, del calendario. 

En sintonía con la línea de la forma, ¿tú intención fue que el lector también se sintiera desubicado al momento de leer los poemas?

Sí, porque inclusive para quienes estén más familiarizados con un tipo de poesía experimental, por darle un nombre, un libro escrito en esos términos, sobre todo, pensando en el último texto, siempre va a desconcertarlos. Y sí hay una intención, una voluntad de que el lector, a la hora de enfrentarse con un texto, se sorprenda, se impresione, porque para mí la poesía es retar al lector a reconfigurar lo que considera poesía. 

¿Es importante, entonces, replantear o renovar los modelos tradicionales de la literatura?

En el último texto puedes ver que hay una libre asociación de ideas, se salta de un tema a otro,y los temas no necesariamente son tratados de una manera filosófica. A veces simplemente están ahí. Si el lector se cuestiona el sentido de las cosas, se va a quebrar la cabeza de manera inútil.

En algunos círculos académicos y entre lectores casuales se cuestiona mucho este tipo de poesía, en comparación de la tradicional. ¿Qué opinión te merecen esas visiones críticas?

No siempre son críticas que carezcan de validez, porque lo que ocurre es que –y eso es algo que también me ocurrió a mí cuando comenzaba a escribir– a veces se observa algo que nos parece experimental y lo queremos imitar, pero no lo imitamos hasta sus últimas consecuencias. Puede ser que uno, por querer ser experimental, utilice la espacialidad en los poemas o la libre asociación de ideas, pero si uno no está comprometido con hacer poesía de esa manera, se produce un texto genérico en esencia. Tampoco creo que los que critiquen estén necesariamente equivocados. No se podría universalizar a la poesía que es escrita de esta manera, pero definitivamente, si no hay un compromiso con ello, entonces no hay poesía allí, porque entonces lo que estamos haciendo simplemente es escribir de manera absolutamente superficial. 

¿En qué estás trabajando ahora, qué podemos esperar en el futuro?

Eso dependerá de la cantidad de poemas que compile primero, porque si un determinado tipo de poemas pueden conformar un libro antes, y esos poemas tienen un corte también experimental o conceptual, será algo que va a continuar en el siguiente libro. Si los que se completan primero tienen un corte más “tradicional”, entonces esa será la línea del siguiente libro que se publique.

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