La irresponsabilidad en las palabras

Siempre y cuando sea objetivo, un periodista puede darse el lujo de omitir la imparcialidad. Es decir, mientras haga un trabajo de investigación completo en donde se muestren los hechos tal cual son, su perspectiva sobre los mismos y su posición política no degeneran la noticia. El problema, a mi parecer, ocurre cuando esa posición política rebasa su compromiso con la sociedad.

Cualquier persona que comparta sus ideas a través de medios de comunicación debe estar consciente del impacto que sus palabras pueden generar en quienes les ven, leen y escuchan. Los humanos no somos robots, por lo que también sería falso afirmar que una opinión dará origen por sí misma a un determinado acto; sin embargo, una opinión, en especial si viene de parte de un erudito o un periodista -quien en teoría se encuentra mejor informado que el resto- puede ser la gota que derrame el vaso. Pudimos verlo en Acapulco, donde la mano de un hombre fue mutilada y atribuida al Bronco poco después del primer debate de los presidenciables.

No hace falta una noticia: un tuit es más que suficiente. Éste puede contener información necesaria para dar lugar a un acontecimiento de la misma forma en que la propuesta del Bronco lo hizo. Es por eso que publicar una imagen que incita a la violencia en un país que ya ha tenido suficiente de ella me parece irresponsable y peligroso. Eso mismo que para Ricardo Alemán, y para otros, es una simple broma acompañada de una opinión política a otros puede resultarnos nefasto.

Cualquier figura pública, pero especialmente un periodista, un individuo que debe tratar de informar o bien de brindar una opinión bien fundamentada, debe ser cuidadoso con aquello (aunque sea por una simple broma) incita a hacer. Lo último que México necesita es figuras políticas importantes asesinadas, nos gusten o no sus propuestas, en una época donde existe polarización a nivel nacional causada por las elecciones. Lo último que necesitamos es un ejemplo más de cómo la violencia se ha apoderado de nuestro territorio y nuestras vidas, de cómo los valores humanos más básicos pueden ser burlados a conveniencia de unos pocos.

El despido que hicieron ya algunos medios de Alemán no puede llamarse censura. Hay una invitación, del periodista hacia cometer un acto violento, lo note o no él mismo. Vivimos en un país cuyas instituciones se encuentran corroídas, que tiene graves problemas sociales y, justo por eso, se necesitan periodistas comprometidos con su profesión, conscientes y responsables con respecto a lo que publican en los medios y hasta en sus redes sociales.

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