Los asesinos de la luna y el eterno debate sobre la representación en el cine


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Por: Guillermo Cuadros

El aclamado cineasta Martin Scorsese estrenó recientemente su película Los asesinos de la luna (2023). El filme había sido muy esperado por cinéfilos del mundo y la emoción se intensificó cuando en junio la película tuvo su debut en el Festival de Cannes, donde fue inmediatamente celebrada como una de las mejores cintas del año y de la filmografía del cineasta.

La película relata la historia del complot de asesinatos de un grupo nativo americano, los Osage, por parte de un empresario estadounidense, William Hale (Robert de Niro), con el fin de quedarse con una fortuna a base del petróleo del territorio de los nativos. El protagonista de la cinta es Ernest, sobrino del empresario, interpretado por Leonardo DiCaprio. 

A pesar de la aclamación general, la película ha generado polémica con la audiencia y en especial, con algunos miembros de la comunidad Osage. Algunos aplauden a la película por divulgar a una audiencia más grande este evento histórico que había sido olvidado. Sin embargo, otros piensan que la película, al mostrar la violencia hacia esta comunidad de manera cruda y explícita, no hace más que deshumanizar y revictimizar aún más a los Osage. Sobre todo porque aunque sí son parte del foco central del filme, ellos no son los protagonistas de la historia.

Esto conlleva al constante cuestionamiento en el mundo del cine y del arte: ¿Debería un artista contar historias sobre grupos a los cuales no pertenece? 

Hay cineastas que abordan historias sobre diferentes culturas, como Scorsese con los Osage, también pasa con temas de género, como lo hizo Joachim Trier en su cinta La Peor Persona del Mundo (2021) o de sexualidad, como Ang Lee con Brokeback Mountain (2005) o Wong Kar Wai con Happy Together(1997). 

No es malo que artistas cuenten historias sobre diferentes grupos, siempre y cuando lo hagan de manera considerada, respetuosa y consciente de su posición. Las cintas mencionadas anteriormente, son obras trascendentales que exploran cuestiones sobre la experiencia humana. El arte, cuando está hecho con sensibilidad y respeto, tiene la habilidad de sobrepasar barreras sociales y culturales para así contar una historia universal.

Por otra parte, no se puede dejar de lado el tema de la marginalización de voces en el cine. La mayoría de los directores siguen siendo hombres, cuando también es necesario escuchar y reconocer la voz de cineastas mujeres, artistas de la comunidad LGBTQ+, y de personas de diferentes grupos culturales. Poco a poco ha ido mejorando el tema de la inclusión, pero todavía hay mucho camino por recorrer. 

Uno de los grandes aciertos de Los Asesinos de la Luna fue la cercana colaboración con los Osage, quienes ayudaron a retratar auténticamente el idioma, la cultura y los datos históricos. De igual manera, participaron activamente en el set como extras o detrás de cámara en los distintos departamentos (vestuario, maquillaje, diseño de arte). Además de su colaboración en la producción, a lo largo del estreno de la película, estuvieron presentes en eventos de prensa y miembros de la comunidad Osage pudieron expresar sus sentimientos encontrados con respecto a la cinta.

Aunque se genere controversia, el hecho de que las películas traten historias de grupos vulnerables es un buen paso para comenzar a visibilizar las experiencias que han sido olvidadas o que no suelen ser mostradas. No obstante, falta mucho para lograr que el cine sea un espacio en el cual se represente íntegramente a las comunidades que han sido marginadas.

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