ChatGPT: ¿barrera o apoyo en el aprendizaje?


Sofia Martin Flores
Por: Sofía Martín

La popularidad de herramientas como ChatGPT entre estudiantes universitarios ha explotado en los últimos dos años. Ya no es raro que alguien pregunte: “¿Y si lo hago con la IA?”, antes de intentar una respuesta propia. Los alumnos universitarios tienen hoy acceso a información prácticamente ilimitada gracias a Internet, las bibliotecas digitales y las herramientas de inteligencia artificial. Pero, sorprendentemente, parece que se ejercita menos la reflexión individual, la duda crítica y la creatividad. Surge entonces una pregunta muy necesaria: ¿para qué pensar, si una máquina lo hace por mí?

Por ejemplo, muchos estudiantes usan ChatGPT para redactar ensayos, generar resúmenes o realizar tareas. En algunos casos, le piden que estructure la respuesta por ellos o que los ayude a corregir su gramática, ortografía y estilo. Hay quienes van incluso más lejos y solicitan a ChatGPT un texto casi definitivo, al que posteriormente realizan solo unas cuantas modificaciones personales. El problema no radica en pedir apoyo a esta herramienta, sino en el tipo de apoyo, la frecuencia de su uso y el propósito con que se emplea.

Un estudio realizado en México en 2023, titulado “Percepción de ChatGPT en estudiantes universitarios: una primera aproximación”, llevado a cabo por Gómez Zermeño y colaboradores, encuestó a 403 estudiantes de diez universidades mexicanas. Los resultados mostraron que los alumnos perciben un impacto positivo del uso de ChatGPT en su rendimiento académico, en la optimización del tiempo y en la resolución de tareas. Sin embargo, menos de la mitad lo utiliza con frecuencia y muchos no han recibido capacitación sobre su uso ético.

El riesgo de usar ChatGPT de manera indiscriminada es la pérdida del pensamiento crítico, la creatividad y la originalidad. Cuando confiamos demasiado en lo generado por la IA, dejamos de cuestionar, dudar e indagar por nosotros mismos. Pensar críticamente implica examinar las suposiciones iniciales, analizar los argumentos, valorar las fuentes y detectar contradicciones. Esa es una capacidad humana que se fortalece con la práctica, el error y el esfuerzo. Si siempre dependemos de una máquina, ¿seguiremos siendo estudiantes o solo usuarios? Perder estas cualidades sería peligroso, pues nos volvería menos capaces de resolver problemas por cuenta propia y más fáciles de manipular.

Otro riesgo evidente lo confirma una investigación titulada “Generative AI Usage and Exam Performance”, la cual halló que los estudiantes que usan herramientas de IA como ChatGPT obtienen, en promedio, 6.71 puntos menos (de 100) en los exámenes que aquellos que no las utilizan. Esto sugiere que el apoyo de la IA puede estar perjudicando el aprendizaje. Asimismo, estudios experimentales en cursos de física —como el realizado por Manuel G. Forero y Herrera Suárez en 2023, titulado “ChatGPT in the Classroom: Boon or Bane for Physics Students’ Academic Performance?” — muestran que, si bien los alumnos valoran la ayuda de ChatGPT para entender conceptos u obtener información, su desempeño académico disminuye cuando dependen de la IA, en comparación con grupos que aprendieron mediante métodos más tradicionales, como elaborar guías y estudiar. Esto refuerza la idea de que apoyarse en la IA sin un equilibrio adecuado puede debilitar las habilidades críticas que solo se desarrollan con la práctica y el esfuerzo personal.

Debemos destacar que no todo es negativo. ChatGPT también ofrece ventajas reales: permite obtener información, ideas, resúmenes y ensayos de manera muy rápida, además de brindar acceso a datos, artículos, opiniones y ejemplos que quizá serían difíciles de hallar por cuenta propia. Puede ser una herramienta útil para quienes no saben cómo empezar un ensayo, pues ofrece una guía que ayuda a organizar los pensamientos, identificar los puntos clave y plantear una estructura clara. Todos estos beneficios confieren gran valor a ChatGPT cuando se utiliza como herramienta de apoyo y no como eje central para obtener información o realizar ejercicios de aprendizaje que corresponden al estudiante.

El problema, por tanto, no es la herramienta en sí, sino la dependencia excesiva. La mente se “oxida” si no se ejercita: cuestionar, corregir, adaptar y reflexionar es lo que realmente fortalece el pensamiento. Cuando un estudiante usa ChatGPT como inspiración o punto de partida —consultando fuentes, comparando versiones y añadiendo su propio estilo crítico—, la IA se convierte en un medio que potencia el aprendizaje. Pero si es la máquina quien produce la idea original, dejamos de ser protagonistas de nuestro conocimiento. La tecnología debe ser un apoyo, no un sustituto del pensamiento; debe servir para potenciar nuestra capacidad reflexiva y no para evitarla. Pensar no es solo responder: pensar es preguntarse, dudar, equivocarse y volver a intentar. Y eso es lo que nos distingue como individuos.

Es momento de hacer un llamado a la responsabilidad académica: estudiantes, profesores e instituciones deben comprometerse a usar la IA como complemento, estableciendo normas claras, fomentando tareas que exijan creatividad y reflexión, y promoviendo que los alumnos valoren el proceso tanto como el resultado. Para cerrar con una reflexión consciente, cabe recordar que el pensamiento crítico no es solo una habilidad, sino una facultad valiosa del intelecto. Si dependemos de ChatGPT para todo, nunca desarrollaremos nuestras propias capacidades de análisis y reflexión. ¿Qué sentido tiene pensar, y cómo se desarrollará ese pensamiento, si una máquina lo hace por nosotros?

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