
Con nuevos lentes inteligentes, intromisión a la privacidad se vuelve más invisible
Por: Marian Yerena Cavazos y Luis Andrés Delgadillo Morales
Los riesgos para la privacidad de las personas y de sus datos no es algo nuevo, ya venía dándose con el auge de las redes sociales y el desarrollo de varias tecnologías, pero ahora la integración de la inteligencia artificial a artículos básicos de la vida diaria, como los lentes, hacen que la invasión a la privacidad se vuelva algo invisible, difícil de detectar y, en consecuencia, más peligrosa para cualquier persona, advierten expertos en el tema.
El 30 de septiembre salieron al mercado en Estados Unidos los nuevos lentes inteligentes Ray-Ban Meta 2, con mejoras frente a la primera generación de estas gafas que integraron la inteligencia artificial en el año 2023, y los Meta Ray-Ban Display, una innovación en materia tecnológica, con toda la información al alcance de la pantalla del lente y con el poder de responder e interactuar con tan solo mover los dedos de manera imperceptible.
Si bien estos lentes no son los primeros de este tipo en salir al mercado, pues les antecedieron Oculus Quest 3 (también en colaboración con Meta) y Apple Vision Pro, la diferencia radica en que los primeros eran muy visibles y las personas podían identificar que se trataba de un visor inteligente, mientras que los Ray-Ban Meta 2 y los Display pasan desapercibidos porque aparentan ser lentes normales y por usar el diseño icónico de la marca.
Los Ray-Ban Meta Gen 2 parecen lentes normales, de uso diario y de sol, pero pueden tomar fotos y grabar videos y compartirlos, permiten escuchar música y audios, pueden hacer y recibir llamadas y videollamadas y enviar mensajes de texto usando solamente comandos de voz, traducen en tiempo real conversaciones que se pueden escuchar a través de los lentes y sus transcripciones se muestran en la app de Meta AI, se les puede dar órdenes a través de voz o el panel táctil en la patilla y usan la inteligencia artificial de Meta AI para obtener información en tiempo real e indicaciones para realizar alguna tarea o recorrido. Y, si bien todo esto ya lo hacían los lentes de la primera generación de Ray-Ban Meta, los últimos contienen varias mejoras. Por ejemplo, tienen mayor capacidad de almacenamiento (32 GB), pueden grabar video en alta resolución y tienen una mayor duración de batería.
Los Meta Ray-Ban Display, que también pueden hacer todas las funciones anteriores, tienen integrada una inteligencia artificial más avanzada y una pantalla a color y de alta resolución en la lente derecha que permite, entre otras cosas, poder ver mensajes de WhatsApp, Messenger e Instagram, obtener traducción en tiempo real y subtítulos en vivo para conversaciones, y hacer videollamadas con la opción de compartir pantalla.
Estos lentes, además de contener una cámara con zoom y seis micrófonos, funcionan con una banda neuronal, a manera de pulsera, que interpreta las señales musculares de la muñeca y las ejecuta en los lentes sin que la mano los toque, es decir, la persona mueve la muñeca simulando, por ejemplo, picar un botón para tomar una fotografía, ejecutar un comando o contestar un mensaje y estas tareas se hacen en automático estando la mano alejada de los lentes.
Así funcionan las nuevas Meta Ray-Ban Display, en una demostración hecha por Mark Zuckerberg el 17 de septiembre de 2025.
Todas estas características puestas de manera discreta en unos lentes de uso diario los hacen peligrosos para la privacidad de las personas que simplemente pueden ir por la calle y ser grabados sin su consentimiento, afirma Beatriz Inzunza, maestra e investigadora del Departamento de Cine y Comunicación de la Universidad de Monterrey.
Aunque Inzunza apoya la integración de la inteligencia artificial en algunos objetos de uso cotidiano porque facilitan la vida de las personas, cuestiona cuando el avance de estas tecnologías o la manera como se utilizan comienza a afectar a terceros.
«Estos lentes inteligentes capturan información de personas conocidas o desconocidas sin su consentimiento. Si asisto a un concierto, por ejemplo, estaría grabando a miles de personas sin su autorización y eso significa que estoy cediendo datos de otros, como sus rostros, cuerpos, facciones, movimientos y hasta conversaciones que quedan grabadas en la memoria de los lentes. Y los estoy cediendo a Meta, que luego utiliza toda esta cantidad de datos para entrenar sus propios algoritmos», explica Inzunza.
Para la investigadora, el verdadero riesgo en este tipo de tecnologías es la falta de control sobre los datos personales, tanto del usuario como de las personas que lo rodean sin el conocimiento de que están siendo captadas por una cámara con inteligencia artificial.
La experta dice que hay una diferencia importante entre usar las redes sociales y los lentes inteligentes. «Los términos y condiciones de Meta mencionan que al usar sus productos (Facebook, WhatsApp, Instagram y Threads) ya estás compartiendo información, por lo que al usar estas redes sociales sabes que estás compartiendo datos, pero esto no ocurre con el uso de los lentes inteligentes, en donde la línea es aún más difusa y no queda claro hasta dónde llega el límite para respetar la privacidad ajena«.
No es lo mismo, añade, usar un producto que está diseñado para que la persona conceda dar su información a usar unos lentes para entregar a través de éstos la información de terceros.
Para Edrei Álvarez-Monsiváis, experto en audiencias y profesor en la Universidad de Monterrey, lo que está haciendo Meta con sus lentes inteligentes es el sueño de muchas personas, por lo que el gusto por el uso de estos objetos pudiera minimizar los riesgos que implican la falta de protección de la privacidad.
«Lo que está haciendo Meta con sus lentes y el uso de la inteligencia artificial, de poder ver a través de los ojos de las personas, de poder ver lo que está alrededor de manera casi anónima, es el sueño de cualquier persona que hace informática y programación y es el sueño de muchos usuarios que desean tenerlos y que los aprueban porque los ven como parte del progreso, pero debe comenzar a pensarse en cómo garantizamos que su uso no invada la privacidad de otros«, afirma el catedrático, para quien es importe que se comience a pensar en una normativa que regule el uso de estos objetos.
Según Álvarez, sería poco factible impulsar con éxito una ley que impida u obstaculice a empresas como Meta el uso de datos personales para ofrecer publicidad, puesto que esto es algo que ya está legitimado por muchas personas que afirman que esta clase de publicidad les permite tener una mejor experiencia de usuario, pero sí cree que se puede hacer mucho en los temas de seguridad y ciberseguridad, poniéndole candado a esos datos para que Meta y otras empresas no los entreguen a otras instancias o grupos que pudieran utilizarlos con otros fines.
Beatriz Inzunza dice que la privacidad digital debe ser la mayor prioridad y que los usuarios deben poder tomar decisiones informadas sobre lo que están dispuestos a compartir y lo que no, y lamenta que se esté viviendo una especie de adicción general de las tecnologías y el hecho de que se estén usando en objetos de los que las personas se desprenden cada vez menos, como los lentes.
«Si de por sí de los celulares casi no nos despegamos. Por eso, tengo mis reservas con respecto a qué tanto bienestar digital está promoviendo esto. Siento que se está generando mucha más relación con la tecnología que con las personas y tal vez esto esté contribuyendo a que haya mucha falta de empatía, más fragmentación social y no sé si los lentes se puedan convertir en un obstáculo para una socialización más humana», asegura la investigadora.
Para no reducir la interacción humana y no generar dependencia digital, Inzunza dice que «necesitamos trabajar en el desarrollo de habilidades humanas junto con los avances tecnológicos, para no desconectarnos completamente de lo que nos hace personas».
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