Las redes sociales y el peligro de trivializar la política


Elisa Cardona
Por: Elisa María Cardona Rodríguez

En los últimos años, las redes sociales y las estrategias de mercadotecnia han revolucionado la forma en que los políticos se comunican con sus votantes. Tanto en México como en Estados Unidos, figuras de la talla de Kamala Harris, Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez han aprovechado estas herramientas para llegar a un público masivo. Sin embargo, y aunque estas plataformas permiten una conexión directa y efectiva con los ciudadanos, el uso que se les da tiende a disminuir la seriedad e impacto de los mensajes políticos. ¿De verdad necesitamos viralizar la política para que sea efectiva? Me parece que no… y ese es el problema.

Hoy en día, las campañas parecen más interesadas en captar la atención a través de memes, desafíos virales y tendencias que en ofrecer debates profundos. Las redes sociales, con su inmediatez y capacidad de llegar a millones, convierten la política en una competencia de likes y shares. Según un análisis de la BBC, este fenómeno no es exclusivo de un solo país; en ambos lados del Atlántico, los políticos han ajustado sus tácticas de comunicación para adaptarse a un entorno que premia la viralidad sobre el contenido serio.

Uno de los mayores riesgos que veo en esta tendencia es que los mensajes se simplifican al máximo para ajustarse a los límites de caracteres de X (antes Twitter) o los breves videos de TikTok. ¿Cómo se puede abordar la complejidad de temas como la economía o la seguridad en 15 segundos? Al final, lo que obtenemos son propuestas que parecen más diseñadas para entretener que para informar. De acuerdo con un artículo publicado en The Conversation, hacerse viral no es suficiente para mantener una campaña electoral efectiva; a largo plazo, se requiere profundidad y conexión con los votantes.

Además, no podemos ignorar el impacto que estas tácticas tienen en la percepción pública. Si bien las redes sociales permiten a los políticos mostrarse más cercanos, también generan escepticismo sobre su autenticidad. ¿Están comprometidos con sus propuestas o simplemente están siguiendo la última tendencia para ganar popularidad? Esta desconexión genera desconfianza, especialmente entre votantes que buscan profundidad en los debates. Este fenómeno también ha sido resaltado en un análisis de la Henry Jackson Society, que advierte cómo el uso excesivo de las redes puede dañar la percepción pública, generando una sensación de espectáculo superficial en lugar de una discusión seria.

De acuerdo con Camhaji (2023), durante las elecciones recientes en México, aproximadamente entre el 30% y el 38% de las menciones en plataformas digitales hacia candidatos políticos estaban cargadas de sentimientos negativos, lo que refleja un clima altamente polarizado

Asimismo, me resulta evidente la creciente polarización fomentada por estas plataformas. Las redes sociales, en lugar de promover el diálogo, crean algoritmos donde los usuarios solo consumen contenido que refuerza sus propias creencias. Los candidatos aprovechan esto, hablando solo a sus bases y evitando confrontar ideas opuestas. En un entorno así, el debate político se fragmenta y se pierde la oportunidad de un verdadero intercambio de ideas. Encima de esto, el contenido en el que los candidatos se enfocan tanto en producir, es el de entretenimiento, haciendo entrevistas y dinámicas similares a las de un tour de prensa que un actor haría para promocionar su película.

¿Cómo se supone que recrear una tendencia en redes sociales comunique las preocupaciones de los ciudadanos y las propuestas de los candidatos? En lo que resulta esto, es en la distracción y nos atrapan intentando empatizar con nosotros a través de estas plataformas, perdiendo el enfoque de lo que realmente está sucediendo: la elección del poder que estará a cargo del futuro de una nación.

Las redes sociales y la mercadotecnia han transformado las campañas políticas en espectáculos que, aunque logran captar nuestra atención, carecen de profundidad. Es fundamental encontrar un equilibrio. Sí, las redes son herramientas valiosas para llegar a los votantes, pero no deben trivializarse los mensajes ni el debate. ¿Queremos que nuestras decisiones electorales se basen en el candidato más viral o en propuestas serias y bien pensadas? Como votantes, tenemos la responsabilidad de ser conscientes del contenido que consumimos, porque nuestro voto y nuestro futuro recaen en ello.

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