Plasma en novela ecos de historias familiares


Cristina Rivera Garza, escritora y profesora del Departamento de Estudios Hispánicos y directora del programa de Escritura Creativa de la Universidad de Houston, impartió la conferencia magistral Autobiografía del algodón: migración, frontera y familia en el noreste mexicano, en el Teatro de la Universidad de Monterrey.

Las entretelas, confidencias, ecos y susurros de las historias de familia, relacionadas con la visita histórica a Nuevo León que realizó el escritor José Revueltas, son el material de la investigación que Cristina Rivera Garza realizó sobre sus propias raíces y que convirtió en la novela Autobiografía del algodón.

En su charla, Rivera Garza ironizó sobre el consejo que se ofrece a novelistas de escribir sobre lo que el autor sepa, lo que generalmente lleva a considerar como temas a sí mismos o su familia, aunque el psicoanálisis establece que “el territorio más desconocido de todos es precisamente el yo y precisamente aquellos que tenemos más cercanos”.

“A mí me pasó eso con mi familia, había escuchado ecos, reverberaciones de historias que tenían que ver con el algodón, pero realmente no tenía una idea precisa de esta historia, de cómo se había desarrollado; me tomó bastante tiempo ir aclarando esos dejos de historias que empecé a escuchar desde niña en reuniones familiares, en fiestas, en conversaciones que van protegiendo porque no quieren que los niños formen parte de eso”, relató.

Rivera Garza narró las travesías de sus abuelos por los estados del noreste mexicano y por Texas, donde trabajaron tanto en los campos como en las ciudades, hasta que, al inicio de los años 30 del siglo pasado, en Estados Unidos se establecieron medidas antiinmigrantes, que implicaron la deportación de muchos mexicanos que crecieron y trabajaron ahí, y que no conocían otro país.

Finalmente, sus pasos los llevaron a un espacio en Nuevo León, llamado Estación Camarón, atraídos por un reparto de tierras que hacía el gobierno.

Por esos años, un joven activista del Partido Comunista, José Revueltas, llegó a Estación Camarón para atestiguar una huelga importante, que para él, “en su imaginación afiebrada de comunista apasionado”, en opinión de Rivera Garza, era la huelga que indicaba que la Revolución había comenzado en esta área del país.

La narradora, ensayista y poeta mencionó que la experiencia que Revueltas tuvo en la huelga Ferrara fue la base de su segunda novela ‒titulada al inicio Las huellas habitadas‒, que finalmente llevó el nombre de El luto humano, publicada en 1943 y que un año más tarde ganó el Premio Nacional de Literatura.

“No tengo evidencia de que José Revueltas haya conocido a mis abuelos paternos o maternos, pero para eso soy novelista: quiero imaginar que, en algún momento, alguno de estos campesinos sin tierra, trabajadores serios, firmes y valerosos que describe Revueltas en El luto humano tuvo el rostro de alguno de mis abuelos; y si la imaginación me da para más, puedo contar que alguna vez platicaron”, indicó.

La también autora de las novelas Nadie me verá llorar y La muerte me da señaló que la intención de estos campesinos era “quedar bien” con los recién llegados de la ciudad, porque podrían obtener lo que todos ellos estaban buscando: un pedazo de tierra, un lugar donde echar raíces, donde criar a una familia y donde hacer una apuesta por el futuro.

LE ENTREGAN PREMIO ALFONSO REYES

Horas antes, a mediodía, la escritora recibió el Premio Nuevo León Alfonso Reyes 2021 en una ceremonia realizada en el Palacio de Gobierno.

Por su obra que impulsa diálogos y reflexiones en torno a las violencias de género, la escritora Cristina Rivera Garza se hizo acreedora de la distinción que otorgan el Gobierno de Nuevo León, la Universidad de Monterrey, la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), el Tecnológico de Monterrey y la Universidad Regiomontana (U-ERRE). La UDEM es la casa de estudios anfitriona de este año.

Entregaron el galardón en una ceremonia realizada en el Palacio de Gobierno, donde participaron Carlos García González, vicerrector de Educación Superior de la UDEM; Melissa Segura Guerrero, secretaria de Cultura del Estado; Verónica González Casas, presidenta del Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León; Santos Guzmán López, rector de la UANL; Ángel Casán Marcos, rector de la U-ERRE, y Judith Ruíz Godoy, decana nacional de la Escuela de Humanidades y Educación del Tecnológico de Monterrey.

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