Ilustración Abigail Moreno.

(Fe)male gaze: hacer cine con una mirada femenina


Por: Estefanía de la Peña Ceseña

En la última década, la brecha de género en el cine se ha reafirmado. No solamente los personajes principales han sido dominados por varones en más de un 60 %, sino también los trabajos detrás de cámaras.


“Okay y… acción”, dice Dani, que se encuentra arriba de una mesa en cuclillas mientras graba a modelos con cabellos de colores rosa, azul, verde, morado y rojo. A un lado de la mesa está Caro enseñándole unas tomas a Marisa cuando se escucha a Jess decir: “¿Qué te parece si en el último shot usamos la misma paleta y escribimos en el espejo con pintura?” Se escucha Womanizer de Britney Spears de fondo, las luces vibran y las modelos posan sentadas en el piso con las manos en la cabeza y voltean hacia atrás. Algunas están en ropa interior y otras en camisas de resaque. 

Fílmicas es un proyecto con un objetivo y una visión en común: darle una mirada femenina a la carrera de Cine en la Universidad de Monterrey (UDEM) y al cine en general; crear una comunidad donde las mujeres puedan sentirse acogidas y cómodas en el ambiente; darle la visibilidad que se merecen las cineastas y buscar que el contenido realizado por mujeres sea tan valorado como el de los varones. 

Conozco Fílmicas gracias a Instagram. Ahí descubrí lo que es el Male Gaze y cómo puede llegar a afectar a las audiencias. También comparten recomendaciones de películas realizadas por mujeres. No he visto más de tres. Es paradójico –¿o no?– darme cuenta de que mi conocimiento sobre el cine hecho por mujeres es muy limitado. 

“Tengo una idea, a ver acomódense”, dice Dani mientras se acuesta en el piso y todas las modelos empiezan a poner sus caras sobre ella en forma de círculo. 

Daniela Soria está a punto de graduarse de la carrera de Cine, tiene el cabello rizado, es un poco baja de estatura y viste con ropa holgada. Tomando en cuenta que  tiene que subirse a mesas y escaleras para hacer su trabajo –el cual puede considerarse de alto riesgo– hace sentido que quiera estar cómoda. Mientras está arriba de la mesa, instruye a las modelos sobre cómo posar y qué gestos hacer para la cámara, a través de la cual ve todo el tiempo, en busca de la mejor toma. 

De pequeña le gustaba mucho editar videos, pero desconocía que se pudiera hacer una carrera enfocada en la edición y la grabación. Cuando entró a la universidad todavía no tenía muy claro qué quería hacer, pero ahora sí: dirigir, tomar fotos, trabajar en equipo. 

Durante la carrera, una de las cosas que más le impactó fue darse cuenta que la mayoría de las películas que les pedían ver eran dirigidas por hombres y que sus compañeros fuera de clases sólo consumieran y hablaran de cine realizado por hombres.


Carolina Zapata usa lentes y tiene cabello oscuro y corto, le llega un poco más arriba de los hombros. Cuando graba mantiene gestos de concentración, pero constantemente se cambia de un lugar a otro y se pone debajo de la mesa para observar todos los ángulos posibles. “Espera, espera, deja te grabo de cerca”, le dice a un modelo de pelo verde antes de que pase el siguiente. Tararea y mueve levemente la cabeza al ritmo de fondo antes de ponerse a ver los videos que filmó.

“De chiquita me gustaba hacer videos en mi celular con mis primas y los editaba en iMovie. Siempre me ha gustado hacer videítos. Cuando entré a la carrera empecé a conocer más cosas sobre la cámara y el área que más me interesa ahora es la dirección de foto. Siempre tuve un background artístico, tocaba la batería y la guitarra. Quizá no sabía con certeza que quería estudiar pero siempre supe que me gustaban más las artes que cualquier otra cosa y terminé estudiando cine”.

Antes de entrar a la carrera de cine ya sabía que había algunas dinámicas que era necesario discutir, replantear, modificar. En su generación no había más de siete mujeres y dentro de su propia experiencia: cuando le tocaba trabajar en equipo, la mayoría de las veces sus compañeros hombres se hacían con los cargos en los que ella había mostrado interés.  

Fue entonces cuando decidió hablar con Marisa acerca de esta problemática que se les presentaba en su vida cotidiana. En el momento en el que surgieron los nombres de Dani y Jess en la plática, le llegó un mensaje a Marisa. Era Dani. En ese momento surgió Fílmicas.   

En la última década, la brecha de género en el cine se ha reafirmado. No solamente los personajes principales han sido dominados por varones en más de un 60 %, sino también los trabajos detrás de cámaras. Las labores de mujeres destacan principalmente en los roles “tradicionales” del género, como lo son el maquillaje y el vestuario (cerca del 80 %). 


Ilustración Abigail Moreno.

Sentada en el piso veo cómo acomodan la escenografía para cambiar de escena. Jess tiene el cabello recogido y trae un suéter amplio de color negro que cubre una camisa negra con letras moradas. Me doy cuenta cuando se lo quita y permite ver que en la parte de enfrente dice: “cine de nosotras” y en la parte de atrás: “Fílmicas”, con la misma tipografía que utilizan en redes sociales.

El nombre artístico de Jess es Mar Flores. Hace referencia a su segundo nombre de pila. Le gusta y es parte de su distintivo. 

“Desde pequeña me ha gustado mucho el concepto de crear y contar historias, sabía que quería algo que estuviera relacionado con las artes”.

Después de observar un rato el desplazamiento de un lado a otro para realizar las fotos grupales, me acerco con Jess y le pregunto cómo se siente con el trabajo. 

“Muy bien”, exclama. ”Fíjate que ha sido un aprendizaje porque en la mayoría de las ocasiones no realizamos este tipo de films, pero es divertido”.

No me deja de sorprender que no estén acostumbradas, ya que las veo moverse y hacer su trabajo como si tuvieran 20 años haciéndolo.


“Fílmicas” nace de la necesidad de respuestas: ¿por qué en las materias de cine casi no se ven directoras?, ¿por qué no escuchamos de trabajos elaborados por mujeres?, ¿todo el cine que consumimos es únicamente escrito por hombres?

“Teníamos que buscar una manera de encontrar y difundir las respuestas que no se nos están dando”, relata Jess.

“Empezamos a ver ciertas tendencias, las mujeres en la carrera cubrían estereotípicamente ciertos puestos y queríamos ver más mujeres en el área de dirección y fotografía”, me externa su experiencia Marisa, al mismo tiempo que voltea a ver a las modelos.

 A Marisa Martínez siempre le ha gustado mucho escribir, contar historias y la fotografía. Entró a la carrera de Cine por la actuación, pero ahora ya conoce diferentes áreas.

Trae puesto un suéter amplio y pants, está maquillada con un delineado negro y sus pestañas son de color azul.  “Es curioso cómo, a pesar de ser de generaciones diferentes, las cuatro tuvimos la misma idea y vimos la misma problemática”.


“¿Qué tienen pensado hacer con Fílmicas una vez que se gradúen?”, les pregunto. 

“Es un proyecto que vemos a largo plazo y tenemos muchas metas a futuro. A diferencia de otros colectivos de mujeres, nosotras también queremos enfocar Fílmicas a producciones. Tal vez no una casa productora, pero sí un apoyo para mujeres que quieren hacer cine y no se animan a hacerlo”, explica Jess y hace énfasis en cómo quieren que sea un espacio seguro para mujeres, donde sean libres de compartir ideas y experiencias.

“Fílmicas somos nosotras, mientras nosotras sigamos en este medio, Fílmicas va a seguir y va a seguir creciendo, no va a terminar cuando terminemos la carrera”, agrega Dani.

De hecho Fílmicas ya empezó su segundo proyecto: ByFílmicas, el cual se enfoca en dar difusión a las mujeres detrás del cine, en la producción. Ya realizaron su primer evento en el que expusieron cortometrajes realizados por mujeres del nivel profesional y estudiantil. 


De pronto comienzan a quitar todo el montaje, preparan la pintura de diferentes colores y ponen telas blancas para que no se manche el piso. Las modelos visten con ropa de tonos claros, en su mayoría blanco y gris, por lo que sus colores de cabello y la pintura son lo que más destaca.

“Nada más vamos a tener una toma, por lo que tiene que salir bien”, dice Dani.

Las modelos comienzan a untarse la pintura entre sí, en la espalda, en los brazos, en las  manos y en el torso, incluso un poco en la cara. Bailan. 

Al mismo tiempo, Dani y Caro las filman desde arriba, abajo, izquierda y derecha, tratando de capturar las mejores tomas desde diferentes ángulos. 

“Y… corte”, exclama Dani. Las modelos se quitan, Jess les pasa toallitas húmedas para que se limpien un poco la pintura; quitan las telas del piso y mueven todo el mobiliario al lugar en donde estaba. Caro comienza a guardar las cámaras y a limpiarlas con mucha delicadeza, como si se tratase de sus propios ojos. 

“¿Cómo lo viste?, ¿intenso, no?”, me dice Dani.

El estudio de fotografía termina completamente limpio, no hay rastro de pintura ni modelos con cabello de colores. 

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