El Tri sub-20 trajo la ilusión de vuelta

En el Mundial 2025, la Selección Mexicana Sub-20 ofreció una mezcla de esperanza, oportunidad y orgullo para el futuro del balompié nacional. El equipo demostró talento, trabajo en conjunto y un nivel de juego que no se veía desde hacía varios años. La importancia de su participación va más allá de los resultados: consolidó a una generación de jóvenes con calidad y carácter, capaces de llegar a la élite del fútbol.
Históricamente, México ha tenido momentos de brillo en categorías inferiores, con títulos continentales y destacadas actuaciones en Copas del Mundo. La Sub-20 ha sido el punto de partida de muchos jugadores que después brillaron en la Selección Mayor, en clubes nacionales y en ligas europeas. Sin embargo, este conjunto no solo pone a prueba las habilidades individuales, sino también el trabajo colectivo y la fortaleza mental de cada jugador a una edad temprana y bajo una alta exigencia.
En esta edición del Mundial, el equipo mostró un desempeño muy prometedor de cara al futuro del fútbol mexicano. Sus principales virtudes se reflejaron en los destellos individuales y en la solidez defensiva de todo el plantel, al enfrentarse a selecciones como España y Marruecos, caracterizadas por su alto nivel de juego ofensivo y defensivo. Quedó en evidencia una transición generacional positiva, largamente anhelada en la Selección Mayor.
Otro factor clave es la constancia. En torneos cortos, la exigencia es mayor debido a posibles contratiempos como expulsiones, sanciones, lesiones o bajos rendimientos, ya que los resultados deben obtenerse de inmediato. Ante estas situaciones, la Selección mostró disciplina, compromiso y madurez, reflejando el carácter que sus jugadores han desarrollado. Esto cobra relevancia si se considera que se trata de una generación joven, expuesta a mayores exigencias que las de épocas pasadas, cuando las grandes figuras mundiales alcanzaban la madurez futbolística a una edad más avanzada.
Una de las problemáticas que ha limitado el brillo del talento mexicano joven es la falta de compromiso y de procesos formativos sólidos, agravada por la estructura desigual del fútbol nacional. Existen pocos clubes con amplios recursos económicos frente a una mayoría con presupuestos limitados. Esto genera una competencia dispareja, frena el desarrollo de promesas y reduce las oportunidades para que los jóvenes emigren y crezcan en otros equipos o ligas.
Más allá del entusiasmo mostrado en los medios, la importancia de este equipo radica en la energía, el hambre y el compromiso que transmitieron al representar a su país. Pusieron en alto el nombre de México ante grandes selecciones, con un fútbol atractivo, dinámico y eficaz. Algo que hacía tiempo no se veía en generaciones anteriores.
Aunque México cayó ante Argentina en los octavos de final, la eliminación no dejó un sabor amargo: fue una derrota digna, producto del esfuerzo, la dedicación y el trabajo en equipo. Los jugadores mostraron carácter, autocrítica y madurez.
A partir de estos resultados, la presión aumentará. Los futbolistas recibirán mayor atención mediática y estarán bajo la lupa dentro y fuera de la cancha, algo que en el pasado ha afectado a jóvenes promesas que no lograron consolidarse. México cuenta con jugadores de gran proyección, como Gilberto Mora, Diego Ochoa y Elías Montiel, quienes ya despiertan el interés de clubes europeos. Ojalá el foco mediático y la presión no interrumpan su proceso de crecimiento.
Más allá del resultado, esta generación de la Selección Mexicana Sub-20 se ganó el respeto y reconocimiento de un país que había dejado de acostumbrarse a las grandes actuaciones en torneos internacionales. Lo visto en este Mundial es un reflejo de esperanza, optimismo y emoción ante una camada de futbolistas que promete devolver alegrías y títulos a la afición mexicana.
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