México, donde la cultura ya no es prioridad
Desde hace muchos años, en México el arte y la cultura lamentablemente no son una prioridad. Cada año, el presupuesto destinado a este sector es recortado, ajustado o anulado significativamente, dejando sin apoyo a miles de proyectos artísticos, museos, academias de arte y producciones cinematográficas. En la última década, el presupuesto asignado a la cultura ha disminuido un 53%, a pesar de tratarse de un ámbito que nutre la identidad y las raíces de nuestro país. Sin embargo, cada vez que es necesario ajustar el gasto público, la cultura parece ser lo primero que se sacrifica.
En el Proyecto de Presupuesto de Egresos para 2026 se presentaron recortes millonarios para el INBAL (Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura) y el INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia), lo que limita el desarrollo de sus actividades y minimiza la importancia del arte. Ambas son instituciones de alto valor cultural: el INAH, encargado de la protección del patrimonio histórico nacional, y el INBAL, responsable de gestionar centros artísticos y museos en todo el país. El gobierno parece considerar que no vale la pena invertir en cultura, o al menos no al nivel de otras áreas en las que sí se respetan los presupuestos.
Es preocupante que no se valore lo suficiente este ámbito al punto de tomar decisiones que afectan no solo a los artistas, sino a la sociedad entera. Sin arte ni espacios para expresarnos como país, nos volvemos indiferentes. Aunque tal vez la cultura no genere beneficios económicos inmediatos, sí forma a miles de personas más empáticas, conscientes y sensibles.
El arte nos permite conectar, educarnos e inspirarnos constantemente, algo que las nuevas generaciones también merecen vivir: visitar un museo digno, apreciar una obra, asistir al teatro y valorar el mundo cultural que nos rodea. Al paso que vamos, es posible que la cultura reciba cada vez menos presupuesto, limitando nuestro crecimiento como sociedad sensible y creativa.
Si los recortes proceden, las afectaciones serían graves: clausura o deterioro de museos y centros culturales por falta de mantenimiento, disminución de producciones de cine mexicano —lo que reduciría su presencia en las carteleras—, y la eliminación de programas artísticos gratuitos, privando a comunidades rurales o marginadas del acceso al arte. También habría menos oportunidades para descubrir y desarrollar talento desde edades tempranas. Todo esto provocaría una desconexión generacional con nuestra identidad cultural, haciendo que el arte pierda relevancia.
Los recortes al presupuesto cultural son hoy una realidad cada vez más definitiva, haciendo que las historias que nos unen, los espacios que nos inspiran y las expresiones que nos representan pierdan visibilidad y valor. México es un país lleno de cultura, pero sin voluntad de promoverla. Debemos entender que invertir en cultura no es un gasto: es asegurar que sigamos teniendo algo que valga la pena conta
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